Obra de Ada Mercedes Cid |
Macabeos 7,1-2.9-14. / Salmo 17(16),1.5-6.8.15. / Tesalonicenses 2,16-17.3,1-5.
Evangelio según San Lucas 20,27-38.
Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: "Maestro, Moisés nos ha ordenado: Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?". Jesús les respondió: "En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casarán. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él".
Homilía de Monseñor Enrique Angelelli, 8 de Noviembre de 1972 (Domingo 32 Ciclo C)
Acabamos de escuchar del Apóstol
San Pablo, en la carta que les dirigió a los cristianos de Tesalónica, lo
siguiente: "Hermanos: que N.S. Jesucristo y Dios nuestro Padre que nos amó
y nos dio gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza, os reconforte
y fortalezca en toda buena obra y en toda palabra buena" (Tes 2,15). Y así
es; "yo sé en Quien creo y en Quién he puesto mi confianza", nos dice
el mismo Pablo en otro pasaje de la Escritura. Hoy necesitamos los hombres,
poder decir esto de Pablo; poder apoyarse en quien no puede fallar; necesitamos
descubrir la dimensión del amigo y lo que significa el amigo en la vida;
necesitamos estar seguros que nos apoyamos en una Roca y no en arena que se la
lleva el viento y es escurridiza.
Vivimos situaciones en la vida,
donde la palabra parecería que ya no tiene valor; en que el "otro" no
sé si es digno de confianza o un delator; vivimos el desencuentro entre
hermanos, entre compatriotas, entre grupos; entre hermanos en quienes nunca
creíamos encontrar la infidelidad o la traición. Y Pablo, en su vida, como
innumerables hombres sellados por el bautismo, pueden decir: "Yo sé en
quién creo y en quién he puesto mi confianza". Sé por qué he jugado mi
vida y he renunciado a valores humanos para servir mejor a mis hermanos.
Y
porque a veces no podemos hacer esta afirmación de sabernos seguros en Quién,
en la vida, nos apoyamos, porque hasta Cristo ya no es el Señor y el Amigo de
la mente y el corazón nuestros, destilamos con nuestras palabras, con nuestras
actitudes, con nuestras acciones, la inseguridad, el miedo y la frustración de nuestra
vida.
Recuerdo que una tarde el Papa Juan XXIII - Juan el Bueno- le decía a un
intelectual francés, mientras le enseñaba el Observatorio Astronómico de
Castelgandolfo: "Mire, le decía, esos sabios astrónomos, para guiar a los
hombres se sirven de instrumentos complicadísimos; yo no los conozco; me
contento, como Abrahám, con avanzar en la noche, un paso tras otro, a la luz de
las estrellas, a la luz de la estrella de la Fe". Ésta era la
transparencia del alma de Juan el Bueno. El mismo que nos cuenta que una noche
no podía dormir agobiado por los problemas de su misión universal. De pronto,
se pregunta: pero bueno ... ¿quién es el gobierno de la Iglesia? ¿Eres tú, Juan,
o es el Espíritu Santo? .. Como es el Espíritu Santo ... duerme Juan.
Como ven, lo importante es ser
lúcido y dóciles al Espíritu de Dios para percibir lo que Él realiza en el
corazón de cada hombre y de todos los hombres, en el corazón de la comunidad
cristiana y en el mundo.Y un 25 de Enero de 1959, impulsado por el Espíritu
Santo, convocaba a todos los cristianos a un Concilio Universal. He traído estos hechos porque nos
ayudarán mejor a comprender lo que dice el apóstol Pablo: "Sé en Quién
creo y en Quién pongo mi confianza".
Acaba de clausurarse un Sínodo
Universal en la Iglesia. En el mismo, dos elementos han intervenido: Dios y los
hombres cargados con una misión de servicio del Evangelio. Hace cinco años se
clausuraba ese Concilio convocado por el Papa Juan y se lo lanzaba al mundo que
busca afanosamente su identidad, el verdadero sentido de la vida, "razones
para vivir y para esperar". En cinco años, cuántas cosas vividas en la
Iglesia y en el mundo; cuántos acontecimientos alegres y dolorosos; cada día
parecería que las "angustias y los dolores, las alegrías y las
esperanzas" de toda la humanidad le dan un lanzazo al costado de la
Iglesia, le dan un lanzazo al corazón de cada cristiano, para que le aseguremos
lo del apóstol Pablo: "Sé en Quién creo y en Quién puse mi
confianza". Cristo es el Liberador y Salvador en el sentido bíblico, y es
Quién le dará a cada hombre el sentido de su vida; pero ese Cristo habla por la
voz o en los silencios de cada hombre, de cada uno de nosotros, de ustedes que
están solos en el interior de La Rioja.
Amigo, Éste es el Amigo que no
falla; Éste es el Dios hecho carne en su carne. Éste es el Cristo crucificado
mientras usted y yo, nos llamemos opresores u oprimidos, buscamos dolorosamente
el día de nuestra resurrección, de nuestra pascua. No crea que es sin
importancia lo que le sugiero; píenselo. Aquí, en Él, debemos buscar las
soluciones para confraternizar, para construir la paz.
Con el Concilio se ha cerrado
definitivamente una época y se ha abierto otra. Un nuevo Pentecostés sacude a
la Iglesia y al mundo; todas las esclavitudes y todo dolor busca el camino de
una "nueva tierra y nuevos cielos". Son sistemas que caen
definitivamente abriéndose paso a otros nuevos que exigen la creatividad
nuestra. Se hará con mucho dolor porque el pecado y las estructuras de pecado
seguirán obstruyendo el paso a una nueva comunidad de hombres que nos amemos y
juntos construyamos la felicidad de todos. No crea que le digo frases bonitas
para los hombres de esperanza; no es una utopía, es la gran tarea exigida de
cada cristiano, de cada hombre que no renuncia a tener un corazón recto y
limpio. A usted y a mí se nos exigirá ojos limpios para ver, manos limpias para
construir, corazón limpio para amar, lengua limpia para anunciar la Buena Nueva
de Salvación, oídos abiertos para escuchar el clamor de Dios en cada riojano
que ha sido creado por Dios para participar de la misma mesa donde no falte ni
el pan que alimenta los cuerpos, ni la Eucaristía que da vigor a la vida y
estrecha a los hombres en hermanos.
El domingo pasado decíamos que
toca a las comunidades cristianas discernir a la luz de la Fe, los hechos y los
acontecimientos de la vida diaria y buscar las soluciones culturales, sociales,
políticas y económicas que cambien el actual estado de cosas. Cuando en
repetida veces, dijimos que hemos optado por una pastoral liberadora de nuestro
pueblo, no es más que tratar de hacer realidad lo que el Magisterio de la
Iglesia nos exige a todos los cristianos. Comprendemos las distintas reacciones
que un cambio cada vez más profundo va reclamando de todos nosotros si queremos
ser fieles al Evangelio. Todos sabemos que lo que se hace en la mentira, en el
aprovechamiento de posiciones o factores de poder mal ejercido, no construye,
destruye y ahonda el dolor de un pueblo. Ayudemos a que todos los esfuerzos sanos,
honestos, rectos y desinteresados para solucionar los problemas de nuestro
pueblo, sirvan para ir construyendo una sociedad según el Plan de Dios. Como
cristianos, jugarnos para construir una Rioja nueva, no es ajeno a la Fe; es
una exigencia; es un deber y un desafío de la hora histórica en que vivimos.
Me pregunto: ¿por qué se hace tan
difícil y casi un Vía Crucis conjugar el sufrimiento de nuestro pueblo al
buscar soluciones que den respuestas a los problemas graves en que vive?
¿Solamente son factores naturales? ¿Están en juego otros intereses que detienen
la marcha? Si cada día vamos perdiendo cada vez más la confianza en el hombre,
y se convierten en el pan de cada día la delación y la represión, pensemos a
tiempo, que por este camino no construiremos; ahondaremos un sentido de
frustración que puede tomar cualquier camino.
Hasta el domingo.
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