Cuatro meses después de su regreso a Argentina, el padre José Américo
Orzali es asignado como Teniente Cura de la parroquia Nuestra señora de la
Piedad. El párroco de aquel
lugar, de edad avanzada, estaba enfermo; por lo que el recién ordenado tuvo que
asumir las tareas de confesor, asesor de movimientos, catequista, administrador
de los sacramentos, predicador… En aquel tiempo, el templo parroquial estaba en
construcción, y por distintos motivos, varias veces la obra estuvo parada. El
padre Orzali, reanudó aquella empresa.
En todo, el sacerdote se muestra enérgico y con un celo infatigable.
Dos amores tiene su corazón sacerdotal: el confesionario, del cual no se
separaría hasta deteriorada su salud; y los niños, a quienes consideraba «la
esperanza de la patria, las delicias de Jesús y la niña de los ojos de la
Iglesia» (Entraigas, 45). Incansable, era común verlo diariamente frente al
grupo de infantes, enseñándoles y repartiéndoles caramelos y estampas.
Dos situaciones debió afrontar el joven cura. En Buenos Aires estallo
el cólera, de forma espantosa y aterradora. No había vacunas, ni penicilina, ni
sulfamida. Con las herramientas que tenían, los médicos enfrentaban día y noche
la enfermedad. Junto a ellos, el cura de la Piedad consolaba a los familiares
que perdieron un ser querido, a los moribundos los preparaba para la muerte, a
los enfermos los fortalecía con su palabra y su oración. Sin temor al contagio,
José Américo arriesgaba su vida para llega al lecho de los sufrientes. Varias
veces tuvo que romper el cordón sanitario, para llegar. A su regreso, los
policías lo saludaban con veneración y respeto. Nunca dijo que no, Orzali,
cuando se trataba de asistir a un enfermo.
El otro acontecimiento, fue la sanción de la Ley del Matrimonio Civil. Mientras
su Obispo, Mons. Aneiros daba discurso en las cámaras, Orzali predicaba,
enseñaba y escribía artículos sobre la sacramentalidad del matrimonio. Su
famoso artículo, “Matrimonio Civil”, es un alegato a favor de la estabilidad de
la familia, y el carácter de sacramento del matrimonio.
Hasta 1890, en que desapareció el diario “La Unión”, el padre José
Américo fue un colaborador entusiasta y constante del periódico de José Manuel
Estrada. Comprendió que era hora decisiva para defender los ideales de su alma,
y vio en La Unión, un medio eficaz para hacerlo. Más tarde seguirá escribiendo
para otros periódicos, y creará una revista.
Llevando dos años de apostolado sacerdotal, Mons. Aneiros lo cita al
palacio arzobispal. Una nueva empresa es encomendada al cura Orzali.
Martín Sillero
CALATAYUD, Ángel (1960). Rosas. Ediciones Rosarinas. Buenos Aires,
Argentina.
CASTRO, Ana E. (1998) José Américo Orzali. Fundador, Obispo y
misionero. Arzobispado de San Juan de Cuyo. San Juan, Argentina.
DE JESÚS, María Araceli. (2012). Padre y Pastor: Vida y obra de Mons.
Américo Orzali. Ágape Libros. Buenos Aires, Argentina.
ENTRAIGAS, Raúl A. (1949) El Buen Pastor de Cuyo. 2da edición.
Editorial Difusión. Buenos Aires, Argentina.
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