Solemnidad de la Santísima Trinidad
Evangelio según
San Juan 3,16-18.
Sí, Dios amó tanto al mundo, que
entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que
tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo,
sino para que el mundo se salve por él.» El que cree en él, no es
condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre
del Hijo único de Dios.
Catecismo de la Iglesia Católica
“EL MISTERIO DE LA TRINIDAD”
202 Jesús mismo
confirma que Dios es "el único Señor" y que es preciso amarle con todo
el corazón, con toda el alma, con todo el espíritu y todas las fuerzas (cf. Mc 12,29-30).
Deja al mismo tiempo entender que él mismo es "el Señor" (cf. Mc 12,35-37).
Confesar que "Jesús es Señor" es lo propio de la fe cristiana. Esto
no es contrario a la fe en el Dios Único. Creer en el Espíritu Santo, "que
es Señor y dador de vida", no introduce ninguna división en el Dios único:
Creemos firmemente y afirmamos sin ambages que hay un solo verdadero Dios,
inmenso e inmutable, incomprensible, todopoderoso e inefable, Padre, Hijo y
Espíritu Santo: Tres Personas, pero una Esencia, una Substancia o Naturaleza
absolutamente simple (Cc. de Letrán IV: DS 800).
234 El misterio de la Santísima Trinidad es
el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en
sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz
que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la "jerarquía
de las verdades de fe". "Toda la historia de la salvación no es otra
cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y
único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela, reconcilia consigo a los
hombres, apartados por el pecado, y se une con ellos"
253 La
Trinidad es una. No confesamos tres dioses sino un solo Dios en
tres personas: "la Trinidad consubstancial" (Cc. Constantinopla II,
año 553: DS 421). Las personas divinas no se reparten la única divinidad, sino
que cada una de ellas es enteramente Dios: "El Padre es lo mismo que es el
Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el
Espíritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza" (Cc. de Toledo XI,
año 675: DS 530). "Cada una de las tres personas es esta realidad, es
decir, la substancia, la esencia o la naturaleza divina" (Cc. de Letrán
IV, año 1215: DS 804).
254 Las
personas divinas son realmente distintas entre si. "Dios es
único pero no solitario" (Fides Damasi: DS 71). "Padre",
"Hijo", Espíritu Santo" no son simplemente nombres que designan
modalidades del ser divino, pues son realmente distintos entre sí: "El que
es el Hijo no es el Padre, y el que es el Padre no es el Hijo, ni el Espíritu
Santo el que es el Padre o el Hijo" (Cc. de Toledo XI, año 675: DS 530).
Son distintos entre sí por sus relaciones de origen: "El Padre es quien
engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien procede"
(Cc. Letrán IV, año 1215: DS 804).
La Unidad divina es Trina.
255 Las
personas divinas son relativas unas a otras. La distinción
real de las personas entre sí, porque no divide la unidad divina, reside
únicamente en las relaciones que las refieren unas a otras: "En los
nombres relativos de las personas, el Padre es referido al Hijo, el Hijo lo es
al Padre, el Espíritu Santo lo es a los dos; sin embargo, cuando se habla de
estas tres personas considerando las relaciones se cree en una sola naturaleza
o substancia" (Cc. de Toledo XI, año 675: DS 528). En efecto, "todo
es uno (en ellos) donde no existe oposición de relación" (Cc. De Florencia,
año 1442: DS 1330). "A causa de esta unidad, el Padre está todo en el Hijo,
todo en el Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo;
el Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo" (Cc. de
Florencia
1442: DS 1331).
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