Evangelio según
San Mateo 11,25-30.
Jesús dijo: "Te alabo,
Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los
sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre,
porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie
conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y
aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar." Vengan a mí todos los que
están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi
yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así
encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.
Catecismo de la Iglesia Católica
238 La invocación de Dios como "Padre" es conocida en muchas
religiones. La divinidad es con frecuencia considerada como "padre de los
dioses y de los hombres". En Israel, Dios es llamado Padre en cuanto
Creador del mundo (Cf. Dt 32,6; Ml 2,10). Pues aún más, es Padre en razón de la
alianza y del don de la Ley a Israel, su "primogénito" (Ex 4,22). Es
llamado también Padre del rey de Israel (cf. 2 S 7,14). Es muy especialmente
"el Padre de los pobres", del huérfano y de la viuda, que están bajo
su protección amorosa (cf. Sal 68,6).
239 Al designar a Dios con el nombre de "Padre", el lenguaje de la
fe indica principalmente dos aspectos: que Dios es origen primero de todo y
autoridad transcendente y que es al mismo tiempo bondad y solicitud amorosa
para todos sus hijos. Esta ternura paternal de Dios puede ser expresada también
mediante la imagen de la maternidad (cf. Is 66,13; Sal 131,2) que indica más expresivamente
la inmanencia de Dios, la intimidad entre Dios y su criatura. El lenguaje de la
fe se sirve así de la experiencia humana de los padres que son en cierta manera
los primeros representantes de Dios para el hombre. Pero esta experiencia dice
también que los padres humanos son falibles y que pueden desfigurar la imagen
de la paternidad y de la maternidad. Conviene recordar, entonces, que Dios
transciende la distinción humana de los sexos. No es hombre ni mujer, es Dios.
Transciende también la paternidad y la maternidad humanas (cf. Sal 27,10), aunque
sea su origen y medida (cf. Ef 3,14; Is 49,15): Nadie es padre como lo es Dios.
240 Jesús ha revelado que Dios es "Padre" en un sentido nuevo: no
lo es sólo en cuanto Creador; Él es eternamente Padre en relación a su Hijo
único, el cual eternamente es Hijo sólo en relación a su Padre: "Nadie
conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel
a quien el Hijo se lo quiera revelar" (Mt 11,27).
241 Por eso los apóstoles confiesan a Jesús como "el Verbo que en el
principio estaba junto a Dios y que era Dios" (Jn 1,1), como "la
imagen del Dios invisible" (Col 1,15), como "el resplandor de su
gloria y la impronta de su esencia" Hb 1,3).
242 Después de ellos, siguiendo la tradición apostólica, la Iglesia confesó
en el año 325 en el primer concilio ecuménico de Nicea que el Hijo es
"consubstancial" al Padre, es decir, un solo Dios con él. El segundo
concilio ecuménico, reunido en Constantinopla en el año 381, conservó esta
expresión en su formulación del Credo de Nicea y confesó "al Hijo Único de
Dios, engendrado del Padre antes de todos los siglos, luz de luz, Dios
verdadero de Dios verdadero, engendrado no creado, consubstancial al
Padre" (DS 150).
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