Por: Jonathan Plazas, SDB.
“Los jóvenes son la porción más delicada y
valiosa de la sociedad humana”
San
Juan Bosco
El Espíritu Santo sopla donde quiere y
como quiere. Suscita constantemente en la Iglesia a hombres y mujeres que
deseen seguir llevando el mensaje del Evangelio de maneras distintas, pero
siempre con el mismo objetivo: que el anuncio lleve a Jesús a entrar en esos
lugares a donde se quiere llevar la Buena Nueva.
Siempre he pensado que el
Espíritu no se cansa de soplar, de llevar a la Iglesia a nuevas fronteras, a
adquirir nuevos desafíos, pues, el mundo de hoy es más astuto, más decidido,
más deseoso de cambios, de novedades, de alegrías, de esperanzas… pero al mismo
tiempo, desea quedarse anclado en ciertas situaciones que pueden hacer que el
proceso de avance integral se trunque y no sea capaz de salir adelante. Para
estas situaciones es que el Vivificador de la Iglesia suscita profetas,
apóstoles decididos que, busquen responder a las situaciones, con aires nuevos,
dejando de lado los escrúpulos y deseando que siempre se lleve adelante el plan
de Dios para con los hombres.
Es por esto que Don Bosco,
al leer los signos de los tiempos, interpretando el llamado que Dios le hace
por medio de la oración, una lectura atenta de los signos de los tiempos, y
dejándose ayudar de personas adecuadas para este proceso de discernimiento,
asume el apostolado de ayudar a los jóvenes más pobres, por medio de la
educación y el aprovechamiento del tiempo. Don Bosco va en busca de la dignidad
de todos los chicos que en su tiempo fueron olvidados, rechazados, utilizados
para dar impulso a la revolución industrial, que consumía la vida de aquellos
pequeños en lugares fríos y hostiles. Don Bosco hace la opción por servir a
Dios en medio de los jóvenes, porque sabe que en ellos, -como rezan tantas de
sus máximas- son el futuro de las naciones.
Para nosotros los Salesianos, es
importante tener en cuenta que, a partir de los grandes sucesos de la vida de
Don Bosco, nos unimos en un solo sentimiento para clamar, como dice el artículo
1 de las Constituciones Salesianas[1]:
“Con sentimientos de humilde gratitud, creemos que la
Sociedad de San Francisco de Sales no es sólo fruto de una idea humana, sino de
la iniciativa de Dios. Para contribuir a la salvación de la juventud –la
porción más delicada y valiosa de la sociedad humana-, el Espíritu Santo
suscitó, con la intervención materna de María, a San Juan Bosco.”[2]
La voluntad de Dios es
leída por Don Bosco y, a partir de ella, hace una opción radical por los
jóvenes. El aporte que él da a la misión de la Iglesia y a la sociedad, es
educar a los jóvenes con el estilo de Jesús Buen Pastor, que apacienta a las
ovejas con amor, dulzura, constancia y sacrificio, buscando siempre el bien de
los que le han sido confiados. Ese mismo legado lo seguimos sus hijos y toda la
Familia espiritual, que ya conformamos treinta (30) grupos reconocidos oficialmente,
que viven el carisma y la opción por los jóvenes, de una manera especial y con
los rasgos del instituto o movimiento que desee continuar con el proyecto
apostólico de Don Bosco.
Por esto, los Salesianos de Don Bosco no
escatimamos esfuerzos para educar a los jóvenes en la fe, para la vida y en la
vida con obras como parroquias, colegios, centros de atención a jóvenes en alto
riesgo, escuelas de formación para el mundo del trabajo, casas de retiro y
convivencias, casas de discernimiento vocacional y, les aseguro, que si se
presentan más opciones a dónde podamos llegar a los
jóvenes, con seguridad allá estaremos aportando a la hermosa labor de la
Iglesia.
Nuestra opción es por los jóvenes, pues
en ellos vemos el rostro de Dios que nos clama diariamente: ¡tengo hambre!,
¡tengo sed!, ¡estoy solo!, y es ahí, donde leemos todos los días que Dios nos
llama en ellos, para servirlos y ver en ellos el sentido de nuestra vida, a la
luz de Dios.
[1] Dícese de las “Constituciones” a los lineamientos de vida que se
dan en cada Congregación o Instituto de Vida Consagrada, para ser vividos por
los que profesan los consejos evangélicos, dentro de determinado instituto, con
determinadas características, una de las más fuertes es la vivencia del carisma
dentro de la Iglesia.
[2] Salesianos de Don Bosco. Constituciones
y reglamentos de la Sociedad de San Francisco de Sales. Editorial CCS,
Madrid, 1985.
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