Estamos viviendo el año dedicado a la oración, previo al Jubileo del nacimiento de Nuestro Señor. Todo invita a buscar modos de acercarnos a Jesús en la oración.
Al finalizar el mes del Sagrado Corazón, podemos reflexionar sobre la poderosa imagen de dos corazones entrelazados, como el de Jesús sanando a la mujer del flujo de sangre.
Imaginemos a Jesús invitándonos a descansar en su amor infinito, diciéndonos: "Todo lo tuyo (sí, ¡lo tuyo!) cabe en lo mío”; “en mí corazón hay un lugar para tu corazón”.
Jesús nos asegura (Mt. 5, 25-35) en su encuentro con la hemorroisa: "Tu fe inquebrantable te ha sanado. Tu confianza en mí te ha sanado. Unir lo tuyo a lo mío produce el milagro." Sí, al fusionar nuestras cargas con el amor de Jesús, nace la transformación.
¿Qué es “lo tuyo”?. Él lo sabe perfectamente, te conoce desde antes de tu nacimiento. Pero Jesús te pide “lo tuyo” para obrar el milagro y transformarte.
Lo tuyo son tus expectativas, tus preocupaciones, tus alegrías, tus logros, tus sueños, tus esfuerzos y tus metas diarias. Lo tuyo es haberte levantado después de caer, haber salido adelante, tener un lugar especial que te reconforta y compartir con personas que te revitalizan.
Lo tuyo también son tus fracasos, tus frustraciones, tus soledades, tus secretos y las injusticias que has vivido. Lo tuyo es haber perdonado, haber soltado y el cansancio del día a día.
Jesús anhela que le entregues lo tuyo. Sí, todo lo nuestro cabe en Él. Y nos dice: tráeme eso cada día.
Como a Tomás: trae tu dedo y mételo en mi costado. Como a la mujer con hemorragia: "¿Quién me ha tocado?". Jesús espera que le digas: Fui yo, te toqué con lo mío.
La oración es poner lo mío en lo tuyo, Señor. Abandonar lo mío en lo tuyo. Confiar lo mío en lo tuyo. Confiartelo con paz, paciencia y esperanza.
Si lo mio es todo eso y mucho más... ¿Qué es lo tuyo, Señor?
Lo tuyo Señor es gracia. Lo tuyo es fortaleza. Lo tuyo es paz. Lo tuyo es paciencia. Lo tuyo es amor. Lo tuyo es gracia. Lo tuyo es tiempo…
¿Cómo poner lo mio en lo tuyo? Dedicando un poco de tiempo cada día a la oración sentida del corazón. Un ratito antes de dormir o al levantarte. Y decir desde el fondo de tus entrañas: Señor, yo pongo lo mío en lo tuyo. Te entrego esto. Gracias por recibirlo.
Jesús te ama incondicionalmente y te espera con los brazos abiertos. Acércate a Él con confianza, con todo lo que eres y lo que sientes. Él está con su Sagrado Corazón abierto esperando que dentro pongas el tuyo tal y como está.
Hermosa reflexion tan humana y sentida .Bendito seas Señor
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