domingo, 23 de marzo de 2025

Meditamos el Evangelio de este Domingo con Pbro. Diego Olivera



Lecturas del día:
Libro del Éxodo 3,1-8a.13-15. Salmo 103(102),1-2.3-4.6-7.8.11.Carta I de San Pablo a los Corintios 10,1-6.10-12.


Evangelio según San Lucas 13,1-9.


En ese momento se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato se mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios.

Él les respondió: "¿Creen ustedes que galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás?

Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera.

¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?

Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera".

Les dijo también esta parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró.

Dijo entonces al viñador: 'Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?'.

Pero él respondió: 'Señor, déjala todavía este año; Yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré.

Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás'".


Homilía por el Pbro. Diego Olivera

Queridos hermanos llegamos al 3° domingo de la cuaresma, un tiempo propicio para la conversión como lo expresan las lecturas del día de hoy.

En la lectura del éxodo, Dios se dirige a Moisés diciendo: "Yo he visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos. Por eso he bajado a librarlo del poder de los egipcios ya hacerlo subir, desde aquel país, a una tierra fértil…”.

Por lo tanto vemos que Dios no está lejos de su pueblo sufriente, él quiere acompañarlos y liberarlos, hoy somos nosotros ese pueblo elegido, quiere acompañarnos en nuestros momentos de dolor y quiere liberarnos porque la opresión y los sufrimientos, nos convierten en infértiles, vamos perdiendo el sabor por la vida cuando el dolor ocupa más y más lugar en nuestros corazones. A veces nuestro propio pecado nos lleva al sufrimiento y a la infertilidad, por eso tenemos que reconocer nuestra fragilidad y decidirnos por la conversión de corazón y no solo de palabra, confiando como dice el salmista: “El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia”. Si nos acercamos a Dios con un corazón arrepentido vamos a experimentar esa bondad y compasión que brotan de su gran amor por toda la humanidad.

San Pablo en la segunda lectura nos brinda dos advertencias, en primer lugar nos dice: “No nos rebelemos contra Dios” , es decir, nos invita a alejarnos de todo pecado porque si pecamos ya nos estamos rebelando contra la voluntad de Dios que quiere que vivamos un camino de gracia y santidad. En segundo lugar afirma: “Por eso, el que se cree muy seguro, ¡cuídese de no caer!”.   Este consejo es para todos aquellos que dicen: “Yo no tengo pecados, yo estoy libre de toda culpa, mi conciencia no me reclama nada”, cuidado, no tenemos que creérnosla, es ahí donde aparece el enemigo, nos pegaba tal sacudón y nos hace caer en el pecado. Nunca confiemos únicamente en nuestras propias fuerzas porque vamos a perder, siempre con Cristo que es nuestra fortaleza.

Y la vida del buen cristiano no se trata solo de no hacer el mal sino también de hacer el bien, por eso en el Evangelio, Jesús nos propone esta parábola de la higuera estéril: Dios Padre es el dueño de la higuera, aquel que pide los frutos, Jesús el viñador que intercede pidiendo una prórroga por la higuera y nosotros somos esa higuera.

El tiempo concedido a la higuera es para un hoy y un ahora de gracia y salvación, ese tiempo es para vos y es para mí, este es el tiempo para todos nosotros para convertirnos de corazón y dar muchos frutos.

El Papa Francisco en un comentario de este evangelio, afirmó: "Dios tiene paciencia y nos ofrece la posibilidad de cambiar y avanzar por el camino del bien. Pero la prórroga implorada y concedida mientras se espera que el árbol finalmente fructifique, también indica la urgencia de la conversión. El viñador le dice al dueño: «Déjala por este año todavía» (v. 8). La posibilidad de conversión no es ilimitada; por eso hay que tomarla de inmediato. De lo contrario se perdería para siempre".  (Francisco, Ángelus, 24 de marzo de 2019)

Llegando a la mitad de la Cuaresma podríamos preguntarnos: ¿Estamos viviendo aquella frase que escuchamos el miércoles de cenizas? “Conviértete y cree en el Evangelio” ¿Está presente en mi vida el deseo de conversión para vivir según las enseñanzas de Jesús? ¿Tengo conciencia clara y plena de mis pecados y deseo confesarlos? ¿Qué debo hacer para acercarme al Señor, para convertirme y para cortar las cosas que no van bien?  

Pidamos al Espíritu Santo que renueve en nosotros el deseo de una conversión sincera para prepararnos de corazón para celebrar la Pascua, la Resurrección en nuestra propia vida.


Click aquí para conocer toda la información del Jubileo 2025


Podes seguir este blog a través de facebook:  AÑO DE LA FE.  (Grupo)  Vivamos juntos la Fe  (FanPage),  Instagram  en X:  @VivamoslaFe y en nuestro canal de  Telegram  

No hay comentarios:

Publicar un comentario