miércoles, 14 de febrero de 2024

Meditamos el Evangelio de Miércoles de ceniza con Pbro. Emmanuel Varas.


Joel 2, 12-18 / Salmo 50, 3-4. 5-6ab. 12-13. 14 y 17 R /  Segunda carta a los Corintios 5, 20 – 6, 2

Evangelio según san Mateo 6, 1-6. 16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.

Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.


Homilía de Pbro. Emmanuel Varas


Estimadas Familias:
Hoy nos reuniremos para celebrar el Miércoles de Ceniza en nuestras comunidades, marcando así, el inicio de la sagrada Cuaresma. Este tiempo de cuarenta días nos invita a sumergirnos en la reflexión, la oración y la preparación espiritual mientras nos dirigimos hacia la celebración de la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo en la Pascua.

En este tiempo de gracia, se nos llama a practicar tres pilares fundamentales: el ayuno, la oración y la limosna. Estos actos nos ayudan a crecer en nuestra relación con Dios y con nuestros semejantes, guiándonos hacia una vida más plena en el amor y la compasión.
El ayuno es una disciplina que nos permite apartarnos de las distracciones del mundo y centrarnos en lo esencial. No se trata solo de abstenernos de alimentos, sino de liberarnos de aquellas cosas, actos y comportamientos que nos alejan de Dios. Al negarnos a nosotros mismos, abrimos espacio para que Dios entre en nuestras vidas de manera más profunda, creando la circunstancia perfecta para continuar nuestro peregrinar hacia el cielo. 

La oración es el medio por el cual nos unimos con la Trinidad. En este tiempo de Cuaresma, invitarlos a cada uno de ustedes a dedicar momentos especiales para la oración diaria. No solo pidamos, sino también escuchemos la voz de Dios en el silencio de nuestros corazones y en la meditación de la Palabra. Que la oración sea un puente que nos una más estrechamente a nuestro Señor y hermanos.

La limosna, por último, nos llama a ser generosos con aquellos que tienen menos. Al dar de lo que tenemos, imitamos el amor desinteresado de Dios. En esta Cuaresma, busquemos oportunidades para compartir con los necesitados, recordando las palabras de Jesús: "Lo que hagan con el más pequeño de mis hermanos, lo hacen conmigo" (Mateo 25:40).

Al comprometernos con estas prácticas cuaresmales, abrimos nuestros corazones a la transformación que Dios desea para nosotros. Que este tiempo fuerte de conversión nos ayude a despojarnos de lo superfluo, a fortalecer nuestra conexión con Dios y a extendernos en amor hacia nuestros hermanos.


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