DON BOSCO, APASIONADO POR
DIOS Y POR LA HUMANIDAD
Continuando con nuestra serie de
escritos sobre Don Bosco, en este año del bicentenario de su nacimiento, mirar
la experiencia de Dios en él, desde su hogar en Ia Becchi hasta Turín, el lugar
de la consolidación de su obra y donde dejó esta tierra para unirse en plenitud
a Dios, al que tanto amó, nos ayudará a iniciar o consolidar el encuentro con
un hombre que estaba lleno de Dios y vivía conscientemente su realidad humana ,
que abarcaba no solamente el aspecto de su obra, sino de la complejidad de la
situación social de su tierra y del mundo. Es por esto, que al dar una mirada
sencilla a su experiencia de Dios, desde su infancia, podremos ver su íntima e
intensa unión con el Todopoderoso, al que dedicó vida, fuerzas e ideas,
proyectadas para los jóvenes.
Don Bosco “vivía como si viera al
invisible” es un fragmento del artículo 21 de las Constituciones de la Sociedad
de San Francisco de Sales[1] y
encierra uno de los elementos característicos de la vida de nuestro santo: su
vida espiritual. La unión que Don Bosco mantenía con Dios, se manifestó desde
muy niño: los sueños que tuvo, pero en especial el “sueño de los nueve años”,
en el cual se muestra la gran obra que tendrá que ir asumiendo progresivamente
Juanito, a través de su vida, los diversos momentos de encuentro con el Señor a
través de la liturgia, de los sacramentos, de sus intensas jornadas de oración,
los intensos ejercicios espirituales que realizaba con asiduidad cada año,
tanto con sus salesianos como con sus jóvenes oratorianos, y, más
concretamente, su encuentro vivo con su Señor, en medio de los jóvenes, sobre
todo los más pobres.
Don Bosco, como hombre de Dios, sabía
que su encuentro con el Señor estaba centrado en el encuentro con los otros:
sus hijos Salesianos, sus jóvenes y personajes con los que se encontraba
diariamente. Ver a Dios en el prójimo hizo concreto en Don Bosco su encuentro
con el Amado.
No podemos conocer a Don Bosco, no
podemos acercarnos a este gran santo, desconociendo su íntima unión con Dios,
su pasión por el Reino, por la Iglesia y por el proyecto de Jesús en la tierra:
la expansión del Reino.
Su amor por Dios lo llevó a amar y
servir generosa y desinteresadamente a los demás, sin importarle los
comentarios, las sátiras, los enemigos, las calumnias y falsos testimonios que
se levantaban entorno a su obra y su servicio a los jóvenes menos favorecidos.
Un hombre que plasmaba su unión con Dios en el trato sincero y sencillo con los
demás.
Es clara la invitación, vista desde la
vida de Don Bosco: mi unión con Dios, ser verá reflejada en el trato y la
cercanía con los demás. Es sencillo: trato a los demás, según como experimento
el amor de Dios en mi vida.
[1] Dícese de las “Constituciones” del texto donde se encuentra consignado el estilo de vida religiosa de una comunidad de consagrados.
Autor: Jonathan Plazas Sdb
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