viernes, 31 de mayo de 2024

Mateando con el Espíritu Santo



El mate es un gran compañero de lo cotidiano, al menos en Argentina, tenemos la costumbre de tenerlo a nuestro lado en las actividades cotidianas. También es motivo de encuentros entre los miembros de una familia, por ejemplo, cuando se reúnen después de la jornada laboral o entre amigos que desean reunirse después de mucho tiempo.  El mate siempre es un buen compañero, lo disfrutamos mucho tomando solos o pasándolo de mano en mano 


El Espíritu Santo también es una buena compañía que disfrutamos en la intimidad, y muy especialmente en comunidad. En nuestra soledad, nos ayuda a buscar una relación personalísima con la Santísima Trinidad, ya sea a través de la contemplación o de la oración más breve y sencilla, lo importante es invocar la presencia del Espíritu Santo e intentar ser dóciles a lo que nos inspire. En compañía, es como esos mates comunitarios, donde los mates se ponen a disposición de todos los invitados con la intención que alcance para todos, pero también para que cada uno pueda tomar más de un mate mientras dure la juntada. Esto es lo lindo e interesante del Espíritu Santo. ¡Es un regalo que contiene otros regalos, y los mates son para regalarse y para regalar a otros! El Espíritu Santo es ese mate que va de mano en mano compartiéndose entre todos, acercando a los que están distantes y siendo un sorbito de fuerza para aquel que se encuentra sin energía antes de terminar el día. El Espíritu Santo trae consigo otros regalos, dones, que si bien nos ayudan individualmente, llegan a la plenitud cuando los ponemos al servicio de la comunidad.


Para un rico mate, son necesarias pocas cosas, el mate propiamente dicho, yerba y agua. Con estos elementos y nuestra creatividad podemos tener una diversidad enorme, por ejemplo, pueden hacerse mates con agua fría o caliente, con yerba compuesta, saborizada, yerba con o sin palo y existen mates de madera, plástico, metal, etc… y ni vamos a hablar acerca de la variedad de termos que existen

Así mismo cuando lo invocamos, especialmente en el silencio, Él nos ayuda y nos permite tener una experiencia de Dios de las más diversas, en la contemplación, frente al santísimo, durante los retiros, en la oración individual en el hogar.


                                               


Un caso muy curioso son las bendiciones, aun no somos conscientes que al bendecir a una persona pedimos que el Espíritu Santo actúe sobre él o ella, expresamente se menciona a la santísima trinidad, y es una práctica que todo bautizado puede hacer, pero que pocas veces realizamos.


En todo caso la esencia propia del mate es el agua, de la misma forma ocurre con el Espíritu Santo. Así como podemos cambiar la yerba, mate o termo, si o si necesitamos del vital elemento para disfrutarlo: el agua. El Espíritu Santo es la esencia misma del amor entre Dios Padre y Jesús. A través de su presencia podemos sabernos cercanos a Dios y disfrutar de todos los dones que nos ofrece para alcanzar la felicidad, el gozo pleno.


Cuando uno afirma, humilde y conscientemente, “estar en pecado” en realidad estamos confirmando que nos hemos distanciado de la presencia de Dios, como así también de los hermanos. Esa distancia es como tomarse un mate con agua fría en pleno invierno. No tener presente al Espíritu Santo en nuestras vidas rompe con la experiencia del amor de Dios, aunque por el bautismo siempre, pero siempre, seremos sus hijos, su ausencia provoca una especie de frío en nuestro espíritu, un escalofrío en el cuerpo. Para acercarnos nuevamente a Él,  el Espíritu Santo nos ayuda a ir acortando esa distancia a través de diferentes modos, especialmente a través de una preparación sincera para el sacramento de la Reconciliación. 


El Espíritu Santo puede ser representado con una paloma, fuego, viento, etc. Todas estas imágenes son propias del día a día, son parte del paisaje natural, ya sea que estés en la ciudad, el campo o cualquier otro lugar, al verlas nos hace recordar la promesa de Jesús de acompañarnos en la vida cotidiana, como amigo y compañero de camino

Para terminar, te invito a cultivar una relación más consciente y receptiva con el Espíritu Santo, reconociendo su presencia constante y su papel en nuestra búsqueda de la felicidad y la plenitud espiritual. 


Compartí unos mates con el Espíritu Santo en un lugar tranquilo y conversa con él, hacelo parte de tu vida diaria. Invita a tus amigos, disfruta de su presencia y aprendamos juntos a convivir con Él.



Autor: Victor Ramírez



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