domingo, 28 de julio de 2024

Meditamos el Evangelio del Domingo con el P. Ángel Humberto Reche Romo


Lecturas del día: Segundo Libro de los Reyes 4,42-44. Salmo 145(144),10-11.15-16.17-18. Carta de San Pablo a los Efesios 4,1-6.


Evangelio según San Juan 6,1-15.


Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos.

Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para darles de comer?".

El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: "Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan".

Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:

"Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?". Jesús le respondió: "Háganlos sentar". Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres.

Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.

Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada". Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: "Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo" .Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.


Homilía por el Pbro. Ángel Humberto Reche Romo


Detrás de cada acción que realizaba Jesús salía a la luz una profunda enseñanza, ahora nosotros al leer este pasaje del evangelio nos podemos quedar, con el simple hecho exterior, que nos llena de asombro, con cinco panes alimentar a mas de cinco mil personas pero debemos buscar profundizar en este signo de Jesús, que nos deja una enseñanza.


Tres acciones de Jesucristo que nos ayudan a profundizar en este pasaje.

a. Acción de sentarse en la montaña. La acción de sentarse es signo de que va a comenzar a enseñar y que sea en la montaña nos habla de un lugar retirado, la montaña es un lugar de encuentro con Dios.

b. Pregunta a Felipe. Esta pregunta la realiza para poner en evidencia que para los hombres es realmente imposible hacer tal acción. Entonces nos lleva a preguntarnos ¿Quién es Jesús? 

c. Huida de Jesús a la montaña. Es señal de que la gente no comprendió la enseñanza de Jesús. Para comprender se puede leer el pasaje del dialogo de Jesús con Pilato Jn 18, 33-38. En lugar de la gente ir hacia donde Jesús quiere llevarlos (Reino de los Cielos) quisieron hacer que se rebaje al reino terrenal, a este mundo. 


¿Por qué buscamos a Cristo?: porque Él nos llama. 

Cristo nos llama y nos atrae hacia Él. Por eso, escoge este lugar, apartado de los ruidos y movimiento de la ciudad. Tanto la montaña como el desierto denotan dos características que debemos buscar para encontrarnos con Cristo: la soledad y el silencio. Estas nos ayudan a poder concentrarnos en aquel que nos llama, dejando de lado las preocupaciones y las distracciones de la vida presente para poder encontrarme con aquel que me ama y quiere que lo ame.

En nuestra vida espiritual, puede haber empezado por algo exterior, porque es el modo que Dios obra en nosotros. Os 11,4. Nos atrae por alguna gracia o don que el nos ha dado, pero no podemos detenernos en ello, sino nos pasara como a esta multitud que, por haber sido alimentados por Cristo, dejaron de lado a Cristo. Perdieron lo mas importante, que era al mismo Cristo.

Por eso el llamado de Cristo es para conocerlo a Él. Y en Él darnos vida nueva. Participando de su divinidad, porque por su pasión hemos sido hecho hijos de Dios.  Y esta es la mayor gracia que hemos recibido de Dios, el ser sus hijos, y que el Espíritu de Cristo, more en nuestra alma. Y como somos hijos también somos herederos del cielo. Porque Dios es el mayor bien que podemos tener, y él quiere entregarse a cada uno de nosotros.


Cual es la actitud que debemos tener para acércarnos a Él.  Los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que han recibido. 


Con mucha Humildad: porque no es por nosotros que la hemos recibido sino de Dios, y nosotros éramos nada en comparación de lo que somos ahora, hijos de Dios.  No hay nada que podamos hacer en esta vida que nos merezca este llamado. Y ser humilde por cada vez que pecamos o buscamos satisfacer nuestro amor propio, perdemos el amor de Dios y su promesa de vida eterna. 


Mansedumbre: el manso es aquel que puede llevar adelante las dificultades de la vida con animo tranquilo. Sabiendo que tenemos a Dios como Padre, y que Él mora en nuestros corazones, que nos podrá quitar la paz. Como dice San Pablo en Romanos (8,35.37-39): ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada? Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.


Y Paciencia: el paciente es el que sabe sacrificar soportar las dificultades o problemas de la vida por un bien mayor. Y no hay en esta vida nada mayor que Dios, nuestro bien absoluto y supremo. 


Soportándose mutuamente por amor. No con el amor humano, sino con el amor de Dios. Que inunda nuestros corazones y quiere derramarse a los demás. Es este el Espíritu que nos da Cristo, Espíritu de Verdad y Amor, que nos hace permanecer unidos, y trae a nuestro corazón el gozo y la paz. Viviendo alegres en la Esperanza.


Los invito a responder a este llamado de Dios en nuestro interior, buscando en la oración a aquel que nos llama desde lo mas profundo de nuestro corazón, en la soledad y el silencio.


Y preguntarnos, sinceramente, ¿Por qué buscamos a Dios? ¿Qué buscamos cuando hacemos oración? ¿Cómo es nuestra oración? ¿Buscamos conocer a Dios y su voluntad para con nosotros? ¿Cómo me dispongo para hacer la oración? 


Recordando y meditando la enseñanza de Jesús en Mateo 6, 25-34. “… Busquen primero el Reino de Dios y su Justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura…”



Información sobre el año de la oración (2024):




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