Mis buenos hermanos y amigos. Alabado sea
Jesucristo.
Unidos en torno a la Palabra de Dios, que es su
Mensaje de Buena Noticia y que hoy se actualiza en nuestra celebración dominical; y unidos en
torno a la mesa de la Eucaristía, sintámonos, toda la diócesis, un único Pueblo
que caminamos juntos hacia la Casa del Padre.
Hoy hacemos una recordación que nos llega muy
cerca de nuestro corazón, es el día de la Madre, despojado este día de todo el sentido comercial
que se le suele dar a estas celebraciones, quedemos junto a esa figura de
mujer, para el hijo la más buena del mundo, la más linda, el ideal de donación
y amor, de ternura. Y porque ella no está sola, centramos la mirada
en la intimidad de nuestro hogar, quizás no aguantemos este momento... y dos besos muy de
adentro los depositemos en las mejillas de nuestros padres, o una piadosa y
sincera plegaria... para los que se nos adelantaron en el camino.
Quisiéramos quitar, hoy, de nuestro corazón, todo
egoísmo y todo aquello que nos separa los unos de los otros, la Mujer que
celebramos, es signo de encuentro, de diálogo, de construir juntos, de no
condenarnos y dividirnos los unos de los otros, de que las ideas, las
diferencias sociales, los sentidos religiosos distintos que le damos a la vida,
no pueden matar al hombre que nacido en una comunidad, como es la familia, debe
ser como el sacramento de la Familia Divina, planificada en la vida, a saber:
la del Padre, del hijo y la del Espíritu Santo.
Dos textos de la Biblia
nos han guiado a la meditación y en el Encuentro con el Señor, esta mañana una mujer del A.T.
Judith, otra del N.T. María, la Vírgen, Madre de Dios y de los hombres, dos
cánticos, cantados por dos mujeres que nos narran el Plan de Dios, dos
actitudes de apertura total al requerimiento de Dios y dos respuestas de servicio
y compromiso total para servir a sus hermanos. Porque, María se hizo pobre
interiormente, Dios obró maravillas de poner su casa con nosotros los hombres y
llamarnos a construir en Él y con Él, una familia humana nueva según su plan;
capaz de anidarse en ella la misma Vida que Cristo posee con el Padre y el
Espíritu Santo. Una llamada de atención, para indicarnos que Dios rechaza el
corazón orgulloso, satisfecho de sí mismo y vuelto sobre su propio egoísmo; y,
a la vez, contarnos que el Señor exalta a los humildes de corazón, a los pobres
según la Biblia.
Este padre que nos acaba de hablar nos dijo: la
familia debe ser formadora de personas no de cosas; formar personas
significativas, ir modelando en ese fruto del amor matrimonial, la imagen viva
de Dios-Padres: ¿advierten la grave tarea de esta responsabilidad? ¿la
comunidad riojana, ayuda a hacer personas y a que todos nuestros hijos riojanos
se sientan realizados y tratados como personas?
Nos dijo también: la Familia es educadora de la
FE: significa que el hogar debe transmitir la FE, no como un tradicionalismo
sin compromiso con la vida, no sólo nociones y verdades abstractas, sino la
adhesión consciente a una Persona que es Cristo, que se le debe acompañar, como
lo hacemos en el orden biológico, todo el proceso de maduración, para que
mañana no se sienta frustrado,
desorientado, sin saber responderse, qué sentido tiene su vida y que le
dicen el conjunto de palabras y ritos. ¿Los padres están preparados para
responder, guiar y ayudar a madurar a nuestros hijos? La FE ya se ha
constituido respuesta a la vida, cuestiona nuestros procederes diarios. Somos
simplemente: TESTIGOS ante nuestros hijos de que la FE no significa solamente unos
cuantos acontecimientos religiosos en el año sino el compromiso de toda una
vida según el Evangelio, en las actitudes privadas y públicas.
Nos dijo: promotora del desarrollo, ¿de qué
desarrollo? del que meditamos en la Biblia y en el Magisterio vivo de la Iglesia, de que la
persona sea más, y no solamente posea más, del desarrollo de toda una comunidad
que se personaliza cada vez más, se interrelaciona más entre personas
integralmente logradas, del desarrollo que nos hace gritar en nombre del
Evangelio, generador de personas y de auténticas comunidades hasta llegar a la
comunión con el Señor, con la Eucaristía, como término de la marcha en comunión
con los demás, con el otro. Es decir: preparar hombres, desde el seno
familiar, para ser promotores del desarrollo, significa, que la familia sea
capaz de brindar hijos capaces de eliminar todo aquello que esclavice, al
hombre actual, que sea capaz de ser agente de cambios profundos; que sea un
apasionado por la justicia, la paz, en sentido dinámico; artífice del amor
entre los hombres. Hablar de las injusticias, de marginaciones, de hambre, de
diferencias sociales irritantes, ¿está fuera del Evangelio? Reflexionémoslo; porque sus hijos, de
distintas formas, aún las más exóticas, nos reclaman que la familia forme
nuevos hombres para el futuro no lejano, ya avizorado desde este nuestro
presente tensionado y en ebullición. Qué difícil es la tarea; no nos asustemos
ni tengamos reacciones tales que mañana nos arrepintamos, mañana es tarde. A
usted, querida mamá o querido papá, los comprendemos y comprendemos sus
reacciones y sus desorientaciones. La Iglesia Riojana quiere brindarle una mano
amiga y materna para caminar junto a su hogar e iluminarle con el Evangelio
cómo construir el Reino de Dios desde su mismo hogar, antes de rechazarla o
verla peligrosa, reflexione serenamente.
A ustedes que son los hijos: ven que no es fácil
formar personas, maduras en la Fe y promotoras del desarrollo integral y ¿ustedes qué compromiso
personal ponen para que ellos, aún desorientados, puedan un día, cerrar los
ojos, con paz, serenos y llenos de esperanza de haber caminado juntos
construyendo la felicidad, a la cual somos todos llamados?
Que la Virgen Madre, nos alcance de su Hijo Jesús
la luz y la fortaleza necesarias para ser fieles a nuestra vocación de ser
constructores de la Felicidad según el Evangelio.-
Homilía en el día de la Madre (19 de octubre de 1969)
Mons Enrique Angelelli - Misas Radiales Tomo 1 pag 26
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