Quizás algunos coincidan con aquella tradición de ir a un determinado lugar, ya sea un templo, un campo, un cerro, donde la familia acompaña simbólicamente a Cristo a través del rezo del Vía Crucis. Especialmente el Viernes Santo. Donde se recuerdan algunos de los momentos más significativos de Jesús, desde que es apresado hasta que muere en la cruz.
Una vez que termina la cuaresma, con el Domingo de Resurrección empezamos una nueva etapa, el tiempo de la Pascua. En este tiempo estamos invitados a caminar junto a Jesús Resucitado. Es decir, así como seguimos los pasos de Jesús hacia su martirio durante la cuaresma y la semana santa, ahora recorremos los momentos que ocurrieron luego de su resurrección hasta la venida del Espíritu Santo.
Tanto el Vía Crucis como el Vía Lucís son modos de oración. El Vaticano a través de sus documentos los reconoce como “ejercicios de piedad”[1].Al recorrer las estaciones del Via Lucis nos hacemos testigos de la resurrección y herederos de la misión que Jesús encomendó a sus discípulos: llevar la buena noticia por todo el mundo.
El Vía Lucís es una manera de recordar que desde el Domingo de Resurrección hasta Pentecostés hay cincuenta días llenos de acontecimientos inolvidables y trascendentales que fueron vividos muy intensamente por los discípulos de Jesús, e incluso por María. Y nosotros no debemos dejarlo pasar así nomás.La historia de Jesús no termina con la muerte en cruz.
Jesús expresó mediante la cruz cuanto amor siente por nosotros, ahora, a través de la resurrección quiere compartir con nosotros su alegría de habernos reconciliado con el Padre. Podríamos decir que allí se realiza efectivamente nuestra historia de salvación. Al vencer el pecado y la muerte, Jesús abre para nosotros las puertas de la eternidad.
De esta manera complementamos el Vía Crucis con el Vía Lucís para recordar que nuestra fe no termina con Cristo crucificado y muerto en la cruz, sino que nuestra fe se fundamenta en un Cristo que pasó por la cruz y resucitó.
Después de aquel gesto de amor infinito, al morir en la cruz, nos deja su presencia eterna a través del Espíritu Santo. El Espíritu nos permitirá encontrar el sentido profundo de todo lo que hizo Jesús.
Te invito a rezar el Vía Lucís con tu familia, con tu comunidad, o quien quieras compartirlo. Descargaraquí el Via Lucis
Cristo ha resucitado, Aleluya!
[1]Directorio sobre la piedad popular y la liturgia. (s. f.). https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccdds/documents/rc_con_ccdds_doc_20020513_vers-direttorio_sp.html
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