Domingo de Ramos, 1974 - Mons. Angelelli
Amigos y Hermanos
radio oyentes de L.V.14.
En este Año Santo
hemos venido preparando esta Pascua. Hoy, con este domingo de Ramos entramos a
vivir la Semana Santa. Dios, Nuestro Padre, nos ha venido regalando un “tiempo
fuerte” de oración y de gracia, que ha sido la Cuaresma. Porque prepararse para
celebrar la Pascua es prepararse para celebrar la VIDA. Hoy resuena en todo el
mundo un grito de esperanza y de alegría, como la de ese pueblo y la de esos
niños del Domingo de Ramos de Jesús, en donde haya sido anunciado Cristo y en
su nombre se haya engendrado una Comunidad Cristiana por la Fe, como Don de
Dios al hombre, y por el regalo de la Vida Divina, infundida en nosotros en la
fuente bautismal.
Nuestra Rioja,
renacida a la Vida de Dios, por la Fe predicada desde la Colonia y por el
bautismo que hemos recibido como regalo de Dios, une su voz a la de todos los
cristianos del mundo, en este Año Santo, exclamando: “Hosana en las alturas”.
“Bendito el que viene en nombre del Señor”. Entramos en la Semana
Santa. Vivimos el Misterio de Nuestro Señor Jesucristo, que fue consumado por
medio de su muerte en la Cruz y por la Resurrección gloriosa el domingo
pascual. Por la Fe nos sentimos, como empujados a acompañar a Cristo en el Vía
Crucis del Viernes Santo para que la gracia que brota de esa Cruz, nos haga
participar de la Resurrección y de la Vida que es la Pascua.
Hermanos Riojanos:
esta es la gran Semana; la Semana que llamamos: Santa. Todas las reflexiones
que hemos venido haciendo en esta Cuaresma, aquí tiene su sentido; en CRISTO,
que muere en una Cruz y Resucita; por nosotros; por cada hombre de la condición
social que fuere; por el que cree y por el que dice no creer; por el blanco y
por el negro; por el sabio y por el ignorante; por el bueno y por el malo; por
el que camina según los preceptos de Dios y por el que lleva una vida
desordenada. La Redención Liberadora de Cristo es para todo el hombre:
inteligencia y corazón, sentimientos; cuerpo y alma; y para todos los hombres
de todos los tiempos. El hombre, cada uno de nosotros, con una respuesta libre,
lo aceptamos o la rechazamos. Nos salvamos o nos condenamos eternamente. Aquí
encontraremos la fuente del “hombre nuevo”; que todos anhelamos ser; la
sociedad nueva que todos dolorosamente buscamos construir; esa paz verdadera
que no acaba de nacer plenamente; la justicia que todos ansiamos verla hecha
realidad en nuestras comunidades, que es el pueblo por quien Cristo entregó su
vida; aquí encontraremos la clave de esa fraternidad que va cobrando tanto
precio de sangre; ese “Encuentro” de pueblo de Dios que camina fatigosamente
para encontrar la verdadera felicidad.
Esta Semana Santa no
es un simple recuerdo religioso; es una realidad viviente hoy; la gran
respuesta de Dios a nosotros los hombres par que seamos un pueblo liberado en
justicia y “santidad de vida”. Es nuestra Semana
Santa; en este Año Santo; en este camino doloroso que venimos haciendo, como
individuos y como pueblo, para dar el salto a una vida que no sea “aguantada”
sino “celebrada”. La Cruz que besaremos, con cariño y con gratitud el Viernes
Santo no es solamente un madero muerto, sino el “árbol de la vida”; es mi misma
vida personal y la vida nuestra como pueblo en su realidad como la tenemos. Por
esta Cruz, precio de la Vida Pascual, la fraternidad entre nosotros, la
justicia, la paz, se hacen posibles entre los hombres.
Es necesario darle
acogida y cabida en nuestras propias vidas. En esta Cruz y en esta Pascua deben
caer todos nuestros resentimientos, todos nuestros engreimientos, todos
nuestros egoísmos, toda nuestra mentira secreta y pública como llevamos la
vida, todos nuestros odios, nuestra resistencia en ir contra la verdad, la luz
y la reconciliación verdadera y profunda de mente y corazón. Obrar de otra manera
es hacernos daño a nosotros mismos; impedir un proceso liberador según Cristo y
hacer sufrir injustamente a nuestros hermanos que reciben las consecuencias de
una vida así vivida. No lo dudo; en esta Semana Santa, La Rioja recogerá el
fruto de muchas conversiones de vidas, necesitadas de hacer un verdadero cambio
de todo aquello que les impide vivir felices y hacer felices a los demás.
Nuestra Diócesis
Riojana, que es decir lo mismo, nuestra Rioja, quiere vivir intensamente esta
Semana Santa, porque la necesitamos más que nunca; porque en este Año Santo hay
un reclamo de Dios, apremiante y urgente, de reconciliación según la mente del
Santo Padre. No es necesaria
describirla; es suficiente mirar la Cruz de Cristo; caer de rodillas; depositar
junto a ella un corazón sincero y arrepentido y decir secretamente con todo las
fuerzas de nuestra alma ¡PERDÓN SEÑOR! ¡Gracias, Señor! necesito tu luz y tu
gracia para salir de esta situación que a veces se me hace insoportable.
Necesito ser más amigo de mis hermanos; más justo; más noble de sentimientos;
más generoso; más creyente de veras; más limpio de mente y de corazón; más
amigo de la verdad porque la mentira me envuelve y me lleva a la ruina; más
respetuoso de mis hermanos y de su honra; más consecuente con la vida de lo que
digo creer; más comprensivo con el que dice no reconocerte; más sensible a mis
hermanos que sufren y que necesitan de mí.
Hermanos Riojanos:
esta Semana Santa nos debe llevar a una oración personal y comunitaria más
profunda y prolongada. Tomemos el Libro de los Evangelios, el Libro de los
Salmos; los Libros de los Profetas Isaías y Jeremías y las Cartas de San Pablo,
de San Pedro y de San Juan, y hagamos de su lectura personal y en grupos,
reflexión de ella y oración. Iluminemos nuestra vida a la luz de esta Palabra
Viva de Dios. En esta Semana Santa, el miércoles por la noche, en la Catedral, celebraremos
la única misa vespertina de la diócesis, para consagrar los ÓLEOS y el CRISMA.
Con ellos se celebrarán los sacramentos en la diócesis durante todo el año.
Son: el Óleo para los bautismos; el
Óleo para los enfermos; el Crisma para las Confirmaciones, consagrar sacerdotes
y consagrar vasos sagrados. Esos Óleos son el fruto de nuestros olivares y del
trabajo de nuestro pueblo riojano. En esa misma misa crismal, todos los
sacerdotes de la diócesis, harán frente a la comunidad reunida en el templo y
ante la diócesis la renovación de las promesas de la consagración sacerdotal
que hicieron el día de la ordenación y la ratificación de la unidad sacramental
del Orden Sagrado como
servidores de Cristo a este pueblo confiado por el ministerio del obispo, que
son ustedes. Traten de participar de esta Misa Crismal.
En esta Semana Santa,
celebraremos la Institución de la Eucaristía, el día del Amor que es Cristo y
la necesidad de vivir en unidad y en caridad como servicio a nuestros hermanos.
Este día eucarístico y sacerdotal, debemos estar muy unidos en la oración para
pedirle a Cristo que nunca nos falten sacerdotes para las comunidades; que
seamos fieles a nuestra consagración y al servicio de nuestro pueblo aunque
tengamos que sufrir. El discípulo no puede ser mayor que su Maestro, que es
Cristo. Es el Jueves Santo. Donde no hay sacerdotes, reúnanse ustedes para orar
juntos y sentirse unidos a toda la gran familia diocesana.
En esta Semana Santa
celebraremos el día de la CRUZ el Viernes Santo. No hace falta que les diga
todo lo que es para un cristiano un Viernes Santo. Ustedes que están
solos y sin sacerdotes, reúnanse junto a ese crucifijo que tienen y mediten
juntos. Pídanle por tantas necesidades; por nuestra Rioja; por la Patria; por
la verdadera justicia y por la verdadera paz. Para que todos seamos fieles
hijos de Dios y hermanos entre nosotros. Si van al Señor de la Peña,
encontrarán que este año, se realizarán los principales actos de la Semana
Santa, especialmente el Jueves por la noche y durante todo el Viernes Santo. Traten de vivir ese
día, en el Señor de la Peña en la oración y en el respeto a los demás. Les
darán indicaciones para que ese día sea vivido religiosamente y con espíritu de
Fe.
En esta Semana Santa:
viviremos el sábado santo. Día de preparación para la noche pascual. Será día
para prepararse a la confesión. Traten de seguir las celebraciones
penitenciales y poder, así, ensanchar el corazón en el canto del Aleluia, que
es un canto de fiesta, de gloria, de gozo, de paz, de vida. La velita que
llevarán a la ceremonia del sábado santo para encenderla con la luz del cirio
pascual (esa vela gorda), es símbolo de lo que debemos ser los cristianos:
testigos de la vida nueva en nosotros; de la alegría; de la paz interior y
entre hermanos; de la fuerza de Cristo que nos llama para ser los verdaderos
liberadores de todo lo que es pecado y consecuencia del pecado. Debemos ser
verdaderamente: Pueblo de Dios en Marcha, que seguimos peregrinando, tomados de
las manos y construyendo, lo que siempre les digo, una Rioja feliz.
Así preparamos la
Pascua en esta última semana, la Semana Santa.
Quisiera poder
anunciar para la Pascua o en la semana Pascual el anuncio pascual para aquellos
hermanos que no pueden vivir plenamente, en la FE, la alegría de Cristo
Resucitado. A la Virgen Madre y a San Nicolás les pedimos que nos permita hacer
este anuncio, habiendo preparado los corazones de quienes lo deben recibir. No
es un regalo humano, sino hay que administrar debidamente el Don de Dios.
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