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viernes, 19 de marzo de 2021

Boletín de San José N° 1: "Amar al modo de José"


Queridos lectores, en el año de San José queremos ofrecer un boletín en homenaje a San José para profundizar en el conocimiento de la vida de este gran santo, se publicará el día 19 de cada mes. A continuación les compartimos el boletín N° 1:

Estamos celebrando el año de San José desde el 8 de diciembre de 2020 al 8 de diciembre de 2021, recordando los 150 años desde que fue declarado Patrono de la Iglesia. El papa nos invita a conocer más a este hombre de pocas palabras, pero mucha acción, a quien Dios confió su casa y su más grande tesoro: su Hijo amado.

Sabemos de José que es hijo de David, el carpintero de Nazaret, esposo de María, padre en la tierra del Hijo de Dios, el hombre de los sueños, a quien Dios habla a través de sus ángeles, el que no encontraba posada, el del pesebre, el que le puso al Verbo hecho carne el nombre de Jesús, el extranjero en Egipto, el providente para la familia de Nazaret, el que la sostenía con su trabajo, y hoy sigue sosteniendo espiritualmente y materialmente a la Iglesia. De allí el conocido “Ite ad Ioseph”, Id a José, como el pueblo de Egipto acudió a José, hijo de Jacob y salvó la vida del hambre, Id a José, porque quien va a él no vuelve con las manos vacías, y aún más Id a José porque quien va a él se encuentra con Jesús y María.

Podemos decir muchas cosas de San José y a su vez parece que no lo conociéramos del todo, pues bien solemos decir que a alguien se lo conoce por lo que ama, lo que le apasiona, de lo que habla a los demás, aquello por lo cual su corazón late; si nos encontramos con una madre lo más probable es que nos hable de sus hijos, si nos encontramos con un docente de sus alumnos y las clases, con un científico tal vez de su último descubrimiento, y ¿si no encontramos con José? Seguro nos habla de Jesús y María.
Y de este amor, de esta forma de amar es lo que queremos reflexionar hoy.

José ante todo es el hombre que supo amar, con profundidad, hasta el último latido, hasta el último aliento, de una forma creativa protegiendo, rezando, trabajando, en lo que Dios le pidiese y como Dios se lo pidiese. José amó sin reservas, con una afectividad sana pero también en medio de confusiones y debilidades, tuvo que ejercitarse en el amor para llegar a amar de una forma libre y no posesiva.
En medio de un mundo tan herido por la violencia, el desamor, la traición, la falta de vínculos sanos, y el deseo de posesión de los demás José aparece para nosotros como ejemplo. Podemos dirigirnos directamente a Él, con confianza para que nos ayude a nosotros a aprender a amar…
Tu modo José es siempre un ejemplo…cuando supiste del embarazo de María tu corazón se desgarró porque la amabas, pero ese mismo amor te llevó a vencerte a vos mismo para no acusarla, porque querías su bien. Sentiste en tu corazón el amargo sabor de la traición, lloraste y la desesperanza y el desconcierto te hicieron dormir, pero Dios se apiadó de tu dolor y tuvo en cuenta tu justicia y fidelidad.
Te despertó en sueños y te contó la verdad, la Verdad que te hizo libre… pero ¡que dilema era esa Verdad! Una Madre Virgen, y un Padre que no era sino la sombra del verdadero, tu esposa no era tu esposa y tu Hijo no era tu hijo, entonces ¿quién eras? Te habrá sido difícil a vos mismo saberlo, pero la Esperanza en Dios y sus promesas, la misma de tu padre David, estaba en tu corazón. 

El Ángel te dijo que no te fueras, y no te fuiste, y te alegraste de no tener que alejarte para siempre de María, no la tenías como habías pensado, pero ¡sí la tenías! La tenías en el Amor verdadero, que no es poseer sino estar, estar siempre al lado buscando el bien del otro. Te pusiste al servicio con todo lo que tenías y eras, y te convertiste querido José en el más fiel de los servidores de tu Señor.
Las dudas ciertamente no te dejaron, Dios nunca te habló sino sólo en sueños, aún así ¡tuviste fe!, aquella certeza de lo que no se ve.

Aunque más bien ¡Dios sí te habló de frente! Cuando te pedía que lo alces, que lo abraces, que le des agua, que le enseñaras a trabajar con esas manos que habían creado el mundo. José viviste con las personas que más amaron en el mundo, y estuviste a la altura de esa casa y de ese amor.

José rezaste mucho y ¡le enseñaste al mismo Dios a decir Shemá Israel!
José fuiste fiel al más puro de los amores, con todas las potencias y fragilidades de tu humanidad. El hombre más íntegro de la historia, probado con el yugo del pecado original pero siempre firme en el bien. José el soñador, como el de Egipto, el carpintero, el justo, el padre de Dios, su custodio valiente, y el castísimo esposo de la Virgen María, enséñame a ser fiel aunque no entienda, a tener fe aunque no vea claro, a escuchar con obediencia la voz de Dios, y a amar sin poseer aunque duela.

Acompáñame José cada día con tu modo, y cuando despierte del sueño como vos, pero no ya acá sino en la eternidad abrázame como verdadero Padre mío que sos y amigo, abrazo que aprendiste de Jesús y María. Amén

Que de un modo especial en este mes que lo recordamos, san José nos alcance de Dios esta gracia de saber amar y las intenciones que quedan en los latidos de nuestro corazón.

Hna. Antonella Maciel, op

Hnas. Dominicas de San José


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