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martes, 14 de septiembre de 2021

La promesa de Dios a Ezequiel. (Mes de la Biblia)




En el día de hoy vamos a analizar el libro de Ezequiel a la luz de la Alianza. Este profeta, junto con Joel y Jeremías, va a anunciar una alianza nueva por parte de Dios. Trayendo en ella una serie de promesas con ellas al Pueblo.

El profeta Ezequiel perteneció al reino del Sur, Judá. Mucha información no tenemos de este. Pero si está claro que fue deportado a Babilonia en el 597 A.C con las familias de Israel. Su ministerio profético fue marcado por ser presencia de Dios, orientador religioso y profeta entre su pueblo abatido por el exilio. Este conocía muy bien la palabra de Dios, ya que era de casta sacerdotal. Pero los caminos del Señor lo llevaron a desempeñarse como profeta.

Ezequiel, tiene una imagen esponsal de Dios. El profeta usa esta imagen alegórica para explicar el amor mutuo entre Dios y el pueblo. Es por ello que el contexto en el que anuncia es escandaloso para el profeta ya que él denuncia que el pueblo fue infiel a Dios, cometió adulterio contra Yahveh abrazando otros dioses y se olvidándose de Él. Siendo así que para este el pueblo ha contaminado hasta el culto.

La idea de Alianza, en Ezequiel, aparece bajo la promesa de que Dios hará en el futuro una alianza con Israel.  Esta, contiene tres promesas para el pueblo: El Rey Mesías que reunirá a su pueblo, la paz y comunión con el pueblo que restaurara y el nuevo corazón fruto de la efusión del Espíritu de Dios

En cuanto al rey Mesías, en Ez 34, el profeta hace una crítica fuerte a los pastores. Él dice que ellos no se han hecho cargo del rebaño, se fueron con otros dioses y el pueblo se ha dispersado por la falta de pastor. Es por ello que  pondrá a su siervo David a cargo de este. Cumpliendo la promesa a David que era poner a un servidor suyo a pastorear su pueblo.

En torno a la paz y comunión para el pueblo, aparece en Ez 37, 23-28. Allí Yahveh promete que refundara al pueblo de la alianza, perdonando a los Israelitas de las infidelidades, purificándolos y prometiendo que ellos serán su pueblo y el su Dios. Además, vivirán una vida de comunión con él, obteniendo la tierra para asentarse,  practicaran los preceptos del Señor pastoreados por el rey Mesías esperado y  Dios tendrá una morada junto a ellos viviendo en comunión.

 Finalmente, en cuanto a la promesa del nuevo corazón fruto de la efusión del Espíritu de Dios, aparece es Ez 11,17-21 y en Ez 36,24-32. En el caso de Ez 11, 17-21 Yahveh promete que congregar a los que están dispersados a causa del exilio. A estos los llevara a la conversión y les dará un corazón nuevo poniendo un espíritu nuevo que transforme el  corazón de piedra en carne. Siendo así que ellos seguirán los preceptos del señor  y podrán vivir en comunión siendo ellos su pueblo y el su Dios. Ez 36,24-32 seguirá la sintonía de lo prometido anteriormente y se dirá que  Yahvé promete que tomar de entre las naciones a los Israelitas y los purificara. Luego les dará un corazón nuevo infundiendo el espíritu y los llevara a practicar los preceptos de Yahveh. Siendo así que a consecuencia de esto, se vivirá en comunión con Yahvé siendo su pueblo y el su Dios.

En suma, en Ezequiel encontramos que Yahveh promete una alianza a los desterrados Israelitas. El promete que reunirá a su pueblo corrompido bajo el cayado del David, les dará un corazón nuevo y les infundirá su espíritu fundando un nuevo pueblo, el cual vivirá con él en comunión.


Estas promesas se cumplen con la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Se suele decir que la venida del Espíritu Santo, es la consumación de la Nueva Alianza ya que en este suceso encontramos a Israel representado en los doce apóstoles (representantes de las doce tribus) y allí el Rey- Mesías, Jesucristo resucitado da el Espíritu Santo con el poder de perdonar los pecados. Esta infusión cambia el corazón de los apóstoles y empieza la vida de la iglesia. Siendo así que el gran fruto de la promesa de la Nueva Alianza es que Dios mora entre nosotros por la venida del Espíritu entregado por Jesús Rey-Mesías. Además, este último, reúne a los extraviados haciéndolos iglesia con la infusión de este Espíritu. Y además, les cambia el corazón, haciéndolos vivir en comunión con Él.

A modo de oración, te invito a leer, a la luz de lo leído anteriormente, el relato de Hc 2,1-42.En esta lectura te invito a preguntarte ¿qué me aporta de nuevo? ¿Alimenta en algo mi esperanza? ¿Cómo se podría vivir una iglesia fruto de la promesa del Espíritu?

Finalmente,  te invito a escuchar la canción: "Vida en abundancia", presentando a Dios lo descubierto en este día.



Autor: Lautaro Belloni, seminarista de la diócesis de Quilmes, Argentina

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