Reconocer la generosidad de Dios
En esta parábola, vemos a un propietario de una viña que
contrata trabajadores en diferentes momentos del día. Al final del día, todos
reciben el mismo salario, sin importar cuánto tiempo trabajaron. Esto refleja
la generosidad de Dios (el propietario) para con nosotros. A menudo, medimos la
justicia de Dios en función de nuestras obras, pero Él nos muestra que su
generosidad es abundante y nos excede. Esto nos llama a reconocer que la gracia
de Dios es un regalo inmerecido para aprovechar y disfrutar.
Evitar la envidia
En este pasaje, los trabajadores que
comenzaron temprano en la mañana se quejan de que los que llegaron al final del
día reciben el mismo salario. Esto refleja una actitud de envidia en sus
corazones. Jesús nos desafía a no compararnos con otros en términos de
recompensas espirituales o materiales. Nos invita a disfrutar de estar a su servicio,
pertenecer a su reino y alegrarnos de que sea bueno con todos. Para eso podemos
pedirle a Jesús mismo enfocarnos en nuestra relación personal con Dios.
Agradecer que Dios es bueno
Estamos invitados a reconocer que,
sin importar cuánto tiempo hayamos servido al Señor, su gracia es igualmente
disponible y abundante para todos. Estar agradecidos por los dones de Dios a
uno mismo y a los demás y comprometernos a servir al Señor con humildad,
sabiendo que nadie merece su amor desbordante, pero todos estamos llamados a
recibirlo.
En esta parábola, Jesús nos invita
entonces a reconocer la generosidad de Dios, evitar la envidia y agradecer el
hecho de conocer quién es Dios. Y, si en algún momento de la vida nos enoje ver
a otros que les va tan bien y nosotros “que estamos hace tanto tiempo en la
Iglesia” no, recordemos siempre la pregunta fundamental: "¿Por qué tomas a
mal que yo sea bueno?". Que esta pregunta nos lleve a una profunda
reflexión y actitud de vida.
Dios
los bendiga y cuide mucho
P. Juan Pablo Rossetti
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