La Casa de la Bondad además de ser un Hospice[1] es una de las muchas obras que forman parte de la Fundación Manos Abiertas. La Casita, como la llamamos todos los que conocimos esta hermosa obra, se encuentra en distintas provincias de nuestro país. Tuve la Gracia de conocer aquellas que se encuentran en Córdoba y en Salta. Lo que vivencie allí es lo que me motiva día a día a llevar la palabra de Dios a todos los rincones de mi vida.
En
este bellísimo lugar se brindan los “Cuidados Paliativos”. Los mismos se pueden
definir de varias formas, una de ellas es la siguiente: “Mediante los cuidados paliativos se afrontan los problemas derivados de
una enfermedad o situación incurable e irreversible, por medio de la prevención
y del alivio del sufrimiento mediante la identificación, valoración y
tratamiento del dolor y otros síntomas físicos, psicosociales y espirituales”[2].
Sin embargo, cada voluntario podría redefinir el concepto sencillamente así:
“es el amor que brindamos diariamente a los patroncitos (este término tiene su
origen en la costumbre de San Alberto Hurtado SJ, quien llamaba así a los
excluidos de su tiempo)”.
Todas
las casitas del país están acondicionadas para recibir a los patroncitos, tienen
voluntarios que cocinan, lavan y planchan ropa, cuidan, cantan, leen, comparten
momentos sin pensar en el fin. Sólo unos pocos trabajadores reciben paga. Hay
asistencia las 24 horas del día, los siete de la semana.
En
este mes dedicado especialmente a la misión quiero traer la experiencia de ser
misión y a la vez ser misionado. Al hablar de llevar la palabra de Dios,
generalmente volamos con nuestra imaginación hacia lejanos continentes,
hablando de Jesús a quien nos salga al encuentro, más allá de cualquier cultura
y lengua. Sin embargo, como toda tarea titánica, se empieza con pequeños pasos,
con la persona de al lado, el prójimo. Ese que saludamos solo por costumbre en
las calles de nuestra ciudad o pueblo, en esos barrios que se encuentran a poco
mas de 10 cuadras o quizás a 10 minutos del centro.
La
misión de llevar la Buena Noticia del Evangelio es presentarle a Cristo a
alguien, a su vez, conocer a Cristo es conocer a una persona radical, tan
radical que al ser parte de nuestra vida marca un antes y un después. Cada
patroncito y cada voluntario me enseño el Evangelio, de mil formas que nada
tienen que ver con saber de memoria versículos bíblicos, sino con la mirada,
los gestos, los abrazos, la entrega, y mil cosas más. Confirma y completa ese
famoso “cliche” que siempre aparece en todas las denominaciones religiosas que
tienen de protagonista a Dios: “Dios/Jesús te ama.”
En
la casita, la experiencia del amor de Jesús conquista providentemente todas las
necesidades de aquellos patroncitos que llegan cargando simbólicamente una cruz
que pesa más que su propio cuerpo debido a sus realidades afectivas, familiares
y hasta socioeconómicas. Es necesario destacar que esta casita recibe de
corazón a personas que muchas veces ni siquiera son creyentes, desde los
patroncitos hasta voluntarios. Todos allí saben acerca de nuestra fe, que la
casita sigue los pasos de Santa Teresa de Calcuta y de San Alberto Hurtado.
Esto es destacable porque a ningún miembro de la casita se le ocurre cambiar la
creencia del patroncito y muchos menos obligarle a aprender una oración de
memoria… sino que muchas veces son los mismos patroncitos con sus familias que
reconocen y siente el amor de Cristo a través del equipo médico y los
voluntarios. Eso mismo es lo que representa misionar y ser misionado: compartir
la experiencia de Cristo que te ama con todo lo que eres.
Para
terminar, es imposible terminar este articulo sin dejar de agradecer a todos
los miembros de la Casita de la Bondad en Salta, por la gran tarea de
evangelizar a través de gestos concretos y silenciosos de amor. Ellos están
grabados en mi corazón, rezo diariamente por todos, especialmente por aquellos
patroncitos que no llegan a conocer ese pedacito de cielo en la tierra. Ellos
también me enseñaron que ser misionado como misionero es una responsabilidad, que
empieza con uno mismo dando al menos 3 horas por semana, en un lugar concreto,
en conjunto con otros dispuestos a brindar su propio granito de arena.
[1] Movimiento de fomento de los
cuidados paliativos, iniciado por Cicely Saunders, en Inglaterra, que propugna
la atención de los enfermos terminales en establecimientos especializados
(Hospice) donde residen y son atendidos, de forma adecuada, durante el último
periodo de su vida.
[2] Rae, R. A. E.-.
(s. f.). Cuidados paliativos. Diccionario panhispánico del español
jurídico - Real Academia Española. https://dpej.rae.es/lema/cuidados-paliativos
No hay comentarios:
Publicar un comentario