Hoy
vamos a poner el acento en la persona de Jesús. Para ello te voy a invitar a
leer Mc 8, 27-35 preguntándote ¿quién es Jesús para mí?
La
pregunta por el mesías y la nueva alianza era pregunta corriente en el antiguo
Israel. Mismo, los contemporáneos a Jesús esperaban que llegase un rey mesías
que reúna al pueblo de Israel, ya que confiaban en la promesa de Dios a David.
Yahveh le propone hacer una alianza poniendo a un sucesor suyo como fundamento
del nuevo pueblo de Dios.
En
el Nuevo Testamento, encontramos expresiones que confirman el mesianismo
davídico de Jesús. Por ejemplo cuando se lo llama “hijo de David”. También hay
relatos que explícita o implícitamente revelan el mesianismo de Jesús davídico,
los relatos de la entrada mesiánica.
Volviendo al tema principal, Jesús y la alianza, interesa que podamos observar la alianza en Marcos, ya que el libro del Apóstol hace un recorrido interesante. Inicia presentándonos a la persona de Jesús como el hijo amado de Dios (Cf: Mc 1,11). Aquel se la pasa haciendo el bien, llamando a sus discípulos (Cf: Mc 1,12-45) y anunciando la Buena Nueva sin ser reconocido como Mesías por los suyos. Solamente es reconocido por los demonios entre los relatos de Mc 1 y Mc 8. Siempre me gusta pensar, cuando leo alguno de estos relatos, que el autor bíblico quiso presentarnos a Jesús desde su opción fundamental, desde lo más profundo de su misión salvífica.
Luego
en Mc 8 Jesús hace una serie de milagros, como la multiplicación de los panes,
la pesca milagrosa y la curación del ciego, que llevan al punto clímax del
libro: el reconocimiento de su Mesianismo. Esto lo vemos en Mc 8, 27-30, allí se
plantea que Jesús le pregunta a los discípulos “¿quién dice la gente que
soy?”(Mc 8,27) y luego repregunta diciendo “¿quién dicen que soy?”(Mc 8,29).
Siendo así que Pedro lo reconoce diciendo “Tú eres el Mesías” (Mc 8, 29).
Finalmente, entre Mc 9-16, Jesús despliega todo su mesianismo, llamándose hijo de Hombre y a su vez llevando a cabo la alianza.
En el relato de la ultima cena y la pasión de Jesús, en todos los evangelios, corre en sus tintas el misterio de la nueva alianza. En el caso de Marcos, se observa que Cristo anuncia la institución de la Nueva Alianza en la Eucaristía de la siguiente manera: “Tomen, esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos. Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada.”(Mc 14, 22-24) Luego, el relato nos va llevando hacia el acontecimiento pascual que es la institución de la Nueva Alianza. La teóloga Mercedes Navarro Puerta, en su libro llamado “Marcos”, plantea que el relato de la pasión se presenta como un hecho “cósmico”. De tal relevancia que afecta a toda la historia. Y pues sí, ya que en la pasión Cristo se entrega en la Cruz como sacrificio perfecto, que selle una Nueva Alianza entre los hombres y Dios a partir del perdón de los pecados. Finalmente, en el relato de este evangelio se nos habla del reconocimiento del centurión y la resurrección.
En suma, en Marcos vemos que la persona de
Cristo y la alianza van de la mano. Es necesario reconocer a Cristo y su obra
para poder reconocer la obra salvífica que nos trae con la alianza.
Para terminar, te invito a leer Mc
8, 27-35. Pero con una condición: imagínate que estas dentro del relato, gustá
y sentí todo lo contemplas e imagínate que Jesús te pregunta al final “¿quién
soy yo para vos?”
¿Qué
le dirías?
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