sábado, 31 de agosto de 2024

Meditamos el Evangelio del Domingo con P. Abel Alfaro



Lecturas del día: Deuteronomio 4,1-2.6-8. Salmo 15(14),2-3a.3cd-4ab.4cd-5 Epístola de Santiago 1,17-18.21b-22.27


Evangelio según San Marcos 7,1-8.14-15.21-23.


Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar.

Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce.

Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?".

El les respondió: "¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.

En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos.

Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres".

Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: "Escúchenme todos y entiéndanlo bien.

Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre.

Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios,

los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. 

Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre".


Homilía por el Pbro. Abel Alfaro 


"El Más Acá de las Apariencias"


Amigos, soy el padre Abel y hoy quiero hablarles de algo que nos toca muy de cerca: el verdadero significado de nuestra fe. El Evangelio de Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23 nos ofrece una reflexión que sigue siendo muy relevante en nuestra vida diaria. 


En el tiempo de Jesús, los fariseos eran conocidos por su obsesión con las reglas y las tradiciones. Eran un grupo de líderes religiosos que se enfocaban en cumplir rigurosamente las normas ceremoniales y de pureza. Para ellos, la apariencia externa era todo. Ellos vivían el verdadero postureo. Si seguías al pie de la letra todas las reglas de la ley de Moisés, estabas bien con Dios. Tené en cuenta que eran 613 preceptos. Muchos de ellos considerados prácticas rituales y actitudes que norman aspectos básicos de la vida cotidiana, como cuantos pasos podías dar en el día sábado, por ejemplo.


Jesús viene a sacudir esta visión. En su confrontación con ellos les trata con firmeza tratando de mostrar el verdadero espíritu de la relación con Dios. El maestro les recuerda que no es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre (la exterioridad), sino lo que sale de ella (lo que está arraigado adentro nuestro). Señala que lo que nos aleja de Diosa menudo surge del corazón, de nuestras intenciones y pensamientos.


Pensemos la cultura en la que nacemos y de la cual somos hijos, ¿cuántas veces nos dejamos llevar por las apariencias? Vivimos en una era en la que las redes sociales y la presión por mantener una imagen perfecta pueden hacernos olvidar lo que realmente importa. La pregunta es: ¿estamos más enfocados en cómo nos ven los demás o en quiénes somos realmente por dentro?


A veces, uno siente que tiene que mostrarse fuerte, exitoso y feliz, aunque por dentro pueda estar pasando por un momento difícil. La fragilidad propia de la naturaleza humana esta mal vista.  Puede que te sientas atrapado entre la necesidad de cumplir con las expectativas de los demás y tu propia realidad interna. Es una presión constante, y reconozcámoslo, muchas veces, lo que vemos en las redes no es más que una máscara. Nos muestran la versión editada y brillante de la vida, mientras que la verdad de nuestros corazones puede ser mucho más complicada.


En nuestra relación con Dios también es fácil caer en la trampa de realizar actos de culto como una mera rutina: ir a misa, rezar, cumplir con las prácticas religiosas. Estas acciones son importantes, pero lo que realmente cuenta es el corazón que las sostiene. Dios no se interesa solamente en los rituales que realizamos, sino en la sinceridad con la que nos acercamos a Él. Los sacramentos son eficaces por sí mismos, nunca están vacíos. El que no deja que ejerzan su efecto es el hombre. Vos y yo. 


Dios busca una relación auténtica, una conexión real y profunda. Él quiere que nuestras oraciones, nuestro culto y nuestras acciones de fe fluyan desde un corazón transformado y sincero.


Les animo a que, al vivir nuestra fe, no solo sigamos las reglas externas sino que permitamos que nuestra relación con Dios sea una expresión genuina de lo que llevamos dentro. Que nuestras prácticas religiosas reflejan una vida interior llena de amor, compasión y autenticidad. No se trata de aparentar, sino de vivir nuestra fe de manera profunda y real.


En fin, la buena noticia del evangelio de hoy es el llamado que Jesús nos hace a concentrarnos en el más acá de las apariencias, es decir, en el corazón, la sede de los sentimientos más profundos y el lugar de la toma de decisiones. Es un llamado a una relación auténtica con Él, a una relación viva y personal, transformadora, capaz de hacer salir de nosotros un modo de proceder que refleje el evangelio de Jesús en lo cotidiano de cada día. 


Te invitamos a conocer al Padre Abel, sacerdote de la Arquidiócesis de Mendoza y Evangelizador Digital.

Instagram: @p.abel_


Información sobre el año de la oración (2024):



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viernes, 30 de agosto de 2024

38 catequesis del papa Francisco para vivir el año de la oracion (2024)



¿Sabias que el papa Francisco nos invitó a vivir el año de la oración?

El 21 de enero del año 2024, el Santo Padre Francisco ha inaugurado oficialmente el Año de la Oración, , durante el Ángelus:

¡Queridos hermanos y hermanas!

“Los próximos meses nos conducirán a la apertura de la Puerta Santa, con la que comenzaremos el Jubileo. Les pido que intensifiquen la oración para prepararnos a vivir bien este acontecimiento de gracia y experimentar la fuerza de la esperanza de Dios. Por eso comenzamos hoy el Año de la oración, un año dedicado a redescubrir el gran valor y la absoluta necesidad de la oración en la vida personal, en la vida de la Iglesia y en el mundo”.

Ya en la Carta del 11 de febrero de 2022, dirigida al Pro-Prefecto, S.E. Mons. Rino Fisichella, para encargar al Dicasterio para la Evangelización del Jubileo, el Papa había escrito: «Me alegra pensar que el año 2024, que precede al acontecimiento del Jubileo, pueda dedicarse a una gran “sinfonía” de oración, ante todo, para recuperar el deseo de estar en la presencia del Señor, de escucharlo y adorarlo.

"La oración es el aliento de la fe, es su expresión más adecuada. Como un grito que sale del corazón de los que creen y se confían a Dios"  (Francisco) 


Nuestros momentos de oración nos ayudan a profundizar un vínculo de intimidad con Jesús, él es el modelo de hombre orante. 

Estas catequesis te ayudarán a vivir el año de la oración y a profundizar en la dimensión orante de Jesús.

A continuación, compartimos la recopilación de 38 catequesis del papa Francisco sobre la Oración:

  1. El misterio de la oración

  2. La oración del cristiano

  3. El misterio de la creación

  4. La oración de los justos

 5. La oración de Abraham

 6. La oración de Jacob

 7. La oración de Moisés

 8. La oración de David

 9. La oración de Elías

 10. La oración de los Salmos (1)

 11. La oración de los Salmos (2)

 12. Jesús hombre de oración

 13. Jesús, maestro de oración

 14. La oración perseverante

 15. La Virgen María, mujer de oración

 16. La oración de la Iglesia naciente

 17. La bendición

 18. La oración de súplica

 19. La oración de intercesión

 20. La oración de acción de gracias

 21. La oración de alabanza

 22. La oración con las Sagradas Escrituras

 23. Rezar en la liturgia

 24. La oración en la vida cotidiana

 25. La oración y la Trinidad (1)

 26. La oración y la Trinidad (2)

  27. Rezar en comunión con María

 28. Rezar en comunión con los santos

 29. La Iglesia, maestra de oración

 30. La oración vocal

 31. La meditación

 32. La oración contemplativa

 33. El combate de la oración

  34. Distracciones, sequedad, acedia

 35. La certeza de ser escuchados

 36. Jesús, modelo y alma de toda oración

 37. Perseverar en el amor

    ▶ 38. La oración pascual de Jesús por nosotros





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jueves, 29 de agosto de 2024

El Martirio de San Juan Bautista - Fray Miguel Ángel López, OFM



Evangelio según San Marcos 6, 17-29.
 
Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener a la mujer de tu hermano". Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto. Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños,  freciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras y te lo daré". Y le aseguró bajo juramento: "Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino". Ella fue a preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?". "La cabeza de Juan el Bautista", respondió esta. La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: "Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista". El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre. Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.



Reflexión de Fray Miguel Ángel López, OFM

Aquí se presenta la escena central entre la misión de los 12 y la multiplicación de los panes. Marcos lo coloca como una síntesis del misterio de Juan, aquel que anuncia y refleja el camino de Jesús. La misión de Juan es en el Jordán, lugar de la manifestación de Jesús como Hijo de Dios.

Toda la vida de Juan el bautista nos habla de la vida de Jesús. El bautista es tomado preso y encarcelado, Jesús también.

Por la seducción de Herodías, Herodes mata a Juan – Por las seducciones de las autoridades de Israel a Pilato, Jesús es crucificado.

Herodes tiene admiración por Juan, no quiere matarlo y Pilato tiene admiración por Jesús, quiere dejarlo en libertad. Ambos ceden, Juan y Jesús mueren, son asesinados.

El martirio de los dos se da en el marco de una fiesta, de un banquete. La cabeza de Juan, en una bandeja pasa de mano en mano; en la última cena Jesús pasa de mano en mano el pan y el vino que representan su cuerpo y sangre, como anticipación de su muerte.

El evangelista Marcos propone la vida de Juan como el anticipo de la vida, pasión y muerte de Jesús. Juan lo precede en el tiempo, anuncia su llegada pero también precede el camino de Jesús, con su propia muerte.

El martirio es el testimonio de la verdad sobre la mentira, de la justicia sobre la injusticia, de la autenticidad sobre la falsedad. Juan Bautista morirá por predicar la verdad, Jesús muere por dar testimonio de la verdad.

El martirio de Juan Bautista es el símbolo del martirio de Jesús en la cruz, en el que se reencuentran y reflejan todos los martirios. El mártir es el testimonio de la verdad, aquel que no ama la verdad la elimina porque la misma vedad saca a la luz toda mentira, todo engaño.

Pidamos a San Juan que nos enseñe a vivir en la verdad.



Fray Miguel Ángel Lopez fue compañero y amigo de Fray Carlos de Dios Murias, beato y mártir, te invitamos a conocer la vida del mártir en este relato de su gran amigo Miguel Ángel: Haciendo Memoria del Beato Fray  Carlos de Dios Murias




Información sobre el año de la oración (2024):




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martes, 27 de agosto de 2024

Empresario argentino camino a ser declarado santo - Enrique Shaw


 Primeros años de vida

Erique nació en Paris el 26 de febrero de 1921. Dos meses después su familia regresó a Argentina. Estudió en el Colegio La Salle Buenos Aires, donde fue un alumno sobresaliente. Era miembro de la Congregación Mariana.

A principios de 1936, después de cumplir 14 años, ingresó a la Escuela Naval Militar Río Santiago a pesar de la oposición inicial de su padre, quien quería que se preparara para dirigir las empresas familiares. Fue siempre de los tres mejores promedios de su generación y es en la historia de la Armada Argentina el más joven oficial graduado.

Desde muy joven comenzó a leer todo tipo de libros, especialmente de economía, política, filosofía, historia y ciencia.​ Una tarde del verano de 1939, en la biblioteca del Ocean de Mar del Plata, encuentra de casualidad un libro del Cardenal Suhard sobre el rol y las responsabilidades del hombre cristiano en la vida. Allí conoció la Doctrina Social de la Iglesia y se produjo en él un convencimiento muy profundo sobre cuál debía ser su camino. Él siempre llamó a eso su "conversión definitiva"

Casamiento y Familia

Se casó con Cecilia Bunge en 1943, con quien tuvo nueve hijos. En 1945 fue enviado por la Marina a la Universidad Estatal de Chicago en Estados Unidos para estudiar meteorología. Pero fue en ese año, cuando ya su familia estaba constituida y creciendo, cuando se produce la consolidación de ese rumbo en su vida: comprendió definitivamente que Dios le pedía un apostolado específico. En un principio creyó que debía hacerse obrero, pero un sacerdote, al ver su perfil, lo persuadió para que llevase el evangelio al mundo empresario al cual pertenecía su familia.


Durante esos años, fue formando una espiritualidad propia relacionada con su vocación de empresario cristiano. Escribió: Hay que remediar las injusticias. […]. Considerar como deber de estado el ser eficientes; para poder distribuir más hay que producir más. Es necesario formar empresarios cristianos y darles un estilo de vida: contribuir a un mundo mejor, principalmente mediante la acción de cada empresario cristiano en su propia esfera. […]. Esta es una misión de religión y vida: tratar de santificarnos a través de la profesión y de santificar la profesión. Se debe crear la conciencia de una función empresarial concebida cristianamente, para lo cual tenemos que usar el método de la aplicación concreta. El sacerdote no solo eleva a Dios sino que trae a Dios a los hombres en la comunión. […]. El empresario debe encarnar a Cristo en la empresa

Entre las múltiples entidades en que actúa, participa en la Acción Católica y el Movimiento Familiar Cristiano. Junto con otros empresarios participa en la organización de ayuda a la Europa de post-guerra que en 1946 promueve el Episcopado argentino, respondiendo al llamado de Pío XII, e intenta crear una entidad para que los empresarios “sean más cristianos”.

Con el estímulo del Canónico Cardijn funda en 1952 la actual Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) y en intensa acción evangelizadora dirigida al país y América Latina promueve el ingreso a UNIAPAC (Unión Internacional Cristiana de Dirigentes de Empresa).


Enfermedad y Apostolado

En 1957, se le descubrió un cáncer. A partir de entonces, inició una lucha contra la enfermedad, lo que no le impidió mantener una intensa actividad: dando congresos, dictando conferencias, editando publicaciones, elaborando su diario y muchos manuscritos.

En 1958, con ideas de su participación en cursos en Harvard, ayuda a crear la Universidad Católica Argentina, de la que integró el primer Consejo de Administración. Participó en la fundación de Caritas y del Serra Club. También llegó a ser presidente de los Hombres de Acción Católica. Organizó una librería a la que llamó "Casa del Libro", una iniciativa apostólica para difundir temas de espiritualidad, de la Doctrina Social de la Iglesia y de otras cuestiones éticas y culturales. Su cada vez más frágil salud empeoró en 1962, aunque mantuvo hasta el final su labor como dirigente empresario. 

En la etapa final de su enfermedad en 1962, ante la necesidad de recibir transfusiones de sangre para mantenerse con vida, aproximadamente doscientas sesenta personas —en su mayoría obreros de la cristalería Rigolleau donde él trabajaba— se dispusieron a donar su sangre con esa finalidad.Enrique Shaw expresó: «Puedo decirles que ahora casi toda la sangre que corre por mis venas es sangre obrera»

Falleció el 27 de agosto de 1962, a los 41 años

 Proceso de canonización

El proceso de canonización comenzó en 1967 por parte del sacerdote Francisco Rotger. El proceso estuvo cerrado hasta el año 1996 cuando Monseñor Iriarte comienza los pasos previos a la canonización.

A fines de 1996 Monseñor Rodhe prepara los testimonios y registros de la vida de Shaw para ser presentados en el Vaticano. El cardenal Jorge María Mejía quien fue su amigo en vida, funda la «Comisión Enrique Shaw». En el año 2000 el cardenal Mario Aurelio Poli presenta su parecer teológico de las obras escritas de Enrique Shaw.

El 18 de abril de 2001 el en ese entonces cardenal Bergoglio realiza positivamente la consulta a los señores obispos sobre la oportunidad de incorporar la causa. El 26 de junio, el mismo Arzobispo designa una comisión de peritos en historia presidida por Mons. Mario A. Poli, e integrada por el Prof. Enrique M. Matochi y el Pbro. Carlos A. Costa, para recoger todos los escritos inéditos y los documentos históricos, sean manuscritos o ya publicados, que se relacionen con la causa.

El 16 de julio, el cardenal Bergoglio peticiona el «nihil obstat» a la Congregación para las Causas de los Santos en Roma. El 25 de septiembre, el cardenal Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos envió el nihil obstat para la causa de beatificación y canonización del laico Enrique Ernesto Shaw. Esto significa que no hay ningún obstáculo para seguir adelante con la causa.

Monseñor Poli definió a Shaw como “un hijo de la Iglesia y testigo de la Fe” con una “amplia cultura humanística” que vivió de manera intensa sus 41 años de vida, siendo “ejemplo de amor a Dios y al prójimo”. Lo recordó como “un laico comprometido en numerosos servicios de la Iglesia en su época” y fue quien encaró “la Doctrina Social de la Iglesia como inspiración en su quehacer empresarial”.

El 24 de abril de 2021 la Santa Sede reconoció las virtudes heroicas del hasta entonces, siervo de Dios, por lo que ahora es venerable.​ Actualmente se está investigando un posible milagro atribuido a su intervención, que de ser aprobado se lo nombraría beato.


Fuente: https://www.enriqueshaw.com/


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sábado, 24 de agosto de 2024

Meditamos el Evangelio del Domingo con Fr. Emiliano Vanoli OP


Lecturas del día: Josue 24,1-2a.15-17.18b. Salmo 34(33),2-3.16-17.18-19.20-21.22-23. Efesios 5,21-33.


Evangelio según San Juan 6, 60-69.


Después de oírlo, muchos de sus discípulos decían: "¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?".

Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: "¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes? El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen". En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y agregó: "Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede". Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo. Jesús preguntó entonces a los Doce: "¿También ustedes quieren irse?". Simón Pedro le respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios".


Homilía de Fray Emiliano Vanoli OP


Punto de decisión


Seguramente todos podemos reconocer en nuestra vida esos momentos particulares en los cuales una decisión que tomamos marcó un rumbo con consecuencias importantes. Más allá de las pequeñas decisiones cotidianas que van preparando otras más grandes, existen esas grandes decisiones que ponen en juego algo fundamental. El estudio, el trabajo, la familia, y la amistad suelen ser el campo de juego habitual de estos puntos de decisión, pero entra aquí también la relación con Dios.


 La Palabra de Dios nos presenta este domingo esta situación, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En el primero, por medio de Josué las tribus que conforman el Pueblo de Israel, luego de cruzar el río Jordán y antes de entrar en posesión de la tierra prometida, son interpeladas para que tomen una decisión: o sirven al Señor, o sirven al dios de la tierra en la que acaban de entrar.


En el Evangelio es Jesús quien plantea este punto de decisión a sus discípulos: “¿También ustedes quieren irse?” Jesús acaba de presentar la exigencia fundamental, la novedad absoluta que trae para vivir la relación con Dios: comer su carne y beber su sangre. Esto es, adherir y entrar en comunión con él, con su humanidad, para poder alcanzar a Dios. A este pasaje se le llama la “crisis de Galilea”, por el lugar donde sucede, y porque a partir de entonces “muchos de sus discípulos se alejaron de Él y dejaron de acompañarle.”


Más allá de tratarse de dos puntos de decisión cruciales, a mil años de distancia entre sí, las motivaciones y la perspectiva de futuro son muy distintas. En el caso del pueblo de Israel se deciden a seguir al Señor fundamentalmente por recordar todos los beneficios y prodigios que Dios había hecho por ellos y teniendo a la mira el cumplimiento de la promesa: entrar en posesión de una tierra que mana leche y miel.


Pero en el caso de Jesús es diferente. Ante su pregunta: «¿También ustedes quieren irse?», los discípulos deciden quedarse, expresando su fe y su amor de manera elocuente a través de Pedro: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios». Sin desconocer el bien que han encontrado en Jesús, los doce se deciden en contra de la mayoría de los discípulos que lo abandona, y, fundamentalmente, teniendo presente un futuro que aún no comprenden pero que los aterra: el camino de la cruz. En definitiva, se deciden por Jesús no por lo recibido sino porque lo aman y confían en Él.


Todos enfrentamos puntos de decisión, antes o después. Y aunque hayamos sido bautizados y confirmados de niños, en algún momento debemos tomar una decisión personal con relación a Jesús. Tal vez, en una primera aproximación, como en el Antiguo Testamento, pesarán mucho los beneficios recibidos y por recibir. Pero antes o después, si queremos madurar en la fe y entrar realmente en el misterio de Cristo, debemos confrontar las palabras de Jesús, pero esta vez dirigidas personalmente a cada uno: “¿Tú también quieres irte?”


¿Por qué querría uno dejar de seguir a Jesús? Porque la vida no es como esperaba, porque el Señor no parece cumplir lo que le pido, porque la Iglesia no es como antes o aún no es lo que debería ser, porque el obispo hace tal o cual cosa, o deja de hacer tal o cual otra, porque en mi comunidad no se aman como se lee en el Nuevo Testamento, porque… porque… porque… 


Decidirse por Jesús es asumir que uno no tiene todas las respuestas, ni todas las soluciones, que en el mundo existe el pecado. Decidirse por Jesús es querer caminar con él, poniendo en práctica el mensaje del amor que se entrega incluso hasta que duele física, moral o intelectualmente. Decidirse por Jesús es darle todo el peso al amor y la confianza en Él.

Por eso, llegado nuestro punto de decisión en la relación con Jesús, pidamos al Padre la gracia de poder decir junto a nuestros hermanos, sencilla y sentidamente las palabras de Pedro: Señor, ¿a quién iremos? ¡Tú tienes palabras de vida eterna! ¡Yo creo que tú eres Dios!



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viernes, 23 de agosto de 2024

Lo esencial de la Oración




En nuestro mundo acelerado, encontrar tiempo para la oración puede ser un desafío. Sin embargo, la oración es esencial para mantener viva nuestra relación con Dios.

Para introducirnos en la oración debemos fijar nuestra mirada en Jesús y contemplar su vida, escuchar como Él nos enseña a orar y aprender de qué forma hacer nuestras oraciones.


Jesús pasó su vida rezando al Padre, podemos aprender de Él, como orar, leyendo los evangelios y es Él mismo quien recibe nuestras oraciones de fe expresadas en palabras o en el silencio y las lleva hacia el Padre por el Espíritu Santo. Jesús nos enseña a orar desde el lugar de hijos, es decir con una confianza que va más allá de lo que sentimos y comprendemos. Nos toma, así como estamos y mediante un camino de fe nos lleva hasta el Padre.


La oración no es solo un brote espontáneo, sino que para orar hay que querer orar. La tradición cristiana nos propone diferentes fuentes para crecer y alimentarnos en el camino de la fe. Estas fuentes son: 

La Palabra de Dios: La iglesia nos recomienda en primera instancia la lectura de la Sagrada Escritura que debe ser acompañada con la oración, para establecer un diálogo con Dios, pues a Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus palabras.


La liturgia de la iglesia: La liturgia sacramental de la Iglesia nos actualiza y nos comunica el misterio de la salvación, es la principal fuente y culmen de la oración.


Las virtudes teologales: Estas virtudes fueron marcadas en nuestros corazones por Dios, son regalos que hemos recibido incluso antes de nacer, son la prueba de la presencia y acción del Espíritu Santo. Debemos pedirle a Dios la capacidad de desarrollarlas. La Fe nos permite buscar y creer en Dios, la Esperanza nos alienta a buscar las cosas buenas del Reino con la seguridad de que somos Hijos de Dios, y la Caridad es el amor a Dios sobre todas las cosas cuya imagen se ve reflejada en el prójimo.

 

En la vida diaria, el Espíritu se nos ofrece para que brote la oración en cada situación que vamos viviendo.


Al ir creciendo en la oración y en la vida de Fe se nos pueden presentar diferentes dificultades. Una de ellas puede ser tener una idea equivocada de la oración, es decir ver la oración como un proceso psicológico, como un esfuerzo de concentración, otros se quedan en la repetición de palabras dichas de memoria o leídas de alguna estampita. Muchos piensan que no tienen tiempo para orar o que es inútil orar. Para orar debemos pedir la asistencia del Espíritu Santo para que nos ayude a buscar a Dios en un diálogo de amor.





En este combate de la oración tenemos que hacerle frente a las ideologías que el mundo nos propone, como por ejemplo tratar de entenderlo todo a través de la razón, o dejarnos llevar por la sensualidad y el conformismo. Tampoco se debe tomar la oración como una forma de escaparse de la realidad de este mundo.  


Orar va más allá de todo entendimiento y razón, porque la oración es un misterio que solo se entiende a través de la fe, va más allá de lo sensual y de la atracción porque se enfoca en un amor más puro y verdadero. La oración no puede escaparse de la realidad de uno, sino que uno va orando con su historia.


La distracción es el obstáculo más habitual en la oración, ya sea en la oración personal como en la oración comunitaria. Salir a buscar que es lo que me distrae me hace caer aún más en la distracción, solo es necesario volver a concentrarse en la oración estando vigilantes con la mirada en Cristo que se encarnó, quien viene cada día a nosotros y esperamos al fin de los tiempos.


Se puede categorizar la oración de muy diversas formas o tipos, según el autor o la misma experiencia, pero la Sagrada Tradición de la Iglesia (transmitida desde los Apóstoles) nos enseña cinco formas:


1. LA ORACIÓN DE BENDICIÓN Y ADORACIÓN


a) Podemos definirla como la “respuesta del hombre a los dones de Dios”. La palabra bendecir está conformada por las palabras “bien” y “decir”, entonces tiene sentido que al contar lo bueno que es Dios, por su gran misericordia, estamos haciendo una oración de bendición en agradecimiento por lo que nos da. Esta acción de bendecir es como una ruta de dos sentidos, de ida y vuelta, o más bien una que sube y otra que baja, por un lado “bendecimos al Señor por habernos bendecido” y por la otra “es Él quien nos bendice”. Eso sí, siempre es Cristo quien se encarga del transporte en ambos sentidos.


b) En cuanto a la adoración me parece que la definición más acertada es la que dice: “actitud del hombre que se reconoce criatura ante su Creador”. Porque no es humillación lo que el Señor nos pide, en el sentido de “autoculparse o automutilarse moralmente”, es decir en el sentido de herirnos a nosotros mismos por todo lo malo que hemos hecho, más bien lo que quiere es que nos hagamos conscientes de que NO somos perfectos y expongamos (desde el corazón) la falta que nos hace la presencia de Cristo en nuestras vidas, y eso también significa dejar de lado al orgullo.


2. LA ORACIÓN DE PETICIÓN (o súplica)


Esta forma de oración está llena de “matices”: pedir (como se la conoce comúnmente por ser más espontánea y habitual), reclamar, llamar con insistencia, invocar, clamar, gritar, e incluso “luchar en la oración”. Básicamente esta oración sale desde un ruego, una súplica, de lo más profundo del corazón humano. El Catecismo de la Iglesia Católica destaca la “petición de perdón” y explícitamente dice que es mediante la humildad que alcanzamos la comunión con el Padre y con la comunidad, es decir, el agravio me distancia no solo de Dios, sino también de la comunidad.


Curiosamente en el número 2632 del catecismo se establece una jerarquía en las peticiones: (¡donde en primer lugar se hace referencia a la comunidad!) primero el reino, lo que es necesario para acogerlo y para cooperar en su venida. Básicamente toda necesidad es objeto de petición.


3. LA ORACIÓN DE INTERCESIÓN

Esta forma de oración es también una oración de petición, pero que nos acerca mucho a la figura del único intercesor entre nosotros y Dios: Jesús. Como definición de este tipo de oración rescato la siguiente definición: “es pedir en favor de otro, es algo propio de un corazón conforme a la misericordia de Dios”, vale aclarar que cuando hablamos del “otro” también no referimos a los que nos hacen mal.


4. LA ORACIÓN DE ACCIÓN DE GRACIAS


Es muy similar a la oración de petición en el sentido que “todo acontecimiento y toda necesidad puede convertirse en ofrenda de acción de gracias”. Es decir que desde aquello que necesitamos hasta los hechos concretos en nuestra vida son ofrendas en agradecimiento al Señor.


5. LA ORACIÓN DE ALABANZA


La oración de alabanza es una forma de orar a Dios, reconocerlo de manera directa que Dios es Dios. La oración de alabanza integra a las otras formas de oración y las lleva a Dios, la oración de alabanza es totalmente desinteresada, no pedimos, no damos gracias, alabamos con el corazón. 


La Eucaristía contiene y expresa todas las formas de oración. Leyendo una homilía de nuestro Papa Francisco en la misa matutina del martes 28 de enero del 2014 en la Capilla de Santa Marta:

“David iba danzando ante el Señor con todas sus fuerzas”». Y David estaba tan contento al dirigir esta oración de alabanza que salió «de toda moderación» y comenzó «a danzar ante el Señor con todas sus fuerzas». Esto, insistió el Papa, era «precisamente la oración de alabanza».


Ante este episodio «pensé inmediatamente -confesó el obispo de Roma- en la palabra de Sara tras dar a luz a Isaac: “el Señor me hizo bailar de alegría”. Esta anciana de 90 años bailó de alegría». David era joven, repitió, pero también él «bailaba, danzaba ante el Señor. Esto es un ejemplo de oración de alabanza». Aquí surge una novedad en las formas de orar, tal como lo explicó Francisco. Generalmente oramos «para pedir algo al Señor» o incluso sólo «para dar gracias al Señor».


Anímate a vivir una aventura y déjate sorprender por el Espíritu Santo que te llevará por nuevas vías de oración


Autor: Víctor Ramirez.


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