Nos dice el Papa Francisco en el punto 6 de su carta Patris Corde: “San José era un carpintero que trabajaba honestamente para asegurar el sustento de su familia. De él, Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan que es fruto del propio trabajo.”
San José se ganaba la vida con la habilidad de sus manos. Y seguramente su taller fue testigo de muchas horas de trabajo, de oración, de las conversaciones compartidas con Jesús y María, de las veces que recibía y escuchaba con mucha atención las dificultades o preocupaciones de algunos de sus clientes.
Me gusta imaginar el taller de San José como un lugar cálido y de acogida, en el que no sólo entra el que necesita algo material sino también el que busca consuelo, palabras de aliento, compartir sus alegrías, acercarse a Dios. Eso es lo que José brindaba en su taller, esto es lo que aún nos sigue brindando hoy. Y es lo que estamos llamados a descubrir y a vivir en cada uno de nuestros trabajos, en ese lugar en el que Dios nos ha puesto, con las personas con las que nos ha confiado. Especialmente en este tiempo donde pareciera que el trabajo es sólo sacrificio, que su finalidad es sólo material y que es incompatible con el disfrute, el gusto, el placer.
Le pidamos a nuestro querido san José, patrono de los trabajadores, que interceda por los que han perdido su fuente laboral y que nos ayude vivir el trabajo con vocación de servicio, como el escenario en el cual podemos santificarnos.
Hna. Mercedes Vega, op
Hermanas Dominicas de San José
Para terminar te invitamos a escuchar este himno a San José (recomendación de la Hna. Mercedes)
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