Queridos hermanos, reunidos en este día de fiesta, en la primera lectura escuchamos “yo seré el Dios de todas las familias”, no de algunos. No es un Dios de elite pero ¿por qué nosotros hacemos diferencias? Muchas veces, creyéndonos dueños de la Iglesia nos convertimos en una aduana, como dice el papa Francisco. El pan de la Eucaristía es para todos, el pan de vida es para todos.
En el Evangelio vemos a una mujer que le ruega a Jesús, insiste y así Jesús descubre la gran fe de esa mujer. Cuantos hermanos hoy gritan, insisten porque no tienen pan. Con mucha fe venimos a pedir a San Cayetano por paz, pan y trabajo y seguramente Dios lo concederá por su intercesión. Pero la fe va de la mano de la caridad, tenemos mucha fe en nuestro patrono San Cayetano, sin lugar a dudas, por eso este templo está lleno y algunos se quedaron afuera, esta e debe ir acompañada de obras de caridad, tenemos que poner de nuestra parte, la providencia de Dios necesita de corazón generosos, todos los días rezamos: “danos Señor el pan nuestro de cada día” pero ¿pido el pan solo para mí o también para mis hermanos? No basta con pedir, hay que ponerse a trabajar, manos a la obra como lo hizo San Cayetano, él nos enseña que se puede llevar el pan a todos nuestros hermanos, en estos días escuchamos que Jesús realizó la multiplicación de los panes pero esa multiplicación no hubiera sido posible si alguien no ofrecía cinco panes y dos pescados, es muy importante poner de nuestra parte también.
Hoy nos toca trabajar a nosotros, no podemos ser flojos y dejar todo el laburo para Dios y San Cayetano, nosotros tenemos que llevar el pan a los hermanos que no lo tienen. El pan que ellos no tienen nos convoca y nos impulsa a misionar. Tenemos que compartir, somos responsables del pan de nuestros hermanos. En la procesión escuchamos esta pregunta ¿Dónde está tu hermano?, ¿Dónde está tu hermano que no tiene trabajo? Y yo agrego ¿Dónde está tu hermano que no tiene pan? Una pregunta que tiene que calar bien hondo en nuestro corazón
Es muy fácil criticar y no ayudar: “miralo al vago que no trabaja” pero ¿alguien le enseñó a trabajar? ¿Alguien le ofreció por lo menos una changuita? Qué fácil es decir: “mirá como se drogan, están perdidos” pero mucho mejor es acercarse y darles comida, quizás muchos se drogan para no sentir hambre porque no tienen nada para comer. ¿Visitamos a los enfermos y a los abuelos que tienen hambre de ser escuchados? Tenemos que llevar el pan de la compañía y de la escucha? Y que decimos de los que están presos: ¿Qué se mueran ahí por el daño que hicieron? O ¿Somos capaces de llevar un pedazo de pan a los privados de libertad? ¿Somos capaces de acércarnos a la alcaidía y llevar un pedacito de pan?
Cuánto daño hacemos nosotros al no compartir el pan, pero Dios es misericordioso y nos invita a tener misericordia entre nosotros también.
Esta puede ser la misión para todo el año como preparación para la próxima fiesta patronal: Que cada uno de nosotros ayudemos a una persona pobre, que no tiene el pan en su mesa cada día. Quizás no podemos ayudar a muchos o quizás no podemos ayudar ni a uno pero podemos generar una red de contención, de ayuda, pedir donaciones, acercarnos a las autoridades que tienen los medios para brindar esta ayuda. Ahí también se ve reflejado nuestro compromiso como ciudadanos, no se trata de elegirlos y que ellos hagan lo que puedan y quieran hacer. Tenemos que exigir y pedir por nosotros y por nuestros hermanos, sobre todo pedir el pan para que no falte en la mesa de ningún hogar.
El domingo pasado nuestro obispo Monseñor Dante, nos invitó a poner a los pobres en el centro de nuestra pastoral, socialmente ya están marginados, sumergidos en la pobreza de barrios carenciados, alejados de la ciudad y sin oportunidades de trabajo. Como Iglesia no hagamos lo mismo, no los dejemos afuera, que ellos estén con nosotros, que los pobres sean protagonistas en las celebraciones, que los más pobres también puedan leer una lectura en la misa.
Que los más pobres se encuentren con Dios en la providencia que es posible gracias a los hermanos que les llevan el pancito de San Cayetano, que esa sea la misión con este pancito que nos llevamos, no dejemos que se ponga duro este pan bendecido y que quede ahí en la casa hasta el año que viene, que este pan sea de alimento para alguien que lo necesita y Dios multiplicara mucho más nuestros bienes
Que San Cayetano nos guie para que seamos pan para los demás y así poder saciar el pan material espiritual de aquellos que lo necesitan
P. Diego Olivera, Chilecito, La Rioja
Hermosa homilía.
ResponderEliminarGracias por compartir tan hermoso mensaje
ResponderEliminarGracias Padre Diego, es tan cierto todo lo q dijo, muy linda homilía, q nos sirva para reflexionar y no quede solamente en haberla escuchado.
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