viernes, 14 de junio de 2019

Kerigma y Catequesis N° 3: "LA PEDAGOGÍA DE DIOS EN LA CATEQUESIS"


«Yo enseñé a Efraín a caminar, tomándole por los brazos... Con lazos humanos los atraía, con lazos de amor, y era para ellos  como los que alzan a un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia él y le daba de comer» (Os 11,3¬4). 

«Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le preguntaban sobre las parábolas. El les dijo: A vosotros se os ha dado el misterio del Reino de Dios. A sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado» (Mc 4,10¬11.34).

Hola a todos, nos encontramos después de un tiempito un poco largo, pero esperemos que ahora sigamos encontrándonos más seguido. En esta oportunidad vamos  tocar el tema de la Pedagogía de Dios, como camino de encuentro entre Dios  y el hombre. 
La catequesis utiliza o debe utilizar mucho de esta pedagogía para que Dios pueda encontrase con este hombre actual, resaltando que la catequesis es el nexo entre Dios  y los Hombres.

GESTOS PATERNALES DE DIOS

 «Como a hijos os trata Dios; y ¿qué hijo hay a quien su padre no corrige?» (Hb 12,7).
                
La salvación de la persona, que es el fin de la revelación, se manifiesta también como fruto de una original y eficaz «pedagogía de Dios» a lo largo de la historia. En analogía con las costumbres humanas y  según las categorías  culturales de cada tiempo, la Sagrada Escritura nos presenta a Dios como un padre misericordioso, un maestro, un sabio  que toma a su cargo a la persona —individuo y comunidad—  en las condiciones en que se encuentra, la libera de los vínculos del mal, la atrae hacia sí con lazos de amor, la hace crecer  progresiva y pacientemente hacia la madurez de hijo libre, fiel y obediente a su palabra. A este fin, como educador genial y previsor, Dios transforma los  acontecimientos de la vida de su pueblo en lecciones  de sabiduría   adaptándose a las diversas edades y situaciones de vida. A través de la instrucción y de la catequesis pone en sus manos un mensaje que se va transmitiendo de generación en generación, lo corrige, convierte en formativas las mismas pruebas y sufrimientos. En realidad, favorecer el encuentro de una persona con Dios, que es tarea del catequista, significa poner en el centro y hacer propia la relación que Dios tiene con la persona y dejarse guiar por Él. 

Es por ello que la catequesis siempre debe ser un lugar de acogida del otro, debemos partir de ese Otro al que vamos a dirigirnos. Dios Padre, utilizo signos visibles, palabras, gestos para poder acercarse al hombre  y tocar su corazón. Debemos hacer de nuestra práctica catequística un lugar cargado de signos cercanos que interpelen el corazón de nuestros catequizandos. 



EL GRAN MAESTRO

Llegada la plenitud de los tiempos, Dios  envió a la humanidad a su Hijo, Jesucristo. Con las  palabras, signos, obras de Jesús, a lo largo de toda su breve pero intensa vida, los  discípulos tuvieron la experiencia directa de los rasgos fundamentales de la «pedagogía de Jesús», consignándolos después en los evangelios: la acogida del otro, en especial del pobre, del pequeño, del pecador  como persona amada y  buscada por Dios; el anuncio de la misericordia del Padre; un estilo de amor tierno y fuerte que libera del mal y promueve la vida; el empleo de todos los recursos propios de la comunicación interpersonal, como la palabra, el silencio, la metáfora, la imagen, el ejemplo, y  otros tantos signos, como era habitual en los profetas bíblicos.

En la boca del catequista vuelve a resonar siempre el primer anuncio: « Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte. Anunciar a Cristo significa mostrar que creer en Él y seguirlo no es sólo algo verdadero y justo, sino también bello, capaz de colmar la vida de un nuevo resplandor y de un gozo profundo, aun en medio de las pruebas. 

Jesús es el Pedagogo por excelencia, y nosotros debemos ser capaces de poder profundizar en  su persona para poder imitarlo. La catequesis debe estar impregnada de esta pedagogía, saber cómo Jesús enseñaba a sus discípulos, nos brinda herramientas  y recursos para poder llegar más a los catequizandos.   


EL ESPÍRITU SANTO, COMO ANIMADOR DE LA MADUREZ CRISTIANA

 En la escuela de la Palabra de Dios acogida en la Iglesia, gracias al don del Espíritu Santo enviado por Cristo, el discípulo crece como su Maestro en «sabiduría, edad y gracia ante Dios y ante los hombres» (Lc 2,52) y es  ayudado para que se desarrolle en él la «educación divina» recibida, mediante la catequesis y las aportaciones de la ciencia y de la experiencia. Se puede decir que la pedagogía de Dios alcanza su meta cuando el discípulo llega «al estado de hombre perfecto, a la madurez  de la plenitud de Cristo» (Ef 4,13). Por eso no se puede ser maestro y pedagogo de la fe de otros, sino se es  discípulo convencido y fiel de Cristo en su Iglesia. Eh aquí nuestra verdad como catequista discípulos que somos. DISCÍPULOS, no maestros, el gran MAESTRO es Jesús, nosotros solo simples instrumentos de su amor, para hacer que otros puedan acercarse a Él. Nuestra tarea es poder acompañar los procesos de madurez de nuestros catequizandos, para que ellos, guiados por el Espíritu crezcan en Fe, Esperanza  y Caridad.

No sería correcto interpretar este llamado al crecimiento exclusiva o prioritariamente como una formación doctrinal. Se trata de « observar » lo que el Señor nos ha indicado, como respuesta a su amor, donde se destaca, junto con todas las virtudes, aquel mandamiento nuevo que es el primero, el más grande, el que mejor nos identifica como discípulos: « Éste es mi mandamiento, que os améis unos a otros como yo os he amado » (Jn 15,12)

IGLESIA, COMUNIDAD QUE ENSEÑA

La comunidad cristiana es en sí misma catequesis viviente. Siendo lo que es, anuncia, celebra, vive y permanece siempre como el espacio vital indispensable y primario de la catequesis. La Iglesia ha generado a lo largo de los siglos un incomparable patrimonio de pedagogía de la fe: sobre todo el testimonio de las catequistas y de los catequistas  santos; una variedad de vías y formas originales de comunicación religiosa como el catecumenado, los catecismos, los itinerarios de vida cristiana; un valioso tesoro de enseñanzas catequéticas, de expresiones culturales de la fe, de instituciones y  servicios de la catequesis.

La catequesis debe insertarse en una comunidad en concreto, no podemos concebir la catequesis aislada, y separada de la realidad de su comunidad. Es necesario que nuestros catequizandos se sientan parte de una comunidad. Por eso las actividades, los retiros, las charlas, etc., deben hacerse en una comunidad y ellos deben participar de las actividades de la misma. No es posible que hallan actividades simultáneas de jóvenes, a lo cual ponemos en la difícil tarea de tener que decidir a qué actividad participar, sumándole la presión  de la asistencia obligatoria a veces por parte de la catequesis.  Crear un ambiente donde la catequesis y la comunidad juntas ayuden  a madurar la de Fe de todos.

En Síntesis

La catequesis, en cuanto comunicación de la Revelación divina, se inspira radicalmente en la pedagogía de Dios  y como tal:

– reconoce la centralidad de Jesucristo, Palabra de Dios hecha carne, por  la que el Evangelio se ha de proponer siempre para la vida y en la vida de las personas;
– reconoce el valor de la experiencia comunitaria de la fe, como propia del Pueblo de Dios, de la Iglesia;
– se enraíza en la relación interpersonal y hace suyo el proceso del diálogo;
– se hace pedagogía de signos, en la que se entrecruzan hechos y  palabras, enseñanza y experiencia;
– encuentra tanto su fuerza de verdad como su compromiso permanente de dar  testimonio en el inagotable amor divino, que es el Espíritu Santo, ya que ese amor  de Dios es la razón última de su revelación. La catequesis se configura de este modo como proceso, emprendido con vistas a alcanzar la madurez en la fe y las posibilidades y necesidades de cada uno.

Otra característica de la catequesis, es la de una iniciación mistagógica, que significa básicamente dos cosas: la necesaria progresividad de la experiencia formativa donde interviene toda la comunidad y una renovada valoración de los signos litúrgicos de la iniciación cristiana. Muchos manuales y planificaciones todavía no se han dejado interpelar por la necesidad de una renovación mistagógica, que podría tomar formas muy diversas de acuerdo con el discernimiento de cada comunidad educativa. El encuentro catequístico es un anuncio de la Palabra y está centrado en ella, pero siempre necesita una adecuada ambientación y una atractiva motivación, el uso de símbolos elocuentes, su inserción en un amplio proceso de crecimiento y la integración de todas las dimensiones de la persona en un camino comunitario de escucha y de respuesta. Es decir, enriquecer nuestro espacio con celebraciones litúrgicas, o una mayor apertura de esos contenidos y elementos al desarrollo de nuestra practica catequística.

LA MISIÓN, UN   ESTILO DE VIDA

No podemos dejar de concebir a la catequesis con una finalidad clara: LA MISIÓN. 
El envío misionero del Señor incluye el llamado al crecimiento de la fe cuando indica: «enseñándoles a observar todo lo que os he mandado» (Mt 28,20). La evangelización también busca el crecimiento, que implica tomarse muy en serio a cada persona y el proyecto que Dios tiene sobre ella. Cada ser humano necesita más y más de Cristo, y la evangelización no debería consentir que alguien se conforme con poco, sino que pueda decir plenamente: « Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí » (Ga 2,20). Así nos lo indica el Papa Francisco, es por esto, que debemos suscitar en el corazón de nuestros catequizandos en amor al Evangelio, para salir y anunciar con Fe, Esperanza  y Amor un Dios que nos amó, nos ama  y siempre nos amara.

Espero que les guste este material y les sirva para que sigamos creciendo en la visión de una catequesis que se hace entre todos, una catequesis Kerigmática que tiene a la Trinidad presente en todo su quehacer. Catequista no te olvides que eres parte fundamental de todo este proceso, profundiza siempre más  y más, no te quedes solo con un “Eso ya lo sé” sino consiente que estamos en camino y cada día se puede aprender más. Que Dios los bendiga mucho, unidos en la Oración.

Bibliografía:

Directorio Catequístico General, Cap. l, n° 139-143.

Evangelii Gaudium, La Alegría del Evangelio Cap. lll, N°  IV Una Evangelización para la profundización del kerigma

Enzo Villavicencio
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2 comentarios:

  1. Excelente para trabajar en nuestro interior de catequista, de persona que somos pecadores, y para poder tener empatia con el otro, con nuestros catequizando y respetar sus procesos.

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    1. Exacto, tomar conciencia de Nuestra realidad débil y redimida por Jesús así podemos mirar a los demás con otros ojos me alegro que lo hallas podido ver asi Bendiciones

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