Celebramos, hoy, la festividad de la
Santísima Trinidad. Este es el Misterio fundamental para el Cristianismo. Es el
alma de todo el Evangelio de Cristo y la VIDA del REINO de Dios que se revela y
se desarrolla en todo el Nuevo Testamento. Es el adorable misterio de Dios:
Padre, Hijo, Espíritu Santo. Para ayudarnos a esta reflexión dominical
relataremos un hecho muy significativo y cargado de sugerencias para la
meditación. El hecho es el siguiente: un hombre de pueblo acababa de bautizar a
su hijito recién nacido; luego del bautismo regresa a su casa; la esposa recibe
al hijo, y juntos se dirigen a la habitación matrimonial; una vez allí, colocan
al niño en la cama matrimonial; luego ambos esposos se ponen de rodilla;
descubren el pechito del hijo y con mucha piedad besan al niño en el pechito.
Unos amigos que los acompañaban, al contemplar esta escena se sonríen con algún
gesto de sorpresa. El padre del niño los mira y con mucha delicadeza les dice:
ustedes no entienden lo que acabamos de hacer con mi esposa... por eso se ríen.
Acabamos de dar un beso a la Santísima Trinidad porque por el bautismo ha
elegido a nuestro hijito para convertirlo en su propio templo para siempre.
Nuestro hijo es un cristiano, y acaba de ser hijo, también, por este bautismo
de la Iglesia... Esta pareja había entendido bien lo que
dice Cristo en el Evangelio: “...y vendremos a él (el hombre) y pondremos
nuestra morada en él...”. Es decir: vendremos el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo y convertiremos esta criatura en nuestra casa.
Por eso nuestra actitud interior deberá ser
en esta reflexión la misma que la de estos esposos: la de adoración al Dios
vivo y presente en cada hombre, porque allí está el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo habitando en su propia casa por las aguas regeneradoras del
bautismo. Esto sucede cada vez que derramamos el agua bautismal en cada niño o
adulto que bautizamos. Casi diría que esta actitud la queremos hacer de
rodillas, como la de estos padres. Porque sabemos que en Dios que es Padre,
Hijo y Espíritu Santo existimos y nos movemos.
Y para nuestra reflexión es útil recordar
que en nombre de la Trinidad bautizamos; en nombre de la Trinidad ungimos la
frente del joven cuando lo confirmamos para hacerlo Testigo de la Vida que le
ha regalado Dios al Hombre por Cristo; en nombre de la Trinidad trazamos la
cruz en el sacramento de la reconciliación cuando confesamos nuestros pecados;
en nombre de la Trinidad consagran el amor los novios en el sacramento del
matrimonio; en nombre de la Trinidad imponemos las manos sobre las cabezas de
los nuevos sacerdotes para consagrarlos; en nombre de la Trinidad celebramos la
Eucaristía y en su nombre consagran sus vidas las mujeres y los varones que
asumen la vida religiosa; en nombre de la Trinidad ungimos los sentidos de los
enfermos; en nombre de la Trinidad ponemos una cruz en cada sepulcro de
nuestros muertos; en nombre de la Trinidad bendecimos todo cuanto hace el
hombre y toda criatura o cosa de la creación para servicio del hombre y
glorificación de Dios.
En nombre de la Trinidad iniciamos el día,
bendecimos los alimentos que comemos y cerramos cada jornada por la noche antes
de entregarnos al descanso. La misma Iglesia nace de la Trinidad: del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La Iglesia es hija de la Trinidad. El
cristiano es hijo de la Trinidad. Esta verdad del nacimiento de la Iglesia en
la Trinidad es fundamental para comprenderla y comprender su misión en el
mundo. Desde aquí comprenderemos mejor toda la obra colosal llevada a cabo
por el Concilio Vaticano II.
Más aún, toda la creación; todo cuanto nos
rodea está marcado y sellado por la presencia de Dios Trinitario. El que tiene
alma contemplativa podrá descubrir las huellas de Dios Padre que crea y saca de
la nada a la existencia todo cuanto existe. Descubriremos que el Hijo,
Jesucristo es quien reconcilia, redime, salva, libera, lleva a toda la creación
a la armonía rota por el pecado del hombre. Es el Espíritu Santo que purifica,
reúne lo disperso, santifica, convoca a los hombres a vivir en fraternidad y
comunión entre sí para hacer un pueblo nuevo que sea santo, sacerdotal y señor
de las cosas. Nos hace verdaderamente el Pueblo de la Trinidad.
Esta presencia viva de la Santísima
Trinidad en el corazón del cristiano es el secreto que hace fuerte a los
mártires; que le da fuerza a todos los que trabajan por la justicia y el
encuentro entre los hombres; es quien le da sabiduría y fortaleza para que los
pueblos luchen para ser respetados y considerados como templos vivos de la
Trinidad; es aquí donde encuentran sentido la vida de los consagrados que entregan totalmente la vida
al servicio de sus hermanos; es aquí donde se mantienen frescos y permanentes
los valores eternos escondidos en el corazón del Pueblo. Todo lo abarca y todo lo llena la presencia
y la acción del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Frecuentemente
encontramos hermanos nuestros que se sorprenden o no entienden todos estos
gestos que acabamos de señalar. La respuesta es fácil: existe la presencia de
ALGUIEN que es la Trinidad que infunde VIDA, FORTALEZA, ESPERANZA, LUZ y un
profundo y operante AMOR para que se lleven a cabo las más profundas
transformaciones. En pocas palabras; es aquí donde estaba el secreto de esos
padres que besaban el pechito del niño. Ellos habían comprendido todo esto. Con
un gesto simple nos enseñaban una profunda lección para la vida.
Jamás podrá arrancarse del corazón del
hombre cristiano o de corazón recto, a este Dios Trinitario que misteriosa y
eficazmente obra en el corazón de cada hombre y en el corazón de cada pueblo.
Comprender y explicar en sentido profundo, la historia y los gestos de nuestro
pueblo riojano, sólo lo podremos hacer si lo sabemos ver con ojos iluminados
por esta realidad: El Dios Trinitario que camina con su pueblo. Podemos decir
que nuestro pueblo riojano es hijo de la Trinidad, porque fue bautizado en su
Nombre que es: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Qué pobres somos y cómo, a veces nos
equivocamos, cuando pretendemos juzgar a la Iglesia de la Trinidad con razones
puramente humanas o considerarla como simple Institución humana. Más allá de lo
que los hombres podemos equivocarnos como fruto de la limitación humana o de
nuestros pecados personales, sin embargo nos debe alentar y darnos una serena
paz interior el saber con certeza que existe una presencia viva y verdadera del
Espíritu Santo que anima y asiste permanentemente a la Iglesia como Cristo la
fundó, para que la VIDA TRINITARIA traída al mundo por Cristo, sea cada vez más
abundante y plena en el corazón de los pueblos. cumplimiento de su misión, para
que los hombres y los pueblos sean siempre templos vivos de Dios y tratados
como a tales. Aquí debemos ubicar el gran servicio que presta a la humanidad
cuando señala todo aquello que atenta contra la dignidad del hombre y de los
pueblos y que no los hace libres y felices sino desgraciados y esclavos. El hombre no ha
sido creado, redimido y santificado por la Trinidad para ser esclavo sino
libre; para ser feliz y no oprimido; para ser protagonista de su propio destino
y no obsecuente. Solamente adorarás a Dios y a Él sólo servirás nos enseña el
primer gran mandamiento; con toda tus fuerzas, con tu mente y corazón y el
segundo, semejante a éste; esto mismo harás con tu hermano, que es todo hombre.
Por eso, también, todo esto nos recuerda
que la Iglesia no puede ni debe reducir su misión a los templos materiales;
allí deberá cumplir su gran misión litúrgica; pero no acaba allí su misión,
sino que comienza y termina donde se juega la vida de cada hombre y de cada
pueblo, que va más allá de los muros del templo. Todo esto nos debe hacer
reflexionar ante hechos dolorosos que son fruto de confusiones e intereses
egoístas que están en juego. Bendigamos al Dios de la Trinidad que todas las
cosas y realizaciones que se vienen haciendo para que nuestro pueblo sea feliz
y hermanado, pero con actitud crítica positiva y constructiva; por tanto,
ayudemos a que en el seno de nuestra comunidad riojana, como lo debe ser de
toda la comunidad argentina, desaparezcan situaciones y realidades que nos deben
avergonzar como pueblo y es ofensa grave a Dios que es Padre, Hijo y Espíritu
Santo. Miremos la vida y todo nuestro proceso con ojos sencillos y corazón
recto para que no nos autoengañemos. Convenzámonos que Dios Trinitario es quien
y en quien fuimos marcados por el bautismo haciéndonos un pueblo nuevo, es el
Dios de la Verdad, de la Luz, de la Vida, de la Justicia, de la Esperanza, de la
Misericordia y del Amor. No es el Dios que nos llama a construir con lo que es
fruto de la mentira, de la injuria y de la explotación del hombre por el
hombre.
Nuestro Dios Trinitario es Padre celoso de
su Pueblo. Pero seguimos creyendo firmemente y esperando serenamente que en
este Año Santo, más allá de nuestras pequeñeces, florecerá un nuevo amanecer
para la vida de nuestro pueblo riojano. El Espíritu Santo sopla donde quiere y
cuando quiere. Esto me da certeza para afirmar que en el corazón de nuestro
pueblo, aunque lentamente, el Espíritu Santo ya viene realizando “hechos” y
“gestos”, que preanuncian acontecimientos felices.
Finalmente Amigos: la más estupenda prueba
de AMOR del Dios Trinitario ha sido regalarnos a los hombres a CRISTO, la Segunda Persona
de la Trinidad. Este Cristo sigue presente entre nosotros como Señor de la
historia. Una de las presencias de Cristo entre los hombres, la más estupenda,
es su presencia en la EUCARISTÍA.
Allí está real y verdaderamente presente
bajo las apariencias de pan y vino. También los cristianos celebramos de una
manera especial la festividad del Santísimo Cuerpo de Cristo; la llamamos,
también la fiesta del “Corpus”. Será el próximo jueves. Este año queremos darle
un sentido especial. En la Eucaristía los hombres nos encontramos como
comunidad fraternal y desde ella salimos para construirla con nuestros demás
hermanos. En la Eucaristía celebramos el gran encuentro fraternal; es la Pascua
de la reconciliación. Además, como argentino, celebraremos un Congreso
Eucarístico Nacional en Salta. Todos esperamos que este Congreso sea para la
Argentina lo que fue el Congreso del 1934 para la Argentina de
entonces. Por eso les indico lo siguiente:
1. Traten todas las comunidades
parroquiales de tener un Triduo preparatorio a la celebración del Corpus, de la
manera que ustedes lo juzguen mejor.
2. En el Día de Corpus, jueves próximo, en
la ciudad de La Rioja, celebren las misas solamente por la mañana. Por la
tarde, este año haremos la Procesión con el Santísimo Sacramento en torno a la
Plaza 25 de Mayo finalizando con la gran celebración en la Catedral.
3. Pidamos a Cristo Eucarístico para que en
la Argentina y en La Rioja se realicen los grandes objetivos del Año Santo, así
como lo quiere Dios. Pidamos también, para que el próximo Congreso Eucarístico
no sea una manifestación solamente externa, sino el punto de partida para una
Patria que se reencuentra como pueblo en la construcción de una Argentina que
sea capaz de hacer felices a todos los argentinos. Pidamos,
finalmente, por aquellos hermanos nuestros, que pudiendo estar ofuscados y
enceguecidos por otros intereses, vean la luz y se sumen a la construcción de
una Rioja de la que todos nos debemos sentir protagonistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario