Mañana, 8 de Junio se recuerda el aniversario el encuentro
promovido por el Papa Francisco para invocar la paz. Estamos todos invitados a
orar por la paz del mundo y la unidad de todos los cristianos.
A continuación les comparto algunos párrafos del compendio de
doctrina social de la iglesia en relación a la paz y a la oración universal del
santo padre Francisco de este mes de Junio: “Eliminar el comercio de las
armas. Oremos Por los responsables de las naciones, para que se comprometan con
decisión a poner fin al comercio de las armas, que causa tantas víctimas
inocentes.”
95 Con la encíclica « Pacem in terris », Juan XXIII pone de relieve el tema de la paz, en una época marcada por la proliferación nuclear. La « Pacem in terris » contiene, además, la primera reflexión a fondo de la Iglesia sobre los derechos humanos; es la encíclica de la paz y de la dignidad de las personas. Continúa y completa el discurso de la «Mater et magistra» y, en la dirección indicada por León XIII, subraya la importancia de la colaboración entre todos: es la primera vez que un documento de la Iglesia se dirige también «a todos los hombres de buena voluntad», llamados a una tarea inmensa: « la de establecer un nuevo sistema de relaciones en la sociedad humana, bajo el magisterio y la égida de la verdad, la justicia, la caridad y la libertad ». La «Pacem in terris» se detiene sobre los poderes públicos de la comunidad mundial, llamados a «examinar y resolver los problemas relacionados con el bien común universal en el orden económico, social, político o cultural». En el décimo aniversario de la « Pacem in terris », el Cardenal Maurice Roy, Presidente de la Pontificia Comisión « Iustitia et Pax », envió a Pablo VI una carta, acompañada de un documento con un serie de reflexiones sobre el valor de la enseñanza de la encíclica del Papa Juan para iluminar los nuevos problemas vinculados con la promoción de la paz.
95 Con la encíclica « Pacem in terris », Juan XXIII pone de relieve el tema de la paz, en una época marcada por la proliferación nuclear. La « Pacem in terris » contiene, además, la primera reflexión a fondo de la Iglesia sobre los derechos humanos; es la encíclica de la paz y de la dignidad de las personas. Continúa y completa el discurso de la «Mater et magistra» y, en la dirección indicada por León XIII, subraya la importancia de la colaboración entre todos: es la primera vez que un documento de la Iglesia se dirige también «a todos los hombres de buena voluntad», llamados a una tarea inmensa: « la de establecer un nuevo sistema de relaciones en la sociedad humana, bajo el magisterio y la égida de la verdad, la justicia, la caridad y la libertad ». La «Pacem in terris» se detiene sobre los poderes públicos de la comunidad mundial, llamados a «examinar y resolver los problemas relacionados con el bien común universal en el orden económico, social, político o cultural». En el décimo aniversario de la « Pacem in terris », el Cardenal Maurice Roy, Presidente de la Pontificia Comisión « Iustitia et Pax », envió a Pablo VI una carta, acompañada de un documento con un serie de reflexiones sobre el valor de la enseñanza de la encíclica del Papa Juan para iluminar los nuevos problemas vinculados con la promoción de la paz.
508 La doctrina social propone la meta de un « desarme general, equilibrado
y controlado.
El enorme aumento de las armas
representa una amenaza grave para la estabilidad y la paz. El principio de suficiencia, en virtud del cual un Estado puede poseer
únicamente los medios necesarios para su legítima defensa, debe ser aplicado
tanto por los Estados que compran armas, como por aquellos que las producen y
venden. Cualquier acumulación excesiva de armas, o su comercio
generalizado, no pueden ser justificados moralmente; estos fenómenos deben
también juzgarse a la luz de la normativa internacional en materia de no proliferación,
producción, comercio y uso de los diferentes tipos de armamento. Las armas nunca
deben ser consideradas según los mismos criterios de otros bienes económicos a
nivel mundial o en los mercados internos.
El Magisterio,
también ha formulado una valoración moral del fenómeno de la disuasión: «La acumulación de armas es para muchos
como una manera paradójica de apartar de la guerra a posibles adversarios. Ven
en ella el más eficaz de los medios, para asegurar la paz entre las Naciones.
Este procedimiento de disuasión merece severas reservas morales. La carrera de armamentos no asegura la
paz. En lugar de eliminar las causas de guerra, corre el riesgo de agravarlas
». Las políticas de disuasión nuclear, típicas del período de la llamada Guerra
Fría, deben ser sustituidas por medidas concretas de desarme, basadas en el diálogo
y la negociación multilateral.
511 Es necesario que se adopten las medidas apropiadas para el control de
la producción, la venta, la importación y la exportación de armas ligeras e
individuales, que favorecen muchas manifestaciones de violencia. La venta y el
tráfico de estas armas constituyen una seria amenaza para la paz: son las que
matan un mayor número de personas y las más usadas en los conflictos no
internacionales; su disponibilidad aumenta el riesgo de nuevos conflictos y la
intensidad de aquellos en curso. La actitud de los Estados que aplican rígidos
controles al tráfico internacional de armas pesadas, mientras que no prevén
nunca, o sólo en raras ocasiones, restricciones al comercio de armas ligeras e
individuales, es una contradicción inaceptable. Es indispensable y urgente que los
Gobiernos adopten medidas apropiadas para controlar la producción, acumulación,
venta y tráfico de estas armas, con el fin de contrarrestar su creciente
difusión, en gran parte entre grupos de combatientes que no pertenecen a las
fuerzas armadas de un Estado.
516 La promoción de la paz en el mundo es parte integrante de la misión con
la que la Iglesia prosigue la obra redentora de Cristo sobre la tierra. La Iglesia, en
efecto, es, en Cristo «“sacramento”,
es decir signo e instrumento de paz en el mundo y para el mundo». La promoción
de la verdadera paz es una expresión de la fe cristiana en el amor que Dios nutre por
cada ser humano. De la fe liberadora en el amor de Dios se desprenden una nueva
visión del mundo y un nuevo modo de acercarse a los demás, tanto a una sola
persona como a un pueblo entero: es una fe que cambia y renueva la vida,
inspirada por la paz que Cristo ha dejado a sus discípulos (cf. Jn 14,27). Movida únicamente por esta
fe, la Iglesia promueve la unidad de los cristianos y una fecunda colaboración
con los creyentes de otras religiones. Las diferencias religiosas no pueden y
no deben constituir causa de conflicto: la búsqueda común de la paz por parte
de todos los creyentes es un decisivo factor de unidad entre los pueblos. La
Iglesia exhorta a personas, pueblos, Estados y Naciones a hacerse partícipes de
su preocupación por el restablecimiento y la consolidación de la paz destacando,
en particular, la importante función del derecho internacional.
519 La Iglesia lucha por la paz con la oración. La oración
abre el corazón, no sólo a una profunda relación con Dios, sino también al
encuentro con el prójimo inspirado por sentimientos de respeto, confianza,
comprensión, estima y amor. La oración infunde valor y sostiene a «los
verdaderos amigos de la paz», a los que tratan de promoverla en las diversas
circunstancias en que viven. La oración litúrgica es « la cumbre a la cual
tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana
toda su fuerza »; en particular la
celebración eucarística, «fuente y cumbre de toda la vida cristiana», es el manantial
inagotable de todo auténtico compromiso cristiano por la paz.
520 Las Jornadas Mundiales de la Paz son celebraciones de especial
intensidad para orar invocando la paz y para comprometerse a construir un mundo
de paz.
El Papa Pablo VI las instituyó con el fin de «dedicar a los pensamientos y a
los propósitos de la Paz, una celebración particular en el día primero del año
civil». Los Mensajes Pontificios
para esta ocasión anual constituyen una rica fuente de actualización y
desarrollo de la doctrina social, e indican la constante acción pastoral
de la Iglesia en favor de la paz: «La Paz se afianza solamente con la paz; la
paz no separada de los deberes de justicia, sino alimentada por el propio
sacrificio, por la clemencia, por la misericordia, por la caridad».
Extraido del "Compendio de Doctrina Social de la Iglesia" - Pontificio Consejo de Justicia y Paz
Leer "Pacem in Terris" (JUAN XXIII)- Sobre la paz entre todos los pueblos que ha de fundarse
en la verdad, la justicia, el amor y la libertad-
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