sábado, 29 de marzo de 2025

Meditamos el Evangelio de este Domingo con Fray Emiliano Vanoli OP



Lecturas del día: Libro de Josué 5,9a.10-12. Salmo 34(33),2-3.4-5.6-7. Carta II de San Pablo a los Corintios 5,17-21.


Evangelio según San Lucas 15,1-3.11-32.


Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo.

Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos".

Jesús les dijo entonces esta parábola:

Jesús dijo también: "Un hombre tenía dos hijos.

El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes.

Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa.

Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones.

Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos.

El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.

Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!

Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'.

Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.

El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo'.

Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan enseguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies.

Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta.

El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza.

Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó qué significaba eso.

El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'.

El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos.

¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'.

Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo.

Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".


Homilía por Fray Emiliano Vanoli OP.


El peligro de un corazón endurecido. Parábola del “hijo mayor”.


Estamos viviendo el tiempo de Cuaresma, un tiempo de gracia y conversión. La Iglesia nos invita a detenernos, a mirar nuestro corazón y preguntarnos: ¿Hacia dónde estoy caminando? La conversión no es solo para los grandes pecadores, sino para cada uno de nosotros. Es la oportunidad de volver a Dios con un corazón sincero y renovado.


En el Evangelio de hoy, Jesús nos presenta la parábola del "Padre misericordioso", más conocida como la del "Hijo Pródigo". Nos resulta fácil identificarnos con el hijo menor, que despilfarra su herencia y vuelve arrepentido. Pero hoy quiero invitarte a ponerte en los zapatos del hijo mayor.


Este hijo nunca se fue de casa. Siempre estuvo allí, cumpliendo con su deber, trabajando junto a su padre. Pero cuando su hermano regresa y el padre lo recibe con alegría, su corazón se endurece. Se resiste a la misericordia, se siente injustamente tratado, incapaz de alegrarse con el regreso del hermano. Su problema no era la desobediencia, sino un corazón frío, que nunca se entregó realmente al amor del Padre.


¡Cuántas veces nos parecemos a él! Cumplimos con nuestras obligaciones, vamos a misa, rezamos, pero sin una entrega real. Nos creemos buenos simplemente porque no nos hemos alejado, pero en el fondo no vivimos la alegría de ser hijos de Dios. Nos cuesta aceptar la misericordia para otros porque, en el fondo, no nos sentimos amados gratuitamente por el Padre.


Este tiempo de Cuaresma nos invita a revisar nuestro corazón. ¿Soy como el hijo mayor? ¿Me falta amor, alegría, misericordia? No basta con "estar" en la Iglesia, es necesario convertirnos de verdad, dejar de vivir la fe por costumbre y volver a experimentar el gozo de sabernos amados por Dios.


Todavía estamos a tiempo. Aprovechemos estos días que quedan de Cuaresma para pedirle al Señor un corazón nuevo, humilde y capaz de amar como Él nos ama. Dejemos de lado la tibieza y volvamos al Padre con confianza. Él nos espera con los brazos abiertos.



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jueves, 27 de marzo de 2025

Reconciliación


Caminamos ya en la tercera semana de la Cuaresma…

Este tiempo es de conversión y preparación espiritual para vivir plenamente la Semana Santa. Es un periodo de cuarenta días en el que la Iglesia nos invita a la oración, el ayuno y la limosna, siguiendo el ejemplo de Jesús, quien pasó cuarenta días en el desierto en preparación para su misión. La Cuaresma es el tiempo para profundizar en la oración, el estudio y la predicación, pilares fundamentales de la vida dominica. Santo Domingo de Guzmán, comprendía la importancia de la oración como encuentro con la Verdad, con Cristo mismo para profundizar el camino hacia la conversión y como parte fundamental para nutrir la predicación.

Como parte de este camino, la confesión es un medio que nos ayuda y nos lleva a la conversión interior. El sacramento de la Reconciliación juega un papel fundamental, permitiéndonos reconciliarnos con Dios. Sin olvidar, que es un signo de esperanza, ya que nos recuerda que el amor y la misericordia de Dios son infinitos. Durante la Cuaresma, la Iglesia nos invita a una profunda conversión del corazón, y la confesión es el medio que Dios nos ofrece para lograrlo.

A través de este sacramento, reconocemos nuestros pecados y pedimos perdón, asumiendo con humildad nuestras faltas; recibimos la gracia de Dios, que nos ayuda a mejorar espiritualmente y fortalecer nuestra relación con Él, sanamos el alma y nos liberamos de cargas espirituales, experimentando la paz y el amor misericordioso de Dios; también renovamos la esperanza, pues el perdón de Dios nos reconforta y nos llena de alegría para seguir adelante en nuestro camino de fe.

Algo muy importante, Jesús instituyó el sacramento de la Reconciliación cuando, después de su Resurrección, se apareció a sus discípulos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo. A quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos" (Juan 20, 22-23). Con estas palabras, Cristo otorgó a los apóstoles, y a través de ellos a los sacerdotes, el poder de perdonar los pecados en su nombre. Este pasaje nos recuerda que Dios nunca nos abandona y siempre nos ofrece una nueva oportunidad. El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que "los que se acercan al sacramento de la Penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de la ofensa hecha a Él y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que hirieron con su pecado" (CIC 1422), y que "el sacramento de la Penitencia es necesario para la salvación de aquellos que han caído después del Bautismo" (CIC 980). La confesión es un regalo de Dios, un momento de gracia, restauración espiritual y esperanza.

Desde la tradición dominica, la confesión se vincula con la búsqueda de la verdad y la misericordia de Dios. Santo Tomás de Aquino, uno de los más grandes teólogos de la Orden, enseñaba que la confesión es un acto de justicia y amor: justicia porque reconocemos nuestras faltas y nos disponemos a repararlas, y amor porque nos acercamos confiados al Padre que nos acoge con misericordia. Así, la confesión no sólo restaura nuestra relación con Dios, sino que nos ayuda a ser mejores predicadores de su amor, viviendo con autenticidad nuestra fe.

En este tiempo somos invitados especialmente a acercarnos a este sacramento, ya que ayuda a prepararse espiritualmente para vivir la Pascua con un corazón limpio y en gracia de Dios. Muchas parroquias, capillas, conventos y monasterios ofrecen jornadas especiales de confesión antes de la Semana Santa, facilitando que los fieles puedan recibir este sacramento con mayor disposición. 

La Cuaresma es un camino de conversión, y la confesión es una puerta a la misericordia y la esperanza de Dios. "Arrepiéntanse y crean en el Evangelio" (Marcos 1, 15). No hay pecado tan grande que Dios no pueda perdonar si hay un corazón arrepentido. Su misericordia es infinita. La confesión nos devuelve la paz y nos llena de esperanza en el amor de Dios. En este tiempo de reflexión y conversión, la confesión nos permite reencontrarnos con Dios y renovar nuestra vida espiritual. Es una invitación a experimentar su amor, su misericordia y su gracia sanadora, preparándonos para celebrar con gozo la Resurrección de Cristo en la Pascua. Además, nos llena de esperanza, recordándonos que siempre podemos empezar de nuevo y que el amor de Dios es más grande que cualquier error.

Para ayudarnos a este proceso te compartimos algo que puede ayudarte

Salmo 50 para mejorar nuestras confesión

La Cuaresma es un tiempo de gracia, un llamado a la conversión, un camino que nos conduce a la luz de la Resurrección. Dios nos espera siempre con los brazos abiertos, dispuesto a perdonarnos y a darnos una nueva oportunidad para vivir en su amor. Recuerda que podemos hacer de la confesión un verdadero encuentro con la Verdad, que nos impulse a vivir en comunión con Dios y a ser predicadores fieles de su amor y misericordia.

Con Cariño Maru Rodriguez


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domingo, 23 de marzo de 2025

Meditamos el Evangelio de este Domingo con Pbro. Diego Olivera



Lecturas del día:
Libro del Éxodo 3,1-8a.13-15. Salmo 103(102),1-2.3-4.6-7.8.11.Carta I de San Pablo a los Corintios 10,1-6.10-12.


Evangelio según San Lucas 13,1-9.


En ese momento se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato se mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios.

Él les respondió: "¿Creen ustedes que galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás?

Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera.

¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?

Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera".

Les dijo también esta parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró.

Dijo entonces al viñador: 'Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?'.

Pero él respondió: 'Señor, déjala todavía este año; Yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré.

Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás'".


Homilía por el Pbro. Diego Olivera

Queridos hermanos llegamos al 3° domingo de la cuaresma, un tiempo propicio para la conversión como lo expresan las lecturas del día de hoy.

En la lectura del éxodo, Dios se dirige a Moisés diciendo: "Yo he visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor, provocados por sus capataces. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos. Por eso he bajado a librarlo del poder de los egipcios ya hacerlo subir, desde aquel país, a una tierra fértil…”.

Por lo tanto vemos que Dios no está lejos de su pueblo sufriente, él quiere acompañarlos y liberarlos, hoy somos nosotros ese pueblo elegido, quiere acompañarnos en nuestros momentos de dolor y quiere liberarnos porque la opresión y los sufrimientos, nos convierten en infértiles, vamos perdiendo el sabor por la vida cuando el dolor ocupa más y más lugar en nuestros corazones. A veces nuestro propio pecado nos lleva al sufrimiento y a la infertilidad, por eso tenemos que reconocer nuestra fragilidad y decidirnos por la conversión de corazón y no solo de palabra, confiando como dice el salmista: “El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia”. Si nos acercamos a Dios con un corazón arrepentido vamos a experimentar esa bondad y compasión que brotan de su gran amor por toda la humanidad.

San Pablo en la segunda lectura nos brinda dos advertencias, en primer lugar nos dice: “No nos rebelemos contra Dios” , es decir, nos invita a alejarnos de todo pecado porque si pecamos ya nos estamos rebelando contra la voluntad de Dios que quiere que vivamos un camino de gracia y santidad. En segundo lugar afirma: “Por eso, el que se cree muy seguro, ¡cuídese de no caer!”.   Este consejo es para todos aquellos que dicen: “Yo no tengo pecados, yo estoy libre de toda culpa, mi conciencia no me reclama nada”, cuidado, no tenemos que creérnosla, es ahí donde aparece el enemigo, nos pegaba tal sacudón y nos hace caer en el pecado. Nunca confiemos únicamente en nuestras propias fuerzas porque vamos a perder, siempre con Cristo que es nuestra fortaleza.

Y la vida del buen cristiano no se trata solo de no hacer el mal sino también de hacer el bien, por eso en el Evangelio, Jesús nos propone esta parábola de la higuera estéril: Dios Padre es el dueño de la higuera, aquel que pide los frutos, Jesús el viñador que intercede pidiendo una prórroga por la higuera y nosotros somos esa higuera.

El tiempo concedido a la higuera es para un hoy y un ahora de gracia y salvación, ese tiempo es para vos y es para mí, este es el tiempo para todos nosotros para convertirnos de corazón y dar muchos frutos.

El Papa Francisco en un comentario de este evangelio, afirmó: "Dios tiene paciencia y nos ofrece la posibilidad de cambiar y avanzar por el camino del bien. Pero la prórroga implorada y concedida mientras se espera que el árbol finalmente fructifique, también indica la urgencia de la conversión. El viñador le dice al dueño: «Déjala por este año todavía» (v. 8). La posibilidad de conversión no es ilimitada; por eso hay que tomarla de inmediato. De lo contrario se perdería para siempre".  (Francisco, Ángelus, 24 de marzo de 2019)

Llegando a la mitad de la Cuaresma podríamos preguntarnos: ¿Estamos viviendo aquella frase que escuchamos el miércoles de cenizas? “Conviértete y cree en el Evangelio” ¿Está presente en mi vida el deseo de conversión para vivir según las enseñanzas de Jesús? ¿Tengo conciencia clara y plena de mis pecados y deseo confesarlos? ¿Qué debo hacer para acercarme al Señor, para convertirme y para cortar las cosas que no van bien?  

Pidamos al Espíritu Santo que renueve en nosotros el deseo de una conversión sincera para prepararnos de corazón para celebrar la Pascua, la Resurrección en nuestra propia vida.


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jueves, 20 de marzo de 2025

Jubileo y Voluntariado



El 8 y 9 de marzo se llevó a cabo el Jubileo del Voluntariado  en Roma. Quizás sea uno de los conceptos de moda actualmente, pero ¿sabemos qué significan estas palabras?

Desde aquí trataremos de darte una buena idea de lo que ello representa. Empecemos por “jubileo”, este término tiene dos procedencias, una hebrea y otra latina. Por un lado, su raíz hebrea es yobel que hace referencia al cuerno del cordero utilizado como instrumento sonoro que servía para anunciar un año excepcional dedicado a Dios que se iniciaba con el sonido del yobel o cuerno. Por otro lado, su raíz latina: iubilum que describía los gritos de alegría de los pastores y que terminó por significar alegría, gozo o alabanza. En nuestros días, los jubileos son tiempos de reconciliación, renovación y compromiso. En estos tiempos podemos obtener Indulgencias Plenarias: "Es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en lo referente a la culpa que gana el fiel, convenientemente preparado" (Indulgentiarum doctrina - Pablo VI) 

Por lo tanto, la conmemoración de un jubileo va más allá de la celebración litúrgica, tiene profundas connotaciones personales y sociales. En lo que nos toca a cada uno, es un llamado al arrepentimiento y conversión de corazón, de renovación y compromiso en la construcción de una sociedad más solidaria y justa. En cuanto a sus implicaciones sociales, el jubileo es una ocasión para fomentar la paz, la justicia y la solidaridad en todo el mundo. 

Ambos, el jubileo y el voluntariado, comparten un mismo espíritu: el de la solidaridad y el compromiso hacia los demás. Mientras que el jubileo es un espacio y tiempo de gracia para la reconciliación y la renovación personal, el voluntariado se convierte en el medio y la oportunidad para vivir ese llamado, haciendo que la Buena Noticia sea un servicio concreto y desinteresado.

Aunque el término ‘voluntariado’ es común en nuestros días, su definición exacta puede variar según el contexto. Sin embargo, en todos los casos, el voluntariado implica un compromiso desinteresado al servicio de los demás, basado en las necesidades ajenas y motivado por el amor y la solidaridad. Por eso me gustaría saber ¿qué es para vos un voluntariado? ¿Eres voluntario en alguna organización? Te invito a compartir tus comentarios en nuestras redes. 

Hay una variedad interesante de definiciones y conceptos, todas ellas dependientes del diverso contexto donde las encuentres. Sin embargo, en todas ellas podemos encontrar algunas características en común: es un servicio concreto (o trabajo, aunque no remunerado), un hacer por otros, en base a las necesidades ajenas y un compromiso férreo que nace del dolor ante el sufrimiento o fragilidad de otros. Esto último es compartido por autores como Adela Cortina (Ética y voluntariado: una solidaridad sin fronteras, coescrito con Agustín Moratalla) y Luis A Aranguren (Lo esencial del Voluntariado).

El voluntariado no sólo transforma a quienes reciben ayuda, sino también a quienes lo practican. Como muchos voluntarios afirman, “recibo más de lo que doy”, ya que, además de ayudar a los demás, el voluntariado desafía nuestra propia vida, invitándonos a una transformación personal. Si no encuentras este crecimiento en tu servicio, tal vez sea momento de reconsiderar tu motivación y discernir si realmente estás siendo fiel a la misión de ayudar.

Tanto el jubileo como el voluntariado son manifestaciones concretas de una misión universal: la solidaridad. El Papa Francisco, en Evangelii Gaudium, subraya que la solidaridad es un deber que nos llama a actuar en favor de los más necesitados y a construir una comunidad más justa. Allí enfatiza la importancia de la solidaridad y la misión de la Iglesia de ser una comunidad que se preocupa por los pobres y los marginados. También se refiere a la enseñanza de la Iglesia sobre cuestiones sociales, destacando la necesidad de una mayor justicia y solidaridad en el mundo. En este sentido, la solidaridad no es solo una opción, sino un deber y una misión para todos los seres humanos. 

Para terminar, el voluntariado es una forma concreta de vivir el mandato de Jesús, de llevar el Evangelio a todo el mundo. Donde “llevar el Evangelio” no solo se trata de transmitir la doctrina o la catequesis, sino también de demostrar el amor y la compasión de Dios a través de obras de caridad y servicio a los demás. El voluntariado también puede ser una forma de "evangelización" en sí misma, ya que muestra el amor y la preocupación de Dios 

En Bahía Blanca, Argentina, se produjo una inundación, dejó grandes pérdidas en casas y vidas humanas. En medio de esta tragedia se destacó la respuesta voluntaria de  ciudadanos de todo el país que se unieron para ayudar a los hermanos más afectados. Esta muestra de solidaridad es un reflejo fiel de lo que el voluntariado y el jubileo quieren promover: compromiso hacia el prójimo, el esfuerzo personal para mejorar la vida de los demás, y la esperanza de construir un mundo mejor.


Victor Ramirez




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sábado, 15 de marzo de 2025

Meditamos el Evangelio de este Domingo con Monseñor Angelelli.


Lecturas del día: Libro de Génesis 15,5-12.17-18. Salmo 27(26),1.7-8.9abc.13-14.Carta de San Pablo a los Filipenses 3,17-21.4,1.


Evangelio según San Lucas 9,28b-36.


Unos ocho días después de decir esto, Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante. Y dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén. Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". El no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor. Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: "Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo". Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto.


Homilía de Monseñor Angelelli, 2° Domingo de Cuaresma, 1974:


El domingo pasado, invitaba a toda la diócesis a la Cuaresma, con el espíritu y sentido que le da y quiere la Iglesia. Tiempo de revisión de vida privada y pública -decíamos- tiempo de grandes decisiones, tiempo que nos lleva a celebrar la Pascua, más allá de los ritos litúrgicos, vale decir, en la vida, porque ella es plenitud de vida y para cada uno de nosotros se constituye en tarea personal y comunitaria. La Pascua es la gran respuesta de nuestro Padre Dios al hombre, a cada uno de nosotros, en la persona de Cristo que nos hace velar la Cruz en un viernes santo y la Vida resucitada, liberada de la muerte, en el ALELUYA de la Pascua. La Pascua es la gran respuesta para la felicidad de los pueblos.


Pero la Pascua es conquista, es trabajo, es esfuerzo, es renuncia, es conversión, es muerte a todo lo que es egoísmo y mentira en el corazón nuestro. A esta Pascua nos preparamos con la cuaresma. A esta Pascua se encamina la Diócesis de La Rioja y la Iglesia Universal. Hacia esto estamos invitados los cristianos, especialmente, como una exigencia de Fe, como una condición de   peregrinos en la vida; como una obligación de Confirmados en la Fe, por el Espíritu Santo en el Sacramento que hemos recibido, porque fuimos hecho, Testigos del Hombre Nuevo en Cristo. A esta Pascua vivida se encamina el paso privilegiado de Dios, en este Año Santo. Pascua es reconciliación en la verdad, no en la mentira; en la vida, no en la muerte; en el amor, no en el egoísmo; en la búsqueda en común, no en la desconfianza mutua. Repito, la Cuaresma es la gran preparación; la gran gimnasia; el entrenamiento, que todos debemos hacer para que la Pascua de Cristo, se haga cada vez, más realidad en la vida de cada riojano y de toda La Rioja.


Por eso, hoy, las lecturas que hemos escuchado, se resumen en la frase que trae el Evangelio que hemos leído: (Lc. 9, 28-36) “Este es mi Hijo muy amado, Escúchenlo...”. Era la voz de Dios Padre que se hizo oír entre las nubes, cuando Jesús se trasfiguraba con la blancura de la nieve, Moisés y Elías, junto a Él, y los Apóstoles: PEDRO, JUAN y SANTIAGO como los chicos decían: “qué lindo es estar aquí, ¿nos quedamos?”. Pero una nube cubrió esa estupenda realidad de Cristo transfigurado, y solo se encontraron con Jesús, que les dijo: Bajen, vayan y guarden silencio hasta que resucite, hasta la Pascua. La Trasfiguración se convirtió en esperanza para ellos y para nosotros, en meta a alcanzar en la vida; y, al mismo tiempo, en la gran tarea de conquistarla, bajando a la realidad de la vida, la de todos los días; la que está mezclada de sufrimientos y alegrías; la que se hace dura, a veces, y que nos tienta de cansancio de seguir luchando para solucionar tantos problemas.


Y sigue resonando en nuestros oídos y en nuestras conciencias: lo que dijo Dios Padre: ESCÚCHENLO. ¿A quién?... a Cristo, el Hijo de Dios Vivo, el que nace en un Pesebre, el que muere en la Cruz, el que resucita al tercer día, el que está presente en la Eucaristía, el que convoca a vivir una comunidad nueva en la Iglesia.


Por eso, la Iglesia, jamás podrá renunciar a cumplir la misión que Jesús le encomendó. Ella sabe, que si es fiel a Cristo, el anuncio de la Buena Nueva del Evangelio, que es anunciar la Pascua de Cristo y todo lo que supone prepararse para esa Pascua en la vida de los hombres y de los pueblos, deberá sufrir, también, como su Divino Maestro. “El discípulo no es mayor que el maestro”, nos dice Jesús. La Iglesia debe seguir repitiendo a los hombres: ESCÚCHENLO, hermanos hombres, porque en Él encontraremos la respuesta a todos esos interrogantes que no sabemos como eliminarlos de la vida. Si somos cristianos, estamos obligados de escuchar a este Cristo para que, quienes se acerquen a nosotros, descubran que el hombre nuevo ya comenzó en nosotros por el bautismo, y que deberá ir creciendo, como crecen las plantitas que plantamos. ESCÚCHENLO, nos dice Dios Padre. Para que podamos ayudarnos a reflexionar y vivir la cuaresma. El nos dice en su Evangelio:

-“el que quiere ser mi discípulo, que tome la cruz de cada día y me siga” -“no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos...” -“felices los pobres, los misericordiosos, los justos, los de corazón limpio, los que padecen persecución por la justicia, los pacíficos” -“sin mí nada podéis hacer...”-“el que escandaliza a los pequeños más le vale que se ate una piedra de molino en el cuello y se eche al mar...” -“he venido para que tengan vida y en abundancia...” -“yo soy la vid, ustedes son los sarmientos...” -“lo que sale del corazón, mancha al hombre, no lo que sale de la boca...” -“mujer, si nadie te condena, tampoco yo te condeno, vete en paz y no peques más...” -“cuando oren, digan, Padre nuestro que estás en los cielos...” -“el publicano salió justificado y no el fariseo...” -“vayan (a los apóstoles), prediquen a todas las gentes y bauticen en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo...” -“a quienes a ustedes oigan, a mí me oyen, a quienes a ustedes los desechen, a mí me desechan...” -“reciban el Espíritu Santo... a quienes le perdonen los pecados le serán perdonados y a quienes se lo retengan, le serán retenidos...” -“Más fácil es que un camello entre por el agujero de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos...” -“Felices, porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, estuve sin hogar y ustedes me recibieron, estuve desnudo y me vistieron, estuve enfermo y me visitaron, estuve en la cárcel y me fueron a ver...” “cuando lo hacían con estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hacían...” -“No todo el que dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que hace la Voluntad de mi Padre...” -“atiendan, lo que les digo en las parábolas: del ‘samaritano’, del ‘hijo pródigo’, el ‘rico Epulón’, ‘de la oveja perdida’, Dios, Único y Verdadero” -“en esto consiste la Vida Eterna, en que te conozcan a Ti, Padre, y a quien Tú enviaste, Jesús, el Cristo... que todos sean uno, que no los saques del mundo pero presérvalos del mundo...” -“Padre: perdónalos, porque no saben lo que hacen...”

Todos estos textos del Evangelio nos ayudan a saber escuchar a Jesús que nos habla a cada uno de nosotros y habla a su pueblo, que somos nosotros, pueblo riojano. Todo esto dice Jesús.


ESCÚCHENLO... seguirá siendo la tarea de nuestra vida diaria... porque nos habla, también:

-por su Iglesia que es el Cuerpo Total (místico) de Cristo -en cada sacramento que recibimos, en cada misa que participamos, en cada lectura que hacemos de la Biblia, en cada dolor de nuestros hermanos, en el corazón de cada hogar, en la inocencia de los niños, en el silencio de tanta gente que no tiene voz, en cada pecado que hacemos con el grito de nuestra conciencia, en la vida de nuestras comunidades, en el esfuerzo de cada hombre cuando alivia un dolor o soluciona un problema de su hermano, en los acontecimientos grandes o pequeños que vivimos como riojanos y como argentinos... en el ministerio sacerdotal de cada hermano sacerdote, en la religiosa junto al enfermo, al anciano, al pueblo que acompaña, en cada laico que es fiel a su bautismo y a la confirmación que recibió, y procura ser testigo fiel de Cristo en donde se encuentre. Nos habla en la sangre de los mártires, en los ideales limpios y nobles de nuestra juventud; nos habla en el esfuerzo de cada padre y madre para que su hogar sea una escuela de paz y de felicidad. Escúchenlo, nos sigue diciendo nuestro Padre Dios. Nos habla cuando nuestros hermanos que tienen la responsabilidad de gobernar ayudan al pueblo para que sea más feliz, más viva más fraternalmente, procuran que la justicia se haga realidad en todo el pueblo; que los ciudadanos se sientan protagonistas de su propio destino, porque la autoridad que tiene el hombre le es dada por Dios para el servicio de todos sus hermanos.


Hermanos: Estas reflexiones no llevan otra finalidad que ayudarnos a vivir una cuaresma a fondo para que como pueblo seamos felices. Dios lo quiere y no podemos renunciar a esta tarea difícil y estupenda de trabajar por lograrlo. Eliminemos de nuestra vida riojana, si lo hubiere, todo lo que siembra la desconfianza entre hermanos; todo lo que mata la creatividad, todo lo que posibilite que nuestro pueblo pueda apartarse de la fuente de la vida cristiana de la Iglesia, todo lo que signifique apartar al hijo de la madre, como sería apartar al pueblo de la Madre Iglesia. Pensemos que no somos dueños de las vidas de nuestros hermanos, sino servidores, y, de la nuestra, administradores solamente. 


Escúchenlo... sea para todos nosotros la tarea para nuestra reflexión semanal.



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