En el ajetreado movimiento constante de la vida cotidiana, especialmente llegando a fin de año, nos empezamos a preparar para celebrar el nacimiento de Jesús. Comenzamos a transitar el tiempo de adviento, tiempo donde iniciamos la preparación de nuestro corazón para la llegada de Jesús. Junto a Santo Domingo te invitamos a pausar por un ratito el ajetreo cotidiano y tomarte un tiempo para reflexionar y comenzar a preparar el corazón.
Antes de empezar ¿conoces a Domingo de Guzmán?...Santo Domingo de Guzmán nació en Caleruega, España. Sacerdote que fundó la Orden de Predicadores, conocida como los Dominicos, con el fin de predicar el Evangelio y trabajar por la salvación de las almas. Domingo fue un ferviente predicador, durante el día hablaba a los hombres de Dios y de noche hablaba a Dios de los hombres. Un gran ejemplo de santidad.
El adviento, es tiempo de preparación y reflexión, un momento que nos hace recordar que la santidad no es solo para los santos del pasado, sino un llamado actual y para todos.
Este tiempo nos invita a darnos un tiempo para reflexionar sobre nuestra vida espiritual, a llevar la mirada hacia el interior y así preparar el corazón para la llegada de Jesús.
Siguiendo el modo de Domingo, podemos usar este tiempo para profundizar nuestro vínculo con Dios y comprometernos con la búsqueda de la santidad. La oración, el estudio, la predicación, los sacrificios y la caridad son modos que preparan nuestro corazón y nos acercan a la santidad.
La oración, para Domingo, era la base, y trascendía el mero acto ritual; era una conexión íntima con lo divino. Consideraba la vida de oración constante y profunda como el medio para potenciar virtudes y acercarse cada vez más a la perfección divina. En la contemplación, buscamos la guía divina, convirtiendo la oración en un sendero de transformación interior.
El estudio ocupaba un lugar fundamental en la visión de Domingo sobre la santidad. Para él, el conocimiento profundo de la fe fortalecía la relación con Dios y proporcionaba las herramientas necesarias para predicar con eficacia. Así, la formación se convertía en una vía para la santificación personal y para la difusión de la fe a través de la evangelización, como los nutrientes esenciales que alimentan el crecimiento de las plantas.
La predicación, Domingo se destacó por sus habilidades para comunicar el Evangelio, siguiendo su ejemplo en este tiempo pensemos cómo compartir con otros nuestra fe. Desde nuestra experiencia, siendo auténticos testigos de las acciones diarias, en el sentido de compartir la Buena Nueva.
La caridad y el servicio desinteresado se convirtieron en expresiones tangibles de la predicación, manifestando la presencia de Dios en la vida diaria, llevando consuelo y esperanza a quienes más lo necesitaban, como la lluvia que nutre la tierra sedienta.
Domingo vio que esto no podemos hacerlo solos por eso entendió la importancia de la comunidad y motivó la vida en comunidad para ayudar y fortalecer la búsqueda de santidad.
El adviento es un tiempo especialmente valioso donde podemos compartir experiencias y metas espirituales con otros fortaleciendo así el viaje hacia la santidad.
Domingo, a través de su vida de oración, predicación y servicio, nos deja un ejemplo valioso de búsqueda de santidad, por eso, te propongo para este adviento a realizar actos concretos de servicio y caridad, a poner la fe en acción, a amar y servir a los demás.
Que este adviento, sea un tiempo de crecimiento espiritual, de compartir comunitario y de preparación para recibir a Jesús.
Cariños Maru.
Redacción: Maru Rodríguez
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