En este tercer domingo de Adviento compartimos la consagración de la diócesis de La Rioja realizada por Monseñor Enrique Angelelli a la Virgen del Valle.
Homilía de Monseñor Enrique Angelelli
El 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción de María, por invitación personal del Obispo de Catamarca, debí presidir la misa concelebrada en la Basílica de la Virgen del Valle de Catamarca. Por la tarde, de ese mismo día, después de la procesión, el Obispo, Mons. Torres, me invitó a que llevara en mis manos la Sagrada Imagen hasta su Camarín. Ambos Obispos, consagrábamos, una vez más, nuestras respectivas diócesis a la Santísima Virgen, uniéndonos así al Santo Padre que Él lo hacía en Roma, consagrándole la Iglesia Universal.
Viajé a Catamarca con una actitud de peregrino, como lo hicieron muchos hermanos riojanos que estuvimos ese día en Catamarca. No hubiera salido de la diócesis, el día de la Inmaculada, sino hubiese sido por el sentido de mi presencia en la diócesis hermana. Oramos especialmente por la Patria como lo habíamos dispuesto en la Asamblea del Episcopado.
Sentí fuertemente que llevaba conmigo a toda la diócesis de la Rioja. Mi oración de peregrino y de Obispo de La Rioja, fue orar por todos ustedes. Mi intención fue tenerlos a todos ustedes muy presentes junto a la Santísima Virgen del Valle. Por ustedes que están unidos a esta misa radial.
A la Virgen del Valle le fui contando mucho de lo que sentía interiormente durante todo ese día. Esto le fui diciendo:
- Que iluminara y bendijera a La Rioja para que no decaigamos en la Esperanza, en la fortaleza interior y en la unidad como pueblo.
- Que apartara de nosotros todo lo que nos divide y no nos ayude a madurar como pueblo.
- Que nos ayudara a reconciliarnos y renovarnos como lo buscamos lograr en este año santo universal.
- Que nos siguiera bendiciendo nuestra misión diocesana con la Visita de San Nicolás por todos los pueblos de La Rioja, ayudara a preparar interiormente a los pueblos que aún no ha llegado esta “visita” -que reciban el paso de Dios disponiendo las vidas de las personas y de los pueblos.
- Que ayude a convertir los corazones de aquellos hermanos que pretenden obstaculizar este “paso de Dios”, pretendiendo oponer un efímero poder humano al poder misericordioso, justo y reconciliador de Dios.
- Que ayude a nuestros hermanos “costeños” a reintegrarse a la plenitud de la “comunión eclesial” con la visita de San Nicolás, más allá de la osadía temeraria de quienes pudiesen impedir a este querido y sufrido pueblo la gracia y la paz de Dios Nuestro Padre.
- Por los hogares que sufren la ausencia de sus hijos y de sus padres; por quienes exponen la vida cada día por la felicidad de sus hogares, por la paz verdadera y la fraternidad evangélica de nuestra patria.
- Por quienes gobiernan, para que sean siempre servidores, justos, veraces, sacrificados y generosos en tan difícil misión.
- Que iluminara a quienes tienen la misión de cuidar un orden legítimo, justo y cristiano, no cargaran nunca en sus conciencias el haber hecho sufrir a inocentes, provocar un dolor irreparable en hogares de nuestra comunidad riojana y que los aparte siempre de la temeraria osadía de asumir un indebido
papel de jueces, señalando lo que es conforme a la doctrina cristiana y cuál debe ser la misión de la Iglesia.
- Que nos ayude a no caer en la tentación del miedo, de la cobardía, de la delación y la mentira, creyendo que son las armas verdaderas para construir la paz y la fraternidad querida por Jesucristo, su Divino Hijo.
- Que nos iluminará y nos ayudará para erradicar todo tipo de violencias de nuestro suelo trabajando por la justicia, que es así como se logra la verdadera paz que Cristo, su Divino Hijo, nos enseña en el Evangelio.
- Que bendiga y acompañe a nuestra juventud para que nunca se sienta frustrada, asuma con responsabilidad y desde los valores del Evangelio la tarea que debe asumir en esta hora y que tome cada vez más conciencia que a la paz y a la justicia se la construye con el esfuerzo, la generosidad de la vida, con el rechazo de todo lo que es mentira y superficialidad en la vida. Que sean testigos de la esperanza y que no cometan los mismos pecados privados y públicos que dolorosamente le legamos los adultos.
- Que bendijera a nuestros hermanos sacerdotes para que siempre con fidelidad, y con firmeza evangélica, con alegría y esperanza, con sabiduría y con visión de fe, acompañaran a nuestro pueblo en su madurez cristiana.
- Que nuestras hermanas religiosas vivan siempre con alegría su consagración, la fortalezca y las ilumine interiormente, les haga superar los obstáculos que encuentran en sus vidas y las haga fieles servidoras del pueblo que sirven, ayudándole a crecer en la Fe, en la Esperanza y en el Amor a Dios y entre hermanos.
- Que bendiga a nuestros hermanos laicos, para que no teman madurar cristianamente y asuman las responsabilidades concretas sin miedo, con fortaleza con sabiduría y fidelidad.
- Que bendijera a nuestras comunidades parroquiales y a nuestros pueblos, para que nunca el cansancio moral las paralice; para que la esperanza las estimule; para que la Palabra de Dios y la Gracia Sacramental las fortalezca y las haga misioneras.
- Que bendijera a nuestros enfermos, a nuestros hermanos más pobres y necesitados; a quienes sufre todo tipo de soledad.
- Que bendijera a nuestros hermanos que están trabajando en el campo de la cultura para que sean verdaderos iluminadores, constructores de una comunidad más justa y más fraterna, que se distingan por la sabiduría de sus vidas y por el servicio a su pueblo de donde provienen y son parte del mismo.
- Que bendijera a nuestros niños, que tienen aún tanto camino por andar; que los librara de los males que estamos padeciendo nosotros los grandes. Que cuando sean mayores, solamente se emulen por multiplicar y distribuir con justicia y equidad, el pan material, el pan de Dios y el pan de la cultura y
no por la construcción y distribución de armas para eliminarnos como hermanos.
- Que bendijera a nuestra patria para que los argentinos no sigamos en este doloroso camino de armas y muertes, que nuestra tierra argentina no siga engendrando hijos para la muerte sino para hacer florecer la vida de cada uno de sus habitantes.
Le pedí mucho por quien debe servirlos a ustedes como Obispo de Cristo.
- Que la Virgen me siga dando la fidelidad y la fortaleza para ser siempre fiel al Evangelio y al pueblo que me ha entregado para que lo sirva, lo acompañe y lo guíe desde la Fe.
Que me haga siempre testigo de la esperanza en medio de mi pueblo y que aumente en mí la capacidad para compartir sus alegrías y sus sufrimientos.
Que me siga prestando Su Voz y Su Palabra para brindársela a todos los que la quieran recibir, especialmente para los que no tienen voz.
A ella le consagré mi misión en esta diócesis el primer día de mi llegada a La Rioja, a Ella se la reiteré después de un buen camino andado; con esperanza, con alegría y con confianza. Ella sabe en Quien confío; como dice San Pablo, es en su Hijo Jesucristo.
Entre otras intenciones, así le fui rezando a la Virgen.
Así le fui consagrando la diócesis a la Virgen Inmaculada del Valle, el día 8 de diciembre.
Que la Virgen y San Nicolás nos siga acompañando en nuestro camino.
Monseñor Angelelli, 14 de diciembre de 1975, Tercero domingo de Adviento
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