Queridos amigos en el marco de la beatificación de Monseñor Enrique Angelelli y compañeros mártires, comparto a continuación dos cartas: una del beato y mártir Monseñor Angelelli y otra del Siervo de Dios Cardenal Eduardo Pironio.
La
Rioja, 30 de abril de 1976
Al Flamante Cardenal
Emmo. Eduardo Pironio
ROMA
Querido Eduardo:
Quedó flotando un abrazo de
amigo en la Basílica de Luján cuando te marchabas para estar junto a PABLO. Hoy
la noticia de tu cardenalato me llena de alegría y desde estos austeros cerros riojanos
vuela el mismo abrazo para entregárselo al hermano y amigo a quien el Señor lo
llama a servir desde el centro de la unidad y del amor.
Te decía que trataras de que
tus pies no se pegaran con el asfalto de la plaza de San Pedro, sino que se
mantuvieran ágiles para estar prontos a rumbear por los cuatro vientos del
mundo y seguir siendo un testigo de la ESPERANZA y de la unidad eclesial. Estoy
seguro que esa púrpura no impedirá que tus pies de evangelizador se enrieden en
ella; todo lo contrario, el Señor y María (la de Luján) – la misma Madre de
Jesús – te sigan enseñando por dentro que nuestro llamado es SERVIR y ayudar a
los hombres a ser FELICES como Jesús quiere. Me hubiera gustado contarte
“cosas” de la paisanada de estos lares para distraerte un poco de tus grandes
responsabilidades. Pero lo dejaré para otra oportunidad. Hoy quiero unirme a la
alegría de la Madre Iglesia al haberte señalado para que cargues ese símbolo de
“martirio” y de “fidelidad”. Lo felicito al Santo Padre por esta elección. Si
no te es difícil hacerlo me gustaría que se lo digas.
Sí quiero ofrecerte lo que en
este momento tengo. Mi diócesis es duramente probada.
Sacerdotes y religiosas encarcelados – personalmente estoy sometido a un
control humillante. Sigue esta Iglesia con los dolores de la Cruz. Sigue, más
allá de los límites de esta Rioja, el “silencio”. El Señor me sigue dando paz,
aunque dolorida, como costándole florecer en pascua. Sigue demorándose la
aurora y mi gente arracimándose para no caer en la tentación de “cansarse”.
Por eso florece más mi alegría
al saber que eres elegido para ayudarle a Pedro a continuar siendo testigo de
la Pascua. Esto te ofrezco: la pobreza de nuestros dolores esperanzados. Por la
Iglesia; por el Papa; por Ti; por esta Patria nuestra; por nuestro Episcopado;
por tantos hermanos que dudan de la Iglesia y sin embargo esperan. Acabo de
enviarle a Zazpe los últimos informes de lo que acaece aquí. Le digo que
disponga de mi persona; que quizás ha llegado la hora de Dios para que haga
esta opción. Por cierto que no es mi intención empañar tu acontecimiento salvífico que está hablando muy claro de lo que el Señor quiere de tu
episcopado.
A la carta del Santo Padre se la silenció
intencionalmente; respeto y guardo silencio ante este hecho; pero estamos aquí
recogiendo las consecuencias. Sí me dolió profundamente cuando se me dijo que
era infiel al Papa. Comprenderás por qué te digo que te ofrezco lo único que
tengo. Es duro tener que seguir clarificando que soy “católico” y que no soy
“comunista” ni “subversivo”.
Querido Eduardo: los arenales de mi Rioja
se están adormeciendo y los cerros del Velazco se envuelven en un silencio
contemplativo. Todo esto me ayuda mucho a rumiar su mensaje que no es otro que
lo del salmo ocho. De tanto perderse en los cerros uno acaba por ser vaqueano y
las cicatrices que vamos juntando se convierten en capítulos de ese libro de la
sabiduría que no acabamos de aprenderlo. Cuando vayas a San Pedro, después de
esta carta, te pido que recites el Credo ante la tumba de Pedro; si sigues
rezando el rosario por la Plaza, acordate que te acompaña un hermano y amigo
desgranando el mismo rosario.
Si haces un recordatorio, mándame uno. A
cambio de un abrazo, bendíceme.
N.B. Te saluda toda la diócesis, curas,
monjas y laicos.
Enrique
Angelelli
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ROMA 4 DE AGOSTO DE 1976
EXMO. Y RVMO. MONSEÑOR ENRIQUE ANGELELLI
OBISPO DE LA RIOJA
Mi
Querido Angelelli:
El misterio
de la Pascua –con todo lo que tiene de cruz y de esperanza- se ha clavado en tu
iglesia particular y en el corazón sensible de su pastor por eso van estas
líneas quiero estar a tu lado, en silencio como maría, tratando de compartir tu
pasión, asegurarte mi amistad y ofrecerte mi oración.
Es inútil que te diga cosas, tú las sabes
y las hemos conversado juntos tantas veces. La muerte en tu diócesis, de dos
sacerdotes, tuyos y míos, me hace pensar en la Pascua:
en la pacificación por la sangre de la cruz, como diría San Pablo a los
Colosenses, o en la comunión en Cristo de los dos pueblos separados, mediante
la muerte que derriba el muro de enemistad para hacer de él el verdadero hombre
nuevo. (Ef, 2).
La Pascua es siempre fecunda, con la
fecundidad del grano de trigo que muere para que fructifiquen las espigas y con la seguridad de que cada día es pascua entre nosotros: porque cada
día Cristo prolonga su pasión en la historia y el gozo de su resurrección.
Cristo vive, mi querido Angelelli. Es inútil que los hombres pretendan
ignorarlo. Lo importante es que nosotros lo anunciemos con la palabra, lo
testifiquemos con la vida y lo confirmemos con el gozo de la sangre derramada.
Ayer precisamente leíamos en el evangelio
de la misa: “ánimo, soy yo, no tengan miedo”. Con la sencillez de un hermano y
de un amigo te aseguro la presencia del señor resucitado. No tengas miedo. Vive
la serenidad y el gozo de la esperanza.
Roma –que tú conoces piedra a piedra y que
amas tan hondamente con tu corazón de obispo- nos enseña que la iglesia se
plantó en la fe y el amor de los apóstoles y fue amasada con su sangre.
Desde aquí te envío un abrazo fraterno,
extensivo a tus sacerdotes y religiosas, y mi bendición en Cristo y maría
santísima.
CARDENAL
E. PIRONIO
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Me parecece un Verdadero testimonio de Cristiandad Católica y de Amor Cristo Jesús y a su Iglesia !!!
ResponderEliminarImpresionante!!!!! Que testimonio de vida!!!!
ResponderEliminarUna amistad vivida en "la serenidad y el gozo de la esperanza". Gracias
ResponderEliminarQue ejemplo ser siervo de Dios. Palabras que calan muy hondo para un cristiano, en ambas cartas.
ResponderEliminarUna MARAVILLA, GRACIAS!
ResponderEliminarAngelelli y Pironio fueron signos de la gracia de Dios en el mundo. Profetas, Sacerdotes y Reyes del Reino de Dios!
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