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sábado, 16 de marzo de 2024

Meditamos el Evangelio del 5° Domingo de Cuaresma con Fray Carlos Nieto Moreira, OdeM.


Jeremías 31, 31-34 Salmo 50, 3-4. 12-13. 14-15 Hebreos 5, 7-9

Evangelio según San Juan (12, 20-33)


Entre los que habían llegado a Jerusalén para adorar a Dios en la fiesta de Pascua, había algunos griegos, los cuales se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le pidieron: “Señor, quisiéramos ver a Jesús”.


Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús y él les respondió: “Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado. Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna.


El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre.


Ahora que tengo miedo, ¿le voy a decir a mi Padre:‘Padre, líbrame de esta hora’? No, pues precisamente para esta hora he venido. Padre, dale gloria a tu nombre”. Se oyó entonces una voz que decía: “Lo he glorificado y volveré a glorificarlo”.


De entre los que estaban ahí presentes y oyeron aquella voz, unos decían que había sido un trueno; otros, que le había hablado un ángel. Pero Jesús les dijo: “Esa voz no ha venido por mí, sino por ustedes. Está llegando el juicio de este mundo; ya va a ser arrojado el príncipe de este mundo. Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí”. Dijo esto, indicando de qué manera habría de morir.


Homilía de Fray Carlos Nieto Moreira, OdeM. 


Queremos verte y probarte Jesús


Un grupo de peregrinos expresa su profundo deseo de conocer a Jesús. Lo dicen sin vueltas: ¡Queremos ver a Jesús! Hay quienes dicen que comenzamos a ser cristianos cuando nos sentimos atraídos por Jesús y que entendemos algo de la fe cuando nos sentimos amados por Dios. ¿Cómo podremos seguir a Jesús si no nos sentimos atraídos por su estilo de vivir y morir? ¿Qué tendrá Él que nos atrae? Orando una primera respuesta, podemos decir que nos atrae porque nos ama, nos sana y porque nos ilumina: 


Te adoro (José María Rodríguez Olaizola SJ)


“Porque nos amas, tú el pobre.

Porque nos sanas, tú herido de amor.

Porque nos iluminas, aun oculto,

cuando la misericordia enciende el mundo.

Porque nos guías, siempre delante,

siempre esperando,

te adoro.


Porque nos miras desde la congoja

y nos sonríes desde la inocencia.

Porque nos ruegas desde la angustia

de tus hijos golpeados,

nos abrazas en el abrazo que damos

y en la vida que compartimos

te adoro.


Porque me perdonas más que yo mismo,

porque me llamas, con grito y susurro

y me envías, nunca solo.

Porque confías en mí,

tú que conoces mi debilidad

te adoro.


Porque me colmas

y me inquietas.

Porque me abres los ojos

y en mi horizonte pones tu evangelio.

Porque cuando entras en ella, mi vida

es plena

te adoro”.


Estemos siempre atentos en nuestra vida cotidiana para reconocer a los peregrinos que movilizan nuestra curiosidad para conocer cada vez más a Jesús. ¿Alguna vez te sucedió? Confíale tu gratuidad al Señor. 

También tengamos presente que, al centrar nuestra mirada interior o contemplación plena en Jesús, nos dejamos conmover por su vida entregada por un mundo más humano para todos. Jesús es un apasionado por el Reino de Dios.  Con la misma pasión nos llama, invita e interpela para servir, es decir, para colaborar y ser protagonista en su tarea. Una vez más, ser cristiano es estar donde estaba Jesús y ocuparse de las cosas que Él se ocupaba. En cada uno de nosotros, el Padre ve reflejado el rostro de su Hijo, así pues, también nosotros deberíamos ver a Cristo en cada uno de los demás. 

La idea de Jesús es clara: con la vida sucede lo mismo que con el grano de trigo que tiene que morir para producir fruto. Es lo que realmente dará fecundidad a la vida de todos. No se puede engendrar vida sin ofrecer la propia. Cuando uno ama y vive intensamente la vida, no puede vivir indiferente al sufrimiento grande o pequeño de las personas. Es esta solidaridad que nos cuesta mucha vida está presente la salvación y liberación. Salva quien comparte el dolor y se solidariza con el que sufre. ¡Esto no es de un día para otro! Para lograrlo hay que mirar a Jesús, hay que probarlo y, sobre todo hay que abandonarnos y confiar en Él. En la fecundidad de su Palabra como semilla verdadera. 


De casi a puro rezo (Hno. Fermín Gaínza)


Señor, cuando nos mandas a sembrar,

rebosan nuestras manos de riqueza: 

tu Palabra nos llena de alegría

cuando la echamos en la tierra abierta. 


Señor cuando nos mandas a sembrar, 

sentimos en el alma la pobreza:

lanzamos la semilla que nos diste

y esperamos inciertos la cosecha. 


Y nos parece que es perder el tiempo 

este sembrar en insegura espera. 

Y nos parece que es muy poco el grano

para la inmensidad de nuestras tierras. 


Y nos aplasta la desproporción

de tu mandato frente a nuestras fuerzas. 

Pero la fe nos hace comprender 

que estás a nuestro lado en la tarea. 


Y avanzamos sembrando por la noche

y por la niebla matinal. Profetas

pobres, pero confiados en que Tú

nos usas como humildes herramientas. 


Gloria a Tí, Padre bueno, que nos diste 

a tu Verbo, semilla verdadera, 

y por la Gracia de tu Santo Espíritu

la siembras con nosotros en la Iglesia. 

Amén.



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