Por: Jonathan Plazas, SDB.
“Procura que con todos los que hables, se conviertan
en tus amigos”
San
Juan Bosco
Hablar de Don Bosco, el gran santo del
Piamonte Italiano, es hablar de un hombre que vivió su existencia en medio de
unas exquisitas y fascinantes relaciones interpersonales, todas ellas llenas de
Dios, pero a la vez muy aterrizadas y concretas.
Pido que reflexionemos un poco la frase
que encabeza este escrito:
“Procura que con todos los
que hables, se conviertan en tus amigos”
San Juan Bosco
Es más que un “Slogan”
bonito, que puede pasar de boca en boca dentro de un grupo juvenil, o
convertirse en una “frase de cajón” como se le suele llamar en mi tierra a las
frases que ya sin trastocadas y con poca fuerza. Es todo un mandato ya dado por
el Señor, y actualizado y coloreado con la espiritualidad Salesiana. En este
año, que celebramos los doscientos años del nacimiento de Don Bosco, es
importante que conozcamos a un Don Bosco que vivía su existencia inundada por
Dios, pero al tiempo, con un deseo de servir a los demás, fuera la situación
que fuera.
“… que se conviertan en tus amigos”, qué
interesante programa de vida, un parámetro para dar riendas a la vida
interpersonal que todos manejamos, para lograr crear “lazos” de amistad que,
con seguridad, serán difíciles de romper, si desde sus fundamentos se cimenta
la caridad, el respeto y la alegría, vivida en la pureza y la contemplación de
lo divino en lo concreto de la vida.
Don
Bosco deseó que todos fueran sus amigos, conocerles, amarles por lo que eran,
porque así, podía el iniciar una amistad que partía desde lo espontáneo del
encuentro en el patio del oratorio, en la calle, y en muchos otros lugares, en
los cuales los chicos se desenvolvían, en sus realidades concretas para así
“desde las raíces” generar una verdadera amistad, donde la caridad fraterna y
la confianza llegan a ser los verdaderos fundamentos de toda amistad, al estilo
de Jesús.
Propongo para este tiempo de fiesta
bicentenaria, que nos demos a la tarea de buscar tantos escritos y testimonios
que nos dejan ver que don Bosco, en sus amistades, siempre buscó llevarlos a
todos a Jesús, a que la santidad era el verdadero objetivo por el cual “correr”
en la carrera de la vida y, sobre todo, que la felicidad sea el elemento más
grande que se tenga, para poder ser siempre testigos del amor de Dios, vivido
en la sencillez y profundidad de una amistad.
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