domingo, 28 de julio de 2024

Meditamos el Evangelio del Domingo con el P. Ángel Humberto Reche Romo


Lecturas del día: Segundo Libro de los Reyes 4,42-44. Salmo 145(144),10-11.15-16.17-18. Carta de San Pablo a los Efesios 4,1-6.


Evangelio según San Juan 6,1-15.


Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos.

Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para darles de comer?".

El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: "Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan".

Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:

"Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?". Jesús le respondió: "Háganlos sentar". Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres.

Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.

Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada". Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: "Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo" .Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.


Homilía por el Pbro. Ángel Humberto Reche Romo


Detrás de cada acción que realizaba Jesús salía a la luz una profunda enseñanza, ahora nosotros al leer este pasaje del evangelio nos podemos quedar, con el simple hecho exterior, que nos llena de asombro, con cinco panes alimentar a mas de cinco mil personas pero debemos buscar profundizar en este signo de Jesús, que nos deja una enseñanza.


Tres acciones de Jesucristo que nos ayudan a profundizar en este pasaje.

a. Acción de sentarse en la montaña. La acción de sentarse es signo de que va a comenzar a enseñar y que sea en la montaña nos habla de un lugar retirado, la montaña es un lugar de encuentro con Dios.

b. Pregunta a Felipe. Esta pregunta la realiza para poner en evidencia que para los hombres es realmente imposible hacer tal acción. Entonces nos lleva a preguntarnos ¿Quién es Jesús? 

c. Huida de Jesús a la montaña. Es señal de que la gente no comprendió la enseñanza de Jesús. Para comprender se puede leer el pasaje del dialogo de Jesús con Pilato Jn 18, 33-38. En lugar de la gente ir hacia donde Jesús quiere llevarlos (Reino de los Cielos) quisieron hacer que se rebaje al reino terrenal, a este mundo. 


¿Por qué buscamos a Cristo?: porque Él nos llama. 

Cristo nos llama y nos atrae hacia Él. Por eso, escoge este lugar, apartado de los ruidos y movimiento de la ciudad. Tanto la montaña como el desierto denotan dos características que debemos buscar para encontrarnos con Cristo: la soledad y el silencio. Estas nos ayudan a poder concentrarnos en aquel que nos llama, dejando de lado las preocupaciones y las distracciones de la vida presente para poder encontrarme con aquel que me ama y quiere que lo ame.

En nuestra vida espiritual, puede haber empezado por algo exterior, porque es el modo que Dios obra en nosotros. Os 11,4. Nos atrae por alguna gracia o don que el nos ha dado, pero no podemos detenernos en ello, sino nos pasara como a esta multitud que, por haber sido alimentados por Cristo, dejaron de lado a Cristo. Perdieron lo mas importante, que era al mismo Cristo.

Por eso el llamado de Cristo es para conocerlo a Él. Y en Él darnos vida nueva. Participando de su divinidad, porque por su pasión hemos sido hecho hijos de Dios.  Y esta es la mayor gracia que hemos recibido de Dios, el ser sus hijos, y que el Espíritu de Cristo, more en nuestra alma. Y como somos hijos también somos herederos del cielo. Porque Dios es el mayor bien que podemos tener, y él quiere entregarse a cada uno de nosotros.


Cual es la actitud que debemos tener para acércarnos a Él.  Los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que han recibido. 


Con mucha Humildad: porque no es por nosotros que la hemos recibido sino de Dios, y nosotros éramos nada en comparación de lo que somos ahora, hijos de Dios.  No hay nada que podamos hacer en esta vida que nos merezca este llamado. Y ser humilde por cada vez que pecamos o buscamos satisfacer nuestro amor propio, perdemos el amor de Dios y su promesa de vida eterna. 


Mansedumbre: el manso es aquel que puede llevar adelante las dificultades de la vida con animo tranquilo. Sabiendo que tenemos a Dios como Padre, y que Él mora en nuestros corazones, que nos podrá quitar la paz. Como dice San Pablo en Romanos (8,35.37-39): ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada? Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.


Y Paciencia: el paciente es el que sabe sacrificar soportar las dificultades o problemas de la vida por un bien mayor. Y no hay en esta vida nada mayor que Dios, nuestro bien absoluto y supremo. 


Soportándose mutuamente por amor. No con el amor humano, sino con el amor de Dios. Que inunda nuestros corazones y quiere derramarse a los demás. Es este el Espíritu que nos da Cristo, Espíritu de Verdad y Amor, que nos hace permanecer unidos, y trae a nuestro corazón el gozo y la paz. Viviendo alegres en la Esperanza.


Los invito a responder a este llamado de Dios en nuestro interior, buscando en la oración a aquel que nos llama desde lo mas profundo de nuestro corazón, en la soledad y el silencio.


Y preguntarnos, sinceramente, ¿Por qué buscamos a Dios? ¿Qué buscamos cuando hacemos oración? ¿Cómo es nuestra oración? ¿Buscamos conocer a Dios y su voluntad para con nosotros? ¿Cómo me dispongo para hacer la oración? 


Recordando y meditando la enseñanza de Jesús en Mateo 6, 25-34. “… Busquen primero el Reino de Dios y su Justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura…”



Información sobre el año de la oración (2024):




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viernes, 26 de julio de 2024

Encuentro Nacional de Evangelizadores Digitales - Testimonios


El 2° Encuentro Nacional de Evangelizadores Digitales se realizó en Córdoba los días 19, 20 y 21 del corriente mes bajo el lema: "No podemos callar lo que hemos visto y oído"

En el encuentro participaron más de 60 evangelizadores digitales de todo el país, laicos, religiosas y sacerdotes. También estuvieron presentes Mons. Lucio Ruiz, Secretario del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano y Mons. Gabriel Barba, obispo de San Luis y presidente de la comisión de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Argentina

En esta oportunidad participaron 3 miembros de nuestro equipo: Maru, Víctor y Diego.

El encuentro comenzó con el almuerzo el día viernes y por la tarde Mons. Ruiz expuso el camino que se viene realizando en el Sínodo Digital  y explicó que es la Misión Digital

Al terminar la primera jornada se realizó un momento de adoración eucaristía acompañados de las reliquias del Beato Carlo Acutis.

En la mañana del segundo día, los evangelizadores se dividieron en grupos y respondieron distintas preguntas como aportes para la próxima instancia del Sínodo. Por la tarde se realizó un festival musical abierto a todo público. En este espacio se expusieron 3 temáticas: influencers, amistad y familia y los espacios musicales estuvieron a cargo del grupo “Toco para Dios” y las cantantes Sandra Rivero y Aldana Canale


En la tercer jornada se llevó adelante una “Conversación en el Espíritu” (método del Sínodo para discernir distintas temáticas) y el encuentro finalizó con la misa en la catedral de Córdoba presidida por el Cardenal Ángel Sixto Rossi, SJ.

Finalmente, Mons. Ruiz dio una bendición especial a los misioneros digitales y se les entregó a cada uno una cruz enviada por el Papa Francisco quien los bendice y anima a continuar con la misión en el continente digital.


A continuación compartimos testimonios de los miembros de nuestro equipo y de otros participantes del ENED 2024:

"Con el equipo de Vivamos Juntos la Fe participé en el ENED 2024, un tiempo de escucha activa y crecimiento espiritual. Descubrí la importancia de predicar en el mundo digital, a ser comunidad fraterna y samaritanear a los demás. El compartir traspasó la pantalla y el abrazo fraterno se hizo real. Unidos por el amor y la amistad, renovamos nuestro compromiso de evangelizar. Agradezco a todos por su apertura y generosidad". Maru Rodriguez

"Encontré en el ENED fundamentalmente amigos, compañeros, que deseamos compartir nuestro encuentro con Jesús. Buscamos vivir y compartir experiencias autenticas del amor de Dios que puedan ayudar y atraer a otros. Fue un encuentro de testigos, llamados a compartir la luz de la fe y la alegría de sabernos amados por Jesús. Vivir el ENED me da la confianza de saber que puedo contar con ellos. Gracias por todo lo vivido!" Víctor Ramírez 

"Yo percibí un clima de mucha alegría y fraternidad al encontrarnos y un gran deseo de todos de anunciar con fuerza la Buena Nueva en el continente digital. Me alegra mucho el camino de sinodalidad en ambiente, aquí participamos sacerdotes, religiosos/as y laicos unidos por la misma misión y siguiendo la voz de Francisco que nos dijo:Vayan a Samaritanear en el mundo digital" P. Diego Olivera



"Mi paso por el ENED fue un paso decisivo para seguir confirmando la misión digital y seguir en el esfuerzo comprometido de ese contenido para Dios y mis hermanos, de manera tal que a través de cada publicación llegue a todos el amor de Dios que nos dice: ESTOY ACÁ. Gracias por la invitación que es impulso para mí" P. Matias Pérez

"El ENED 2024 fue una experiencia muy importante. Dónde Dios me confirmó mi misión . Levantar la voz sobre temas que duelen, pero de los cuales debemos hablar. La fe me sostuvo en mi duelo por la muerte de Mily y eso quiero transmitir en mis redes. De poder decir que con Dios es posible transformar el dolor en amor" Naty Scheller 

"El ENED fue para mí una confirmación de esta misión digital y un encuentro fraterno. Redescubrí la fraternidad de la iglesia que convive y anuncia con distintos carismas. La alegría de encontrarnos a fraternar fue de mucho ánimo para todos y esperamos multiplicar esa alegría para que muchos más lleguen a esta gran familia que es la iglesia" Solange Velázquez de Carismakids 

"Mi paso por el ENED fue una confirmación de que es por aquí , que esté es el camino,. La Virgen me lleva de su mano siempre hacia su hijo Jesús. Cada vivo, cada publicación o cada historia me confirma que es todo para él Reino, hasta el cielo no paramos como dicen grandes amigos , sigamos AMANDO y SIRVIENDO !!! Gracias por invitarme". Romi Cavagna de Las alondras de María

"En el ENED me di cuenta que la iglesia está más viva que nunca, me volví a sentir parte de la iglesia, ya que encontré una comunidad muy bella. Estoy muy consolado y agradecido por el regalo de haber compartido y por último, me fui lleno de Dios para seguir con la misión de ser misioneros digitales" Santiago Closa

"Mi paso por el ENED significó una renovación en el llamado a servir en las redes. Fue ademas una impresionante experiencia de iglesia, que le permitió alegrarme por el impulso misionero en redes y desear seguir siendo parte de ello. Feliz de haber participado" Gonzalo Rodriguez de Medicina con Fe

"En estos días después del encuentro me dedique a contarle a Jesús lo vivido y lo que más me emocionaba era compartirle cuánto lo aman los misioneros digitales con los que me cruce. Tengo un corazón agradecido por todo lo vivido y le pido a Jesús que nos siga regalando la oportunidad de llevar el Evangelio a todos los lugares del mundo y nos regale la fidelidad de escucharlo a Él y dejarnos conducir. Me encantó el sentido de familia, comunidad que se generó y como cada uno puso su grano de arena para seguir haciéndonos hermanos en Xto" Hna Lourdes de Pastoral Vocacional ECJ



Te invitamos a conocer a algunos evangelizadores digitales:

Seño Lu (@mi_catequesis)

P. Juampi y su misión en el continente digital

Agustín Podestá - "Hablemos de Teología"

Nati Zunino - "Una novicia en Skate" 

Yesus Benitez y Flork misionero


domingo, 21 de julio de 2024

Meditamos el Evangelio del Domingo con el P. Ezequiel Luján




Lecturas del día: Jeremías 23, 1-6 / Salmo 22 / Efesios (2,13-18)

Evangelio según San Marcos 6,30-34.

Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que hecho y enseñado. El les dijo: "Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco". Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer.
Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.

Homilía del P. Ezequiel Lujan (diócesis de San Rafael)

El Domingo pasado leíamos en el evangelio cómo nuestro Señor Jesucristo enviaba a los apóstoles de dos en dos a predicar la Buena Noticia, "exhortando a la conversión, expulsando demonios y curando enfermos" (Mc. 6, 13). En este domingo el evangelio nos cuenta la vuelta de los apóstoles, donde le dan cuenta al Maestro de "lo que habían hecho y enseñado".
Pero Jesús al reunirse con los Doce tiene un gran gesto con ellos, y los lleva aparte a descansar. Suben a la barca para ir a un lugar desierto, pero como no cruzaron al otro lado del lago, sino que solo la utilizaron para trasladarse a algún lugar cercano, costeando la costa, la gente los reconoció desde la orilla y siguieron la barca. Al llegar al lugar, nuestro Señor tiene otro gesto de compasión, pero ahora con el gran gentío que había llegado siguiéndolos.

Tanto los apóstoles como la gran muchedumbre acuden a Jesús. Los primeros porque saben muy bien que Él es su pastor, y por lo tanto, en Él hallarán el verdadero descanso, pues "los conduce a las aguas tranquilas para reparar sus fuerzas" (cf. Sal. 22, 2b-3a). Ellos partieron a su misión confiados en el Señor, sabiendo que teniéndolo como pastor nada les puede faltar. Ahora vuelven, como ovejas sedientas, a la fuente de las aguas vivas, vuelven al Pastor que les había dicho: "vengan a mí todos los que estén afligidos y agobiados" (Mt. 11, 28), pues Él nos "hace descansar en verdes praderas" (Sal. 22, 2a).
Pero en cuanto a la muchedumbre Jesús los reúne entorno a sí, porque ve que "eran como ovejas sin pastor"; cumpliéndose la profecia de Jeremías, que leemos en la primera lectura: "el Señor reunirá al resto de sus ovejas", es decir su pueblo elegido, el pueblo de Israel, que por culpa de sus malos pastores estaban dispersas, desatendidas, abandonadas. Lo primero que hace es "enseñarles largo rato", pues el gran alimento es "toda palabra que sale de la boca de Dios" (Deut. 8,3). Con éstas enseñanzas los "guía por el recto sendero" (Sal. 22, 3b), y les hace conocer su voz, para que si son verdaderamente sus ovejas lo reconozcan y lo sigan, y así, "su bondad y su gracia las acompañarán a lo largo de su vida, hasta habitar en la Casa del Señor" (cf. Sal. 22, 6a)

Éste gesto de compasión de nuestro Señor, se va a completar en el evangelio del domingo que viene, cuando "prepare ante ellos una mesa" (cf. Sal. 22, 5a), pues después de alimentarlos espiritualmente con sus enseñanzas, los alimentará corporalmente.
Ahora bien, tanto los apóstoles como la muchedumbre nos han dejado un modo de obrar que tranquilamente podemos imitar, es más, yo diría que deberíamos imitar.

En primer lugar los apóstoles, como ellos al volver de su misión, también nosotros debemos acudir al Señor, para que contándole todo lo que hacemos (apostolado, obras de caridad, etc.) y enseñamos (consejos, catequesis, etc.), reconozcamos que de Él viene todo, y asi le demos gracias y no nos vanagloriemos de nuestras "buenas obras" (sus buenas obras). Además, solo en Él hallaremos el descanso necesario, y eso se logra, con la oración, esa búsqueda de Dios en la soledad (desierto).  
Por último, asi como la muchedumbre sin dudarlo acudió a Jesús, el "buen Pastor", asi también nosotros, anticipémonos a Él, vayamos en su búsqueda, "como la cierva sedienta busca las corrientes de agua, asi mi alma te busca Dios mío" (Sal. 42, 2). 

Que no me asuste el ir al desierto, pues allí está El, esperándome; que no me asuste el esfuerzo de ir a pie, pues Él "repara mis fuerzas"; que no me asuste nada en el camino, pues El está conmigo.

En definitiva, si en verdad el "Señor es mi pastor, nada me va a faltar", para llegar a "habitar en su Casa por muy largo tiempo".
 



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sábado, 13 de julio de 2024

Meditamos el Evangelio del Domingo con Fr. Josué González Rivera OP



Libro de Amós 7,12-15. Salmo 85(84),9ab-10.11-12.13-14. Carta de San Pablo a los Efesios 1,3-14.

Evangelio según San Marcos 6,7-13.

Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias, y que no tuvieran dos túnicas.

Les dijo: "Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos".

Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.


Homilía de Fr. Josué González Rivera OP.

“Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión”

Celebramos el domingo 15 del tiempo ordinario y las lecturas de este domingo nos invitan a asumir el envío de Jesús para compartir la buena noticia. La Iglesia en América Latina, desde hace algún tiempo, comprendió este llamado e invitó a todo el continente a esa misión permanente, invitándonos a ser conscientes de que somos discípulos misioneros del Señor.

Como en toda tarea, siempre hay unos responsables, unos encargados, aquellos que son custodios de esa labor. En este momento, los 12 discípulos reciben esta tarea, que al final del evangelio será una invitación para toda la Iglesia. Nosotros, a través del tiempo, también nos vinculamos a ese envío original, siendo colaboradores sin importar nuestra vocación de vida, haciendo discípulos misioneros del evangelio.

Está claro cómo hace Jesús el envío: con humildad y sencillez, sabiendo que hay veces en que no les harán caso a los mensajeros. Él nos enseña que no hay que darle muchas vueltas al asunto; si no te hacen caso, busca otro lugar y sal de allí.

Es la vocación profética que Jesús asume de forma plena durante su vida, y que nosotros, los bautizados, también hacemos nuestra cuando nos ungen con el crisma y nos instituyen como sacerdotes, reyes y profetas en Jesucristo.

La primera lectura nos habla del profeta Amós, alguien que no se dedicaba a cuestiones religiosas “profesionalmente”. Notemos que él era campesino y cultivaba higos, pero en medio de esa realidad es llamado por Dios y se siente provocado para salir a anunciar la presencia de Dios y denunciar las infidelidades del pueblo. Cuando el reino de Israel ya se ha dividido, él sale de la parte sur y predica en el norte, donde es mal recibido.

Reflexionando en esto, se me ocurre que nosotros podemos ser destinatarios del anuncio de alguien más. Puede que alguien nos esté anunciando y denunciando las cosas que tenemos que corregir y mejorar, pero a veces desconfiamos y no sabemos reconocer esas voces. Por otro lado, también nosotros estamos llamados a ser esos testigos, aquellos que tienen que corregir a los que están mal, y nos encontraremos con oposición. Ante esas situaciones, para saber qué hacer y qué decir, no queda más que encomendarse, orar y pedir a Dios que nos ayude a discernir. No estamos solos en esta tarea; podemos pedir consejo, dirección y ayuda de aquellos que reconocemos como testigos del evangelio.

El mensaje profético que Jesús asume también comparte estos rasgos. Las primeras palabras de Jesús en el evangelio de San Marcos son: “Conviértanse, arrepiéntanse, ya llega el reino de Dios”. En el evangelio de hoy, cuando ellos fueron a predicar, exhortaban a la conversión. También nosotros estamos llamados a asumir esa conversión en nuestra vida y llevarla a los demás; esa es la tarea del discípulo misionero: escuchar y anunciar.

Que nuestras palabras y nuestras obras sean signos de vida. Por eso, los discípulos tienen poder sobre los espíritus impuros: pueden expulsarlos y sanar a los enfermos. También nosotros expulsemos esos espíritus impuros allí donde nos movemos día a día y tengamos estos gestos de vida.

El gran predicador y apóstol que fue San Pablo, al llevar a cabo esto en su vida, nos da ejemplo de ese compromiso. En el inicio de la carta a los Efesios que escuchamos hoy, él plasma un himno, un cántico de alabanza a Dios porque se reconoce a sí mismo como alguien que fue encontrado, como alguien que recibió sin dar nada a cambio todos esos beneficios que da Dios por medio de Jesús. Reconociendo esos beneficios, alaba también a Dios promoviendo la palabra, la buena noticia de salvación.

Todos nosotros nos acercamos a la celebración de la Eucaristía y la comunión, llevando distintas intenciones. Presentamos nuestras necesidades, nuestras angustias, nuestros logros y alegrías, pero que en todo momento sepamos alabar a Dios, reconociendo su presencia que se mantiene fiel en medio de nosotros. Celebramos la misa, que es una palabra que tiene la misma raíz que misión. Antiguamente eran las últimas palabras de la celebración eucarística. Ir a la misa está íntimamente vinculado con ir a la misión, ir a anunciar, a compartir. Porque la misa no termina con la bendición final, también podríamos decir que la misión comienza en ese momento, cuando, una vez alimentados en comunidad por el Señor de su cuerpo y de su sangre, salimos de vuelta al mundo para seguir haciendo presente la buena noticia.

El envío misionero no sólo se manifiesta en grandes acciones, sino en nuestra vida diaria, en cómo tratamos a los demás, cómo respondemos a las críticas y cómo reconocemos y corregimos nuestras propias fallas. Debemos estar dispuestos a escuchar y discernir las voces proféticas a nuestro alrededor, aunque a veces nos desafíen o incomoden. Además, debemos actuar con humildad y sencillez, siguiendo el ejemplo de Jesús, sabiendo que enfrentaremos oposición y rechazo, pero confiando en que no estamos solos. La Eucaristía y la comunión nos fortalecen y nos envían de vuelta al mundo con la misión de ser signos de vida y esperanza, promoviendo la conversión y el amor en nuestras comunidades. Así, podremos vivir plenamente nuestra vocación de discípulos misioneros, contribuyendo a la conversión de nuestro entorno.


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viernes, 5 de julio de 2024

¡Lo mío en lo tuyo Jesús!


Estamos viviendo el año dedicado a la oración, previo al Jubileo del nacimiento de Nuestro Señor. Todo invita a buscar modos de acercarnos a Jesús en la oración. 

Al finalizar el mes del Sagrado Corazón, podemos reflexionar sobre la poderosa imagen de dos corazones entrelazados, como el de Jesús sanando a la mujer del flujo de sangre.




 Imaginemos a Jesús invitándonos a descansar en su amor infinito, diciéndonos: "Todo lo tuyo (sí, ¡lo tuyo!) cabe en lo mío”; “en mí corazón hay un lugar para tu corazón”.

Jesús nos asegura (Mt. 5, 25-35) en su encuentro con la hemorroisa: "Tu fe inquebrantable te ha sanado. Tu confianza en mí te ha sanado. Unir lo tuyo a lo mío produce el milagro." Sí, al fusionar nuestras cargas con el amor de Jesús, nace la transformación. 






¿Qué es “lo tuyo”?. Él lo sabe perfectamente, te conoce desde antes de tu nacimiento. Pero Jesús te pide “lo tuyo” para obrar el milagro y transformarte. 

Lo tuyo son tus expectativas, tus preocupaciones, tus alegrías, tus logros, tus sueños, tus esfuerzos y tus metas diarias. Lo tuyo es haberte levantado después de caer, haber salido adelante, tener un lugar especial que te reconforta y compartir con personas que te revitalizan.

Lo tuyo también son tus fracasos, tus frustraciones, tus soledades, tus secretos y las injusticias que has vivido. Lo tuyo es haber perdonado, haber soltado y el cansancio del día a día.

Jesús anhela que le entregues lo tuyo. Sí, todo lo nuestro cabe en Él. Y nos dice: tráeme eso cada día.

Como a Tomás: trae tu dedo y mételo en mi costado. Como a la mujer con hemorragia: "¿Quién me ha tocado?". Jesús espera que le digas: Fui yo, te toqué con lo mío.

La oración es poner lo mío en lo tuyo, Señor. Abandonar lo mío en lo tuyo. Confiar lo mío en lo tuyo. Confiartelo con paz, paciencia y esperanza.

Si lo mio es todo eso y mucho más... ¿Qué es lo tuyo, Señor?

Lo tuyo Señor es gracia. Lo tuyo es fortaleza. Lo tuyo es paz. Lo tuyo es paciencia. Lo tuyo es amor. Lo tuyo es gracia. Lo tuyo es tiempo…

¿Cómo poner lo mio en lo tuyo? Dedicando un poco de tiempo cada día a la oración sentida del corazón. Un ratito antes de dormir o al levantarte. Y decir desde el fondo de tus entrañas: Señor, yo pongo lo mío en lo tuyo. Te entrego esto. Gracias por recibirlo.

Jesús te ama incondicionalmente y te espera con los brazos abiertos. Acércate a Él con confianza, con todo lo que eres y lo que sientes. Él está con su Sagrado Corazón abierto esperando que dentro pongas el tuyo tal y como está. 



Autor: Hna Fernanda Martinelli OP